Como ya es costumbre, seguimos recordando a una de las personas que inspiraron el motivo de nuestro blog: Julio Goyén Aguado, este admirable espeleólogo, y explorador de abismos insondables. Una entrevista publicada en la revista La Nación, el 25 de Agosto de 1996 por el periodista Jorge Palomar. Como también ya es costumbre agradecemos a Javier Stagnaro, amigo y colaborador de Goyén Aguado, por facilitarnos este material de su incomparable archivo.
Julio Goyén Aguado |
Son muy pocos los hombres en nuestro país que aceptan con
orgulloso pacer ser llamados cavernícolas. En la práctica lo son aunque la
ciencia se haya encargado de distinguirlos con más propiedad: espeleólogos. La
palabra proviene del griego, spelaion
(caverna) y logo (estudio).
En la Argentina, no son más de de veinte los espeleólogos
profesionales que suelen husmear el interior de esa especie de burbujas subterráneas con la misma naturalidad que uno
camina por el jardín de su casa.
Exploradores natos,
“la mayoría de ellos han incorporado a su título de geólogo, biólogo,
cartógrafo o antropólogo esta actividad que nació como un hobby en mi
adolescencia", cuenta Julio Goyén Aguado, fundador, en 1970, del
Centro Argentino de Espeleología. El auge de esta nueva forma de investigación
abrió caminos: hoy funcionan más de quince instituciones en todo el país
dedicadas al estudio de las cavernas. "Mi primer acercamiento a las
cavernas se lo debo a Julio Verne. Era muy pibe cuando leí Viaje al centro de
la Tierra y a partir de esa lectura es como si hubiera explotado en mí una gran
obsesión. Seguí leyendo otros libros, me pasaba horas y horas en las
bibliotecas. A los veinte años, me compré un Dodge 47 todo destartalado y así
empecé. Fui a Córdoba, a Mendoza, a La Pampa, a veces solo, a veces con mi
hermano, a veces con algunos amigos. Había encontrado mi profesión." En
1995, el Concejo Deliberante lo distinguió con el titulo de Ciudadano Ilustre.
Antes de eso, había acumulado una infinidad de viajes por el interior y por
todo el continente. El turismo, además, tiene mucho que agradecerle: fue el
primero en explorar la caverna de Las Brujas, en Mendoza, que luego se
convertiría en uno de los puntos de atracción más visitado por los argentinos.
"Me metí en esa caverna ochenta y cuatro veces, y en cada viaje siempre
descubría algo", aclara.
Por esas cosas de las pasiones paralelas, en 1975 Goyén
Aguado se relacionó con el astronauta Neil Armstrong, acaso también el más
famoso de los espeleólogos. Así, el primer cavernícola argentino y el primer lunático
del mundo -si se aceptan las licencias- se hicieron grandes amigos. "La
última expedición que hicimos juntos fue a la caverna de Los Tayos, un lugar
fantástico en la sierra del Cóndor, en plena selva ecuatoriana. Por ser de
clima tropical, la fauna que se desarrolla allí es impactante. Recuerdo el
susto que nos pegamos cuando nos cruzamos con tarántulas gigantescas de más de
diez centímetros de diámetro. En un momento, Armstrong y yo nos quedamos como
paralizados al verlas. Pero el secreto era no tocarlas ni espantarlas..."
Lo desconocido ha obsesionado al hombre desde tiempos
inmemoriales. La superficie terrestre ya casi no encierra secretos; se sigue
explorando el universo y aún no se han aclarado todos los misterios que guardan
los mares y los océanos. La ciencia no dudó al afirmar que 1856 fue trascendental
para las investigaciones antropológicas. Ese año fue descubierto en una gruta
de conformación calcárea, en el Valle de Neander, cerca de Düsseldorf,
Alemania, el esqueleto de un hombre presumiblemente antediluviano: el Hombre de
Neanderthal. El hallazgo de la Cueva de Neanderthal, si bien no fue el primero
de su tipo, sirvió para iniciar, la era de la búsqueda de huellas prehumanas, además
de conducir a la investigación del pasado de las razas. Y abrió paso, también, a la idea de la
existencia de un primitivo hombre de las cavernas. "Desde su aparición
en la Tierra -explica Goyén Aguado- , el hombre reemplazó la falta de conocimiento
con imaginación. Lo que ignoraba era temido y por eso nacieron los mitos como
posible explicación o revelación". "El mundo subterráneo era pavoroso para
él. Así surgió el Tártaro, un profundo
abismo habitado por monstruos ciegos, deformes y tristes. En la distribución del mundo que la mitología
hizo entre los dioses, a Neptuno, junto con el poder sobre la aguas, le correspondió
el universo secreto de las simas". "Vulcano,
cojo y deforme, poseía sus fraguas en el ceno de los volcanes. Los Titanes fueron
desterrados a las tinieblas por su maldad. Polifemo fue pensado como un cíclope
malvado que vivía en una gruta cuando se apoderó de Ulises. Y para los
nórdicos, en los abismos subterráneos vivían los enanos forjadores del metal,
los gnomos, espíritus funestos para el hombre”.
A diferencia de lo que ocurre en otros
países, la espeleología no tiene base académica en la Argentina. No es una
carrera universitaria. "Por eso, cada vez que iniciamos una expedición, la
planificamos con biólogos, paleontólogos, arqueólogos. Nosotros somos algo así
como los primeros exploradores, los que abrimos las puertas para, luego,
facilitar el trabajo de los científicos. En realidad, nos necesitamos unos a
otros." Saltos de agua y lagos subterráneos; sifones, simas y abismos de
profundidades desconocidas; columnas, velos y estalactitas que a veces
acarician las estalagmitas; salas de cincuenta metros de alto y galerías
interminables, algunas de ellas de hasta cien kilómetros de recorrido.
Temperaturas estacionadas entre 4 y 7 grados. Humedad. Silencio. Y oscuridad.
En ese mundo se mueven, a veces como topos, a veces como pájaros, los
espeleólogos. "¿Qué siento? Una paz
formidable -dice Goyén Aguado-. No hay agresión. Es como estar suspendido en el
tiempo. Es como volver al vientre de la madre. Como dicen en el Norte, reencontrarse
con la Madre Tierra, con la Pachamama."
La vocación de Goyén Aguado nació como una obsesión literaria alrededor de una novela de Julio Verne |
Investigan. Encuentran muchas respuestas,
pero las preguntas nunca se terminan. ¿Cuánto falta por conocer todavía de ese
mundo increíble y complejo de las sombras, modelado desde los orígenes mismos
del planeta? "Hay mucho por ver en el reino de las tinieblas, en eso que
nosotros llamamos el sexto continente", resume el explorador,
atrincherado en su vieja oficina de un primer piso de la Avenida de Mayo al
600, repleta de papeles y mapas, de fotografías, carpetas y libros que van del
suelo al techo.
ME APASIONA ESTA LECTURA, VOY REVIVIENDO ENSEÑANZAS DE MI PADRE EN MI NIÑEZ, ENRIQUSIENDOME. CON EL MATERIAL GRACIAS.
ResponderEliminarGracias por escribir Juana!
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