En la provincia de San Juan y no muy lejos de Talampaya, existen unos lugares, donde la vida cotidiana parece haberse detenido y es dable contemplar escenas geológicas de hace lo menos un millón de años atrás. Es tan solo una parte del antiguo Planeta Tierra, con sus primitivas formas de vida, tanto geológicas como paleontológicas y hasta esos lugares, fueron grupos de estudiosos, para recorrer esos parajes y ordenar así, sus conocimientos físicos y metafísicos. Lo inconcebible en esa privilegiada región, es que personal de empresas particulares, están cambiando las perspectivas naturales y destruyen, con finalidad turística, todo lo auténtico que poseía, poniendo piedras, donde no existían, sacando otras de sus lugares donde las puso la naturaleza, llevándolas a sitios de ex profeso o pintando esas rocas de diversos colores, para que los turistas vean un panorama distinto y posiblemente más comercial o que dé mejores ganancias, a quién los hace. Posiblemente están convencidos que construyen un Valle Perdido o algo por el estilo, cuando en otras ocasiones, dejaron que Universidades extranjeras o "inteligentes investigadores" de diferentes países, se llevaran por camiones y grandes aviones, nuestra riqueza cultural que es patrimonio de todos los argentinos honrados y conscientes. Tanto en Ischigualasto como en el Valle de la Luna, nuestros estudiosos han observado la presencia increíble pero cierta, de seres primitivos, de muy baja estatura, con un promedio de 1,40 metros que observaban a nuestros investigadores, desde atrás de grandes piedras y han podido determinar con exactitud que esos seres humanos, son de aspecto muy primitivo y poseen una cola de alrededor de 10 centímetros de largo, insertada en la terminación de su coxis, como en los perros o caballos, para dar un ejemplo terminante, pero de forma cuadrada, tal como le queda a las ovejas, cuando son descoladas, para posibilitar la cópula con los carneros. Estos seres de cola cuadrada y reducida a solo 10 centímetros de tamaño, viven en otra dimensión que nosotros, pues aparecen y desaparecen entre las piedras y la tierra, por donde nos observan y nadie puede establecer a ciencia cierta, donde se introducen y en que momento lo hacen. Es muy posible que estos seres primitivos, al menos para nosotros, los hombres actuales, se resguarden en el interior de la Tierra, pues muchos portan en sus manos, "huaras" o "Waras", especie de linternas de algo similar a los rayos lasser o infrarrojos de nuestra pretendida civilización tecnológica de los años 1993. Estos seres de piernas cortas, algo gruesos, de enmarañada melena, ojos saltones, baja estatura y cráneos marcadamente braquicéfalos, son inquietos, se expresan guturalmente y tienen una presencia física desagradable, sobre todo, a los seres humanos que nosotros estamos acostumbrados a contemplar. No sabemos, pues no hemos querido preguntarles si los operarios que manejan los tractores o camiones, con que están cambiando la fisonomía de Ischigualasto y del Valle de la Luna, han establecido contacto, por lo menos visual, con esos seres quizás intraterrenos. Los famosos "pasus" de nuestro tiempo histórico pueden no haberlos visto ni presentido su cercanía, imbuidos como están, de un materialismo total y de una actitud desaprensiva e ignorante, de todas estas verdades metafísicas e intraterrenas.
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