viernes, 18 de enero de 2013

ENRIQUE CASTILLO RINCÓN Y JUAN MORICZ, UN ENCUENTRO NOTABLE





Segundo libro de Castillo Rincón

Los que venimos siguiendo la historia desde hace ya muchos años, de los tesoros que se encontrarían en las famosas cuevas de “los Tayos”, dentro de un sistema  de innumerables cavernas poco exploradas en la Amazonía Ecuatoriana- peruana, y de su descubridor, el ya fallecido húngaro-argentino, Juan Moricz, nos encontramos con datos interesantes en un libro que llegó a mis manos en el año 2006: Ovni La Gran Alborada Humana Tomo 2  del ingeniero Costarricense Enrique Castillo Rincón; año en el que tuve la oportunidad de presenciar una conferencia suya en un congreso mundial sobre el fenómeno Ovni en Buenos Aires.  Castillo Rincón es considerado por muchos investigadores uno de los pocos contactados “verídicos”. Él alega haber interactuado en cinco ocasiones con seres extraterrestres pleyadinos y haber recibidos proféticos mensajes, así como valiosa información sobre diferentes cuestiones.
 El relato que hace Rincón en el capítulo cuatro de su libro, viene a seguir confirmando, si bien no la realidad de la existencia de la biblioteca de láminas de oro- así como esqueletos de “seres” y otros tesoros, como pregonaba Juan Moricz-, sí  la insistencia de su descubridor en esta increíble historia; lo que demuestra que Moricz siguió fiel a su relato durante toda su vida.
Juan Moricz estudiando bloques de piedras en la Cueva de los Tayos
 Cuenta Castillo Rincón, luego del primer congreso Ovni internacional de Guayaquil (Diciembre de 1977) lo siguiente:

Entre los interesados en hablar conmigo, se encontraba un señor que fue a escuchar mi conferencia. A través de Mónica (Williams) y Violeta (de Zambrano), me hizo una invitación para conocernos personalmente, entrevista que se dio en la oficina de dicho señor y su abogado.
 Su nombre, Juan Moricz. Este señor dijo haber realizado un hallazgo sensacional. Encontró en un territorio cercano a los temidos “reducidores de cabezas”, una tribu indígena llamada “Los Jibaros”, según los informes, una tribu altamente peligrosa que cuando capturan a un enemigo, le reducen su cabeza por medio de un sistema que solo ellos saben y que según declaraciones de otros, por fin se ha logrado saber como los reducen. Juan Moricz cuenta que esas cavernas llamadas “La Cueva de los Tayos”, sumamente extensas, han sido depositarias por cientos de años, quizá miles, de una “biblioteca” escrita en láminas muy finas de oro, con escrituras y símbolos extraños, que  según  diría Moricz después, hablaba sobre el verdadero origen de la raza humana y su aparición en la Tierra. Estas láminas, -según me dijo- las tenía en una caja de seguridad de un conocido banco de Guayaquil, conjuntamente con otros objetos de oro, aparentemente labrados por los pobladores de esa región hace unos dos mil años. Un sacerdote de la comarca, el Padre Crespi, había logrado coleccionar varios objetos de oro que le regalaban los indígenas de la zona con grabados y extraños símbolos también. Tantos tenía, que había logrado tener su propio museo particular. Según me contaba Moricz, tenía ya una denuncia contra el famoso escritor Erich Von Daniken, quien en su libro publicó fotos y daba a entender que él era el que había descubierto dichas cuevas. Moricz me comentó también, que pronto daría a conocer el contenido de las láminas y las pondría en manos de alguna autoridad que le diera garantías de que no serían decomisadas. Las cuevas eran muy extensas y las paredes de las cuevas,- contaba Moricz- estaban cortadas perfectamente como con una máquina que se hubiera deslizado por sus paredes. ¿Pero quién en esa época tenía maquinarias para realizar tal prodigio? Decía haber encontrado una especie de mesa enorme y bloques de piedra a manera de asientos, que solo una raza de cíclopes de dos y medio metros de altura podrían sentarse o utilizarlas allí. Me contó también, que entre las múltiples personas  que ha tenido que atender en razón de su descubrimiento, estaban los Mormones, que en más de una ocasión  le habían ofrecido responder de los gastos de un buen equipo de exploradores, para lograr fotografiar y penetrar a las profundas “Cuevas de Los Tayos”. Los Mormones tenían especial interés, en vista de que en los albores del mormonismo, se había dicho que Jesucristo había estado en América después de su resurrección, según unas tablas que había traducido José Smith dadas por un personaje llamado Moroni. La Iglesia Mormona Había tomado especial interés en este caso, para poder probar que el libro de Mormón no mentía. Cosa que hasta el momento no se ha podido probar. Entre la conversación surgió la posibilidad de poder visitar las cuevas con él, en la próxima  
expedición que pensaba realizar, me dijo tener confianza conmigo y que pronto me informaría la fecha. Esta invitación nunca se cumplió. Juan Moricz nunca dio a conocer  sus láminas de oro a la humanidad, y este asunto se perdió en el olvido. Si eran tan importantes para toda la raza humana, ¿por qué nunca las enseñó a los medios de comunicación o a través de un museo? Si las láminas eran tan valiosas no solo en metálico, sino por el valor arqueológico y lo que representaba para el mundo, ¿por qué no las hizo conocer de nadie? Hoy ya cayó todo en el olvido y no se ha vuelto a hablar de semejante descubrimiento tan importante. El señor Juan Moricz murió hace unos años. No sabemos a quién le confió o heredó tan significativas reliquias arqueológicas, ¿o fue que realmente nunca existieron?
 Sin embargo, el Dr. Gerardo Peña Matheus (doctor en jurisprudencia), abogado de Juan Moricz, le escribió una carta muy interesante a mi amigo David Padrón L, en respuesta a una misiva que mi amigo le había enviado a Guayaquil, con fecha del 3 de Enero de 1977. David impresionado y muy interesado en saber cuando se iba a hacer de dominio público tal tesoro arqueológico, se había enterado por un libro y algunos artículos que se llegaron a publicar en algunos periódicos y revistas.
He aquí la carta de respuesta:
 “Señor
David Padrón L.
Urb. Caribe Calle Sucre n° 34-21
Catia, Caracas 103
Venezuela-
Estimado señor:
 En respuesta a tu carta del 3-1-77, encantado de informarle lo siguiente:
1)      Es un hecho que el Señor Moricz ha descubierto en el Ecuador un mundo subterráneo,  el cual está formado por un sistema de túneles, corredores, cavernas y piedras de la época cíclope en las profundidades de la tierra. La existencia o descubrimiento de este lugar fantástico y maravilloso, fue hecho público por el Señor Moricz el día 24-6-69, cuando él formalmente anunció la existencia de la misma al Gobierno Ecuatoriano. Esta es una realidad y ha sido probada ocularmente por la travesía de muchos kilómetros de ella, y por la toma de muchas fotografías.
2)      El Señor Moricz también ha anunciado es descubrimiento en el interior del sistema de túneles de una “Librería Metálica” y de varios objetos arqueológicos etc.,  la existencia de los cuales no ha podido ser probada ni fotografiada por nadie. Una expedición está siendo preparada para el éxito del sitio del descubrimiento. Infortunadamente los preparativos están paralizados debido a la distancia y a la dificultad en llegar al sitio de las cuevas o cavernas (en la jungla amazónica) y la falta de instrumentos esenciales.
3)      El Señor Von Daniken, no ha estado nunca con nosotros en el sitio del descubrimiento, y la versión publicada en el libro “Aussat Und Kosmos” es el resultado de una narración que fue hecha por el Señor Moricz a ël.
4)      Información adicional, profusamente ilustrada, puede ser encontrada en las publicaciones siguientes:
a)      Periódico “El Telégrafo”, de Guayaquil, de fecha 28-9-69.
b)      Periódico “El Comercio”, de Quito, de fecha 28-9-69
c)       Revista “Visión”, del 21-11-69, pág. 60-B
d)      Revista “El Vistazo”, Guayaquil, Dic. 1969.
e)      Revista alemana “Stern”, n° 41, del 19-10-72, pág. 152/57
f)       Revista alemana “Der Espiegel”, n° 12, del 19-3-73, pág. 142.
g)      Revista “El Vistazo”, Guayaquil, Febrero de 1974.
5)Yo personalmente he comprobado la existencia del mundo subterráneo, ya que formé parte de la expedición MORICZ  1969, que descendió a las profundidades de la tierra, y creo que esto constituye un descubrimiento maravillosos, lo cual bordea con lo fantástico.-
6) El Señor Moricz me ha pedido, que te asegure que el resto de los objetos descubiertos por él, realmente existen y que él los considera de una grandeza histórica y de una importancia arqueológica para la humanidad.
 Agradeciéndote el interés que has mostrado al requerir más detalles de estos descubrimientos, y en la espera de que tu inmenso interés haya sido satisfecho, se despide de ti.
 Firma:
Gerardo Peña Matheus”
Nota: El Dr. Peña Matheus envió la carta sin fecha, es muy posible que la carta haya sido contestada en el mes de Febrero de 1977. 


Luego de leer este capitulo, pensamos una vez más que Juan Moricz decía la verdad sobre sus descubrimientos. Enrique Castillo Rincón se preguntaba por qué nunca se dio a conocer tales hallazgos. La respuesta es sencilla: Moricz nunca consiguió que se cumplan los requisitos adecuados para salvaguardar los tesoros, ni siquiera reunir una junta de notables, que diera garantía sobre los invaluables objetos que se hallan en esas cavernas y, sobre todo, lo que dichos tesoros nos revelarían sobre los orígenes de la especie humana y su evolución como civilización, cosa que pondría nuestra prehistoria patas arriba. Tengamos en cuenta que Moricz venía de tener una ingrata experiencia con la fallida expedición del escoses Stanley Hall y su equipo de científicos y militares ingleses, durante el año 1976. Dicho sea de paso, ellos no lograron encontrar nada parecido a lo que Moricz descubrió. Sin la colaboración de su descubridor, les fue imposible llegar a las salas que albergan la biblioteca dorada.

 También se preguntaba Castillo Rincón, a quién Moricz heredó dichas reliquias. Hoy sabemos que por lo menos confió en el espeleólogo Vasco-argentino Julio Goyén Aguado (también ya fallecido), a quien guió hasta las cavernas donde se encuentran los fantásticos tesoros, siendo por ende Goyén Aguado la otra persona que conoció y que vio con sus propios ojos estos hallazgos; lo cual nos fue confirmado personalmente por familiares y amigos  de Goyén.

Otro detalle interesante, es la confirmación de que Moricz tenía en cajas de seguridad en bancos del Ecuador, parte de las láminas y otras piezas de oro por él encontradas en sus innumerables periplos por las profundidades de los túneles sudamericanos. Hoy sabemos también que Julio Goyén Aguado, poseía objetos recibidos de parte de Juan Moricz en cajas  de seguridad en bancos de Buenos Aires. Los dos custodiaron con firmeza espartana muchos de estos secretos. Dos titanes de la ciencia y la exploración. Hombres irrepetibles.

 Escribía Enrique Castillo Rincón en el libro, que esta historia había caído ya en el olvido (dicho libro se publicó en el año 2000). Nosotros, así como otras personas como Javier Stagnaro, Guillermo Aguirre, Debora Goldstern, Manuel Palacios, Peña Matheus, Alex Chionetti (a las que considero las más autorizadas y honestas en este cinematográfico y fantástico tema), tratamos dentro de nuestras posibilidades, de precisamente lo contrario: que se siga recordando a Juan Moricz, y se siga investigando "Las Cuevas de los Tayos", donde creemos, se encuentra la respuesta a todos nuestros interrogantes como civilización Americana y también donde nuestra tan vapuleada región del mundo encontrará, pese a los "de arriba", su verdadero e imparable resurgimiento.

Expedición del año '69, en la que participó el abogado de Moricz, Peña Matheus. Estructura ciclópea en el interior de la caverna


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