Investigaciones en los círculos megalíticos de Gobekli Tepe en Turquía (¡12.000 años de antigüedad!), en los Scablands del estado de Washington, en Gunung Padang en Indonesia, en Baalbek (Líbano), entre otros lugares y, por supuesto, en Egipto y en las ruinas andinas de Sudamérica. También encontramos estudios sobre, como no, el ¿mito? de la Atlántida de Platón y, sobre el libro de Enoc, donde el autor se pregunta -a diferencia de los teóricos de los antiguos astronautas- si fueron los "vigilantes" protagonistas del texto, emisarios de una civilización humana perdida de la Edad del Hielo.
El núcleo central del libro es la cada vez más aceptada y acertada teoría de que un cataclismo global ocurrido hace entre 12.800 y 11.600 años (provocado por la fragmentación de un gigantesco cometa) destruyó una civilización avanzada con grandes conocimientos astronómicos ("Los magos", "Los sabios", "Los que brillan", "Los misteriosos maestros de los cielos") que legaron y dejaron plasmados en complejos megalíticos, y que floreció durante la Edad del Hielo.
Acompañamos esta reseña con una entrevista a Graham Hancock, publicada en la revista New Dawn n° 153 (Nov.-Dic. 2015) y traducida al castellano por el historiador e investigador español Xavier Bartlett Carceller, gestor del excelente blog https://laotracaradelpasado.blogspot.com.ar/, a quien agradecemos el permiso para reproducirla en este espacio.
Graham Hancock (crédito Santha Faiia) |
Entrevista a Graham Hancock
David Thrussell: Desde la distancia parece, Graham, que
usted ha tenido lo que podría describirse como una vida ideal, viajando por
lugares exóticos e interesantes, y explorando las fronteras de la historia y el
conocimiento. ¿Hay contratiempos, desilusiones o frustraciones en su trabajo?
Graham Hancock: Me siento feliz de haber tenido en esta
vida la oportunidad de explorar y pasar cierto tiempo en tantos increíbles,
misteriosos y profundamente conmovedores enclaves antiguos, en todo el mundo.
Ha sido un gran privilegio tener la oportunidad de hacer esto, y no tengo
ninguna queja. Estoy agradecido por mi vida. Tengo mucha libertad y de hecho he
trabajado fuera de casa desde los 29 años, que es cuando decidí que no podía
trabajar ya en una gran organización, y me independicé. Durante mucho tiempo
estuve completamente sin blanca. Finalmente empecé a ganarme la vida. Pero no
tengo ninguna queja. Creo que he sido muy afortunado y estoy agradecido por la
vida que he tenido la oportunidad de llevar.
DT: ¿Cuánto tiempo ha estado trabajando en su nuevo
libro [Magicians of the Gods]?
GH: Bueno, en cierto sentido, 25 años. Como proyecto
específico, tres años y medio; pero este libro se basa en mis intereses e
investigaciones en este campo, que se remontan a finales de la década de los
80.
DT: Ahora, si tuviese que adelantarnos una sola prueba,
la más convincente, que apoye su teoría, ¿cuál sería y por qué?
GH: Bueno, es más complicado que eso. Este no es un
problema que pueda resolverse con una bala mágica; es un problema que requiere
la coordinación de pruebas de muchas fuentes diferentes. Le ofrecería tres
pruebas que en cierto sentido están entrelazadas, y una de ellas, realmente
importante, es algo que tenemos ahora, pero que no tenía cuando escribí Las
huellas de los dioses en 1995. Es efectivamente una pistola humeante[1], a nivel
mundial: la prueba científica de un cataclismo global hace entre 13.000 y
12.000 años. Esa fue esencialmente la hipótesis que presenté en Las
huellas de los dioses: que se había producido un cataclismo global hace
entre 13.000 y 12.000 años, el cual había aniquilado una civilización avanzada,
y luego especulaba sobre las muchas posibles causas de ese cataclismo,
principalmente el cambio de los polos y el desplazamiento de la corteza
terrestre.
Lo que ha sucedido desde 1995, y en particular desde 2007, es que un grupo de
científicos han presentado ante la comunidad científica –muy poco de esto
todavía se ha filtrado a la opinión pública– la evidencia absolutamente
convincente de que la Tierra sufrió una serie de impactos a partir de
fragmentos de un cometa gigante, y estos impactos ocurrieron hace 12.800 años,
cuando varios fragmentos golpearon la capa de hielo de América del Norte,
causando inundaciones globales y un radical cambio climático. Esto sucedió de
nuevo hace 11.600 años, cuando más fragmentos del mismo cometa salieron de su
órbita e impactaron en un océano –casi con toda seguridad el Pacífico–
levantando una enorme columna de vapor de agua en la atmósfera superior y
causando un calentamiento global muy repentino. Así pues, el intervalo entre
esos dos períodos, los 1.200 años entre hace 12.800 años y 11.600 años, es un
episodio de cataclismo global casi sin precedentes, junto con la extinción
masiva de especies animales, los grandes mamíferos: el mamut, el rinoceronte
lanudo, etc. Y este es el evento que yo creo que nos hizo perder toda una
civilización de la prehistoria que previamente no constaba en los registros
arqueológicos.
Ahora, vamos a coordinar esto con los últimos
descubrimientos de la arqueología. Recuerde que una de las dos fechas de ese
cataclismo fue hace 11.600 años. Este fue un evento sostenido que implicó dos
bombardeos separados de fragmentos de un cometa. En ambas ocasiones se dio un
aumento
masivo del nivel del mar y se desató un cataclismo global. La primera
ocasión (hace 12.800 años) y la segunda ocasión (hace 11.600 años), también
fueron acompañadas por una inundación global y un aumento masivo del nivel del mar.
Por lo tanto es llamativo que el yacimiento arqueológico del sureste de Turquía
conocido como Göbekli Tepe –que significa “colina panzuda” en idioma turco–
fuera creado hace 11.600 años por personas que ya sabían cómo trabajar con
megalitos gigantes. Göbekli Tepe es una anomalía, porque es 7.000 años más
antiguo que otros yacimientos megalíticos de todo el mundo, y sin embargo
demuestra técnicas avanzadas de trabajo y corte de la piedra, organización del
trabajo, planificación, diseño del lugar y alineamientos estelares. Este no es
el trabajo de un grupo de cazadores-recolectores que se despertó una mañana y
se sintió repentinamente inspirado para crear la primera arquitectura
megalítica del mundo. En mi opinión, lo que estamos viendo es una transferencia
de tecnología, el conocimiento aportado por los supervivientes de la
civilización perdida, que incluía el conocimiento de cómo crear estructuras
megalíticas a gran escala, y exactamente en el mismo momento hace 11.600 años
tenemos esta aparición repentina e inexplicable de un sofisticado yacimiento
megalítico en el sureste de Turquía.
Vista de un recinto en Gobekly Tepe |
También tenemos la difusión y penetración de la agricultura exactamente en la
misma región, mientras que anteriormente los habitantes habían sido
completamente cazadores-recolectores. Lo vuelvo a decir, lo que estamos viendo
es una transferencia de tecnología, la huella de los supervivientes de una
civilización que se perdió en los eventos catastróficos ocurridos hace entre
12.800 y 11.600 años.
Y menciono un tercer punto, el mito secular de la Atlántida, que en realidad no es tan viejo porque la versión que ha llegado hasta nosotros –la única versión que ha llegado hasta nosotros– está en las obras del filósofo griego Platón. Platón dijo que llegó a la historia del sumergimiento y destrucción de la civilización avanzada de la Atlántida a través de su antepasado Solón, el legislador griego que visitó Egipto en el año 600 a. C., al cual los sacerdotes egipcios explicaron la historia de la Atlántida. Y ellos le dijeron que la Atlántida había sido destruida y sumergida, habiendo incurrido en la ira de los dioses, 9.000 años antes de la época de Solón. Sabemos que Solón estuvo en Egipto alrededor del 600 a. C.; por lo tanto, están hablando del 9.600 a. C. en nuestro calendario, o sea hace 11.600 años, que es la fecha precisa de la aparición de estas técnicas hasta ahora ignoradas de arquitectura megalítica y de agricultura en la región del sureste de Turquía.
DT: El cataclismo de que está hablando lo hemos tenido
realmente delante de la cara, ¿no es así?
GH: Lo hemos tenido ahí en la cara, pero no culpo a los
historiadores y arqueólogos por no haberse familiarizado con él antes, dado que
los principales científicos en este campo han estado recopilando y presentando
pruebas de lo que ahora se conoce como el cometa del Dryas Reciente sólo
durante los últimos siete u ocho años. Es un descubrimiento muy reciente y la
razón por la que es un descubrimiento reciente es que los principales efectos
de este cometa de hace 12.800 años estaban situados en la capa de hielo de
América del Norte. Esto era todavía la Edad de Hielo. América del Norte, hasta
tan al sur como Nueva York, estaba cubierta de hielo –una capa de 3,2
kilómetros de espesor– y al menos cuatro fragmentos del cometa golpearon la
capa de hielo. Sin embargo, no dejaron cráteres prominentes en el suelo porque
los cráteres estaban en el mismo hielo y el gran calor y energía cinética del
cometa fundieron ese hielo, por lo que los cráteres fueron transitorios y lo
que tenemos es el efecto del choque en el suelo subyacente. Recientemente, se
ha encontrado una serie de cráteres: el tipo de cráteres que quedaría cuando un
objeto golpease una capa de hielo de 3,2 kilómetros de espesor y transfiriese
su impacto a la roca subyacente.
Mucho más importante es el conjunto de pruebas aportado por
el equipo científico del Dryas Reciente (más de 30 científicos están trabajando
en el cometa del Dryas Reciente). Esas pruebas se basan en lo que llamo
“indicadores de impacto”. Cuando tienes un objeto que llega a 96 ó 112 mil
kilómetros por hora, y ese objeto mide uno o dos kilómetros de diámetro, tiene
una cantidad increíble de energía cinética, y así estamos buscando un poder
explosivo comparable a todo el arsenal nuclear del planeta Tierra, tomado de
una vez y en uno solo de estos objetos. Y hay ciertos resultados muy
reconocibles de esto. Uno de ellos es el vidrio fundido. Tienes un calor
liberado por encima del punto de ebullición del cuarzo, temperaturas por encima
de los 2.200 grados centígrados. Esto produce un vidrio fundido que es
indistinguible de la masa fundida de vidrio que encontramos como subproducto de
las explosiones nucleares. También obtenemos micro-esférulas de carbono y unos
nano-diamantes muy distintivos que son causados por el choque y el calor. Estos
nano-diamantes sólo son visibles bajo el microscopio, y se combinan con el
vidrio en fusión, las micro-esférulas de carbón y otras pruebas en todo el
mundo. Son pruebas convincentes de un gigantesco impacto cósmico hace 12.800 años.
Y, por cierto, este es exactamente el tipo de prueba que se presentó al principio para demostrar el asteroide que acabó con los dinosaurios hace 65 millones de años. Hay sólo dos ocasiones en la historia de la Tierra, en los últimos 100 millones de años, en los que tenemos precisamente los mismos indicadores de impacto repartidos por todo el mundo. Uno de ellos es el llamado evento KT, hace 65 millones de años, que acabó con los dinosaurios. Y el otro es el evento a nivel de extinción hasta el presente no reconocido –pero ahora muy obvio– que ocurrió hace 12.800 años, y que fue causado por el cometa del Dryas Reciente. Digo Dryas Reciente, ya que es el nombre geológico dado para el período comprendido entre hace 12.800 años y hace 11.600 años, cuando el clima de la Tierra cayó en una hasta ahora inexplicable y repentina congelación. Ahora sabemos la causa de esto: fue nuestra interacción con los fragmentos de un cometa gigante, y los efectos resultaron verdaderamente catastróficos.
DT: ¿Es razonable sugerir que la corriente principal
del estamento académico, los medios de comunicación y la ciencia están casados con
una visión particular de la historia?
GH: Sí. Es razonable sugerirlo, y no es de extrañar tampoco. Siempre se trata de la manera –en cualquier área de estudio, cualquier disciplina, tanto si es geología como si es arqueología para el caso– en que se construye un cuerpo de conocimiento. Los respetados veteranos han contribuido al conjunto de conocimientos, y la nueva generación, obviamente, respeta el trabajo de sus mayores. Y así lo que se crea gradualmente es un marco de referencia, una imagen de cómo debería ser esa área de estudio. En el caso de la arqueología, la imagen que se ha construido a lo largo de los últimos cien años de trabajo es el de una lenta evolución de la civilización: nuestros antepasados eran cazadores-recolectores y hasta hace nada más que quizás 8 ó 9 mil años. Entonces empezamos a ver un
Megalitísmo en el neolítico (Malta) |
Y este es, en mi opinión, el problema de la arqueología y de
otras disciplinas científicas que quedan atrapadas en un marco de referencia
particular. Cuando surgen nuevos hechos que no encajan en el marco de
referencia, les resulta difícil adaptarse a ellos, y el primer paso es intentar
desacreditarlos. Cuando se acumulan más y más pruebas que el paradigma
existente no puede explicar, el paradigma acaba por ser derrocado. Una gran
cantidad de gente buena que han hecho un muy buen trabajo, que están convencidos
de que tienen razón, que respetan el trabajo de sus mayores, y que no quieren
remover las aguas: creo que ese es el problema central. Siempre ocurre en la
ciencia. Ninguna idea cambia repentinamente de la noche a la mañana sin la
presencia de nuevas pruebas abrumadoras que el paradigma anterior no puede
explicar. Eso es lo que estamos encontrando ahora en el campo de la historia y
la arqueología: más y más pruebas nuevas que simplemente no pueden explicarse
en el actual marco de referencia de la historia.
DT: Póngase a especular: Si la teoría que está
proponiendo es de hecho correcta, ¿Cómo se vería la prehistoria? ¿Cómo se vería
la historia de la Tierra antes de que ese cometa golpeara el planeta?
GH: Un mundo mucho más complejo que el que nos han mostrado
los historiadores y arqueólogos académicos. No es un mundo poblado enteramente
por los cazadores-recolectores, como sugieren, sino un mundo en el que
coexistían cazadores-recolectores y una civilización más avanzada. Esto, en
cierto modo, no es extraño. Si se piensa en ello, hoy en día somos una
civilización tecnológica muy avanzada (la tecnología occidental, el complejo
tecnológico-industrial que se ha extendido por todo el mundo), pero no estamos
solos. Compartimos el mundo con pueblos cazadores-recolectores:
cazadores-recolectores en el desierto de Kalahari, por ejemplo, y también en
África del Sur, así como los cazadores-recolectores en la cuenca del Amazonas.
Incluso hay tribus en la cuenca del Amazonas con las que nunca se ha
contactado, y que ni siquiera saben que existimos; ninguna cultura tecnológica
avanzada ha incidido todavía en su visión del mundo. Así, esta co-existencia de
la tecnología avanzada con los cazadores-recolectores que vemos hoy en día, yo
la proyectaría en el pasado, y diría que hace más de 13.000 años, durante la
Edad del Hielo, había en este planeta una civilización mucho más avanzada de lo
que historiadores y arqueólogos quieren reconocer. Existe un recuerdo de esta
civilización en el mito y la tradición de todo el mundo, y cada vez tiene más
apoyos por los recientes descubrimientos arqueológicos tan sorprendentes como
Göbekli Tepe.
DT: Ha mencionado dos obvios eventos catastróficos, la
extinción de los dinosaurios y los eventos del Dryas Reciente. ¿Es posible que
haya habido otros eventos catastróficos de los que no tenemos la menor idea?
GH: Ciertamente, ha habido otros eventos catastróficos,
y tenemos indicios de ellos. La única pregunta es si afectaron a la especie
humana, y esto se convierte en una cuestión para posteriores investigaciones.
Sostengo, por el momento, la idea de que los humanos anatómicamente modernos
–las personas que se parecen a usted y a mí– sólo han existido en la Tierra
durante unos 200.000 años. Es muy posible que nuevos descubrimientos aporten pruebas
de humanos anatómicamente modernos anteriores; no lo descarto. Pero por el
momento la evidencia apunta a la aparición de nuestra línea anatómicamente
moderna hace unos 200.000 años. Tenemos, por ejemplo, un esqueleto de
Etiopía, de un antigüedad de 196.000 años, que es indistinguible de
un ser humano anatómicamente moderno. Así que para estos cataclismos impliquen
a la humanidad e impacten en la historia humana, tienen que haber ocurrido en
un marco temporal humano. Es por esto que el evento Dryas Reciente es tan
interesante porque no sólo se sitúa en un marco temporal humano; de hecho está
justo en el límite, en la frontera de un período en el cual –según los
historiadores y arqueólogos– arrancó la civilización. Sin embargo, todavía no
han tenido en cuenta este cataclismo a nivel de extinción, justo en el patio
trasero de la historia, y yo diría que hasta que no lo tengan en cuenta, todas
sus nociones acerca de los orígenes de la civilización estarán en el aire.
Ha habido otros cataclismos globales a un nivel de extinción
que se remontan a cientos de millones, incluso a miles de millones de años en
el pasado. Estas cosas pasan de vez en cuando y cada vez que se producen
reajustan el reloj de este planeta, y la vida cambia debido a estos acontecimientos
dramáticos y radicales. Yo creo que ha sido sólo el más reciente, el que
ocurrió hace 12.800 años, el que afectó directamente a la historia humana, si
bien los historiadores y arqueólogos aún no lo han tenido en cuenta en la
construcción de modelos de nuestro pasado.
DT: ¿Es posible que la ciencia convencional, los medios
de comunicación, o incluso la población general, en cierto sentido, no quieran
saber nada acerca de nuestra propia historia como especie?
GH: Parece que existe un tipo de directiva, que opera a
nivel gubernamental, de no exponer las cosas demasiado alarmantes. En
particular se refiere a las cuestiones que implican cataclismos globales.
Cualquiera que haya trabajado en el campo de la geología sabrá que proponer un
agente catastrófico comporta furiosas críticas. Hubo un gran geólogo llamado
Harlan J. Bretz –sobre cuyo trabajo escribo en Magicians of the Gods– que
proporcionó la primera evidencia de una inundación
catastrófica en América del Norte, en particular en el noroeste del Pacífico, en los terrenos pelados erosionados, un área que he investigado intensivamente para Magicians of the Gods. J. Harlan Bretz estaba en lo cierto al 100%, pero su propuesta tardó desde los años 20 hasta casi los 70 en ser aceptada como correcta. Y antes de ello, se le había sometido a las injurias más graves y desagradables, que un hombre más débil no hubiera podido soportar. Al final, resultó que Bretz tenía razón y vivió hasta la edad de 99 años. Y cuando se le concedió el honor más alto para un geólogo en los Estados Unidos, dijo: “Lo único que lamento es que todos mis enemigos han muerto, y no tengo nadie ante quien regodearme”.
catastrófica en América del Norte, en particular en el noroeste del Pacífico, en los terrenos pelados erosionados, un área que he investigado intensivamente para Magicians of the Gods. J. Harlan Bretz estaba en lo cierto al 100%, pero su propuesta tardó desde los años 20 hasta casi los 70 en ser aceptada como correcta. Y antes de ello, se le había sometido a las injurias más graves y desagradables, que un hombre más débil no hubiera podido soportar. Al final, resultó que Bretz tenía razón y vivió hasta la edad de 99 años. Y cuando se le concedió el honor más alto para un geólogo en los Estados Unidos, dijo: “Lo único que lamento es que todos mis enemigos han muerto, y no tengo nadie ante quien regodearme”.
DT: Si existiera un esfuerzo activo para olvidar u
oscurecer la historia, ¿por qué sería?
GH: No estoy seguro. No quiero ir en la dirección de
una conspiración. Creo que es sólo la forma en que trabaja la mente de las
personas. Nos resulta difícil concebir ciertas cosas, o aplicarlas a nosotros
mismos. Es posible que haya una conspiración; he contemplado mínimamente esta
posibilidad en el libro. No me gustan las teorías de la conspiración, es un
área de investigación en que los hechos se minimizan y la especulación se
agranda y se extiende. Cuando miro al modo en que las ideas de los
catastrofistas han sido sistemáticamente negadas, a veces durante décadas hasta
que se demostraron correctas... sucedió lo mismo, por cierto, con el impacto
que eliminó a los dinosaurios. Inicialmente no había científicos que creyeran
en ello. Luis y Walter Álvarez, que originalmente propusieron la idea de un
impacto cósmico hace 65 millones de años, fueron objeto de insultos y
persecución, y también ellos fueron finalmente reivindicados.
DT: ¿Tiene conocimiento de la obra de Steven y Evan
Strong en Australia?
GH: Conozco a Steven y Evan Strong. Ellos tuvieron
la amabilidad de mostrarme una serie de lugares interesantes en Australia el
año pasado. Tengo mucho respeto por su trabajo de campo y he abierto mis ojos a
los misterios en Australia, que tengo la intención de ver en el futuro.
Australia no ha sido un gran foco de mi trabajo hasta ahora.
DT: ¿Alguna vez sufre de “fatiga de Apocalipsis”?
Parece que es un elemento básico de la actividad humana pensar que hay un
cataclismo a la vuelta de la esquina.
GH: No, no sufro de “fatiga de Apocalipsis”, y tampoco
voy por ahí pensando que el fin del mundo está cerca. Yo creo que deberíamos
prestar mucha más atención a nuestro entorno cósmico. Por el momento la raza
humana tiene sus prioridades desquiciadas. Somos capaces de gastar miles de
millones de dólares al año en armas de destrucción masiva, listos para fulminar
el uno al otro y destruir este hermoso y valioso hábitat, la Tierra, que nos ha
dado el universo. La humanidad muestra en este momento todos los signos de ser
una especie enloquecida e inconsciente, totalmente dedicada a la producción y
el consumo de bienes materiales, y está poco interesada en los asuntos del
espíritu y negligente con respecto a este hermoso jardín en el que nos
encontramos.
Si vamos a asumir la responsabilidad de la vida humana en serio, deberíamos inspeccionar de cerca y detalladamente nuestro entorno cósmico inmediato. En el libro he llamado la atención sobre el hecho de que la corriente de restos del cometa gigante que causó el cataclismo hace 12.800 a 11.600 años todavía está en órbita. Esta corriente de meteoros se llama las Táuridas, y pasamos por ella dos veces al año. Si fuéramos inteligentes pondríamos una gran atención en los objetos que orbitan en la corriente de meteoros de las Táuridas. Y si, como parece probable, algunos de ellos amenazan la Tierra en el futuro, tenemos la tecnología y la capacidad de evitar dicho peligro[2]. Sólo estoy interesado en el tema de los futuros cataclismos en la medida en que podamos evitarlos, y el conocimiento previo de ellos ayudaría a evitarlos, y yo creo que este es el caso de la amenaza cósmica. Existe una amenaza, existe un peligro en curso. La mayoría de los astrónomos responsables y serios estarían absolutamente de acuerdo con eso.
Marcamos el Día Mundial del asteroide el 30 de junio, que es
un intento de llamar la atención sobre los peligros de nuestro entorno cósmico
inmediato, y para hacer algo al respecto. Probablemente somos la primera
civilización en la historia de la Tierra que tiene la capacidad de intervenir
en nuestro entorno cósmico y evitar o desviar objetos que puedan poner en peligro
la vida. Creo que lo estaríamos haciendo mucho mejor si empleásemos nuestros
recursos de manera más responsable –una gran parte del dinero que gastamos en
actividades militares inútiles en este momento– y los canalizásemos a un
proyecto de vigilancia espacial que garantizara que la Tierra nunca vuelva a
sufrir el tipo de desastres que sufrió hace entre 12.800 y 11.600 años. Vamos
por el camino de la insensatez y la locura con nuestro gasto militar. Con todo
el miedo, el odio y la sospecha que circula en el mundo en este momento,
tenemos que reconocer que todos somos hermanos y hermanas, somos una sola
familia humana, y tal vez la posibilidad de hacer frente a una amenaza común
compartida sería precisamente lo que nos uniría.
DT: Es irónico, ¿no? Puede que un arma de destrucción
masiva esté planeando sobre nosotros ahora mismo.
GH: Sí, exactamente. Esto es posible. Varios astrónomos
(incluyendo a Bill Napier) y el matemático Emilio Spedicato de la Universidad
de Bérgamo, están profundamente preocupados por la corriente de meteoros de las
Táuridas. Ellos creen que tiene una serie de objetos muy grandes, incluyendo
uno que puede tener 30 kilometros de ancho, y la Tierra cruza esta corriente
dos veces al año. Algunos cálculos indican que podemos estar cruzando una parte
particularmente densa y peligrosa de esta corriente en los próximos 30 años,
más o menos. En realidad, nada podría ser más urgente. Tenemos que prestar
atención a este problema. Necesitamos identificar los objetos que pongan en
peligro la Tierra, y tenemos que desplazarlos. Todo se puede hacer, sólo se
necesita voluntad. Ya tenemos la tecnología. Pero mientras vamos por ahí
temiendo, odiando y sospechando unos de otros, nuestro ojo no está en la diana.
Nuestros ojos están en el lugar totalmente equivocado.
DT: No podría estar más de acuerdo con usted.
[1] Típica
expresión anglosajona que indica el origen o causa evidente de un efecto
observado: el humo delata que la pistola ha sido utilizada.
[2] De hecho, en
otra entrevista, Hancock menciona que el catastrófico evento que tuvo lugar en
Tunguska (Siberia) en 1908 fue probablemente fruto del impacto de un fragmento
de las Táuridas que cayó sobre nuestro planeta (por fortuna en una región
apenas habitada), justo en uno de los dos periodos anuales de cruce de la
Tierra con esta corriente de meteoritos.
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