En el grupo que participé, y que Julio Goyen Aguado(1) lideraba y formó, él
supo juntar en el CAE (Centro Argentino de Espeleología)(2), una cantidad de
excelentes profesionales y técnicos con
experiencias científicas en ciencias que él aplicó para beneficio del trabajo
espeleológico. También nos influyó con sus experiencias e incentivó, como buen
empresario que era. Su perfil carismático operó de muy diversas formas en cada
quien que fue participando del Centro.
Allí, luego de conocernos y compartir aprendizajes nuevos, cada uno
adquirió variados intereses y, en forma natural, fueron tomando todos caminos
hacia lugares elegidos. Nuevas experiencias, nuevos aprendizajes.
Ocurrió algo que en pocos lugares sucede: la sorpresa ante el
descubrimiento del encuentro con las cavernas, dando lugar a complejos y
simples encuentros consigo mismo. Muchos notables y originales caminos nunca
antes transitados.
El vasco era una persona carismática y con un poder de
vinculación dentro de la sociedad porteña muy bien posicionada. Sus amigos
provenían de todos los órdenes de la cultura y la sociedad en general.
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Julio Goyén Aguado y Gustavo Cavallo en Capilla del Monte, Córdoba. (foto archivo G. Cavallo) |
Para la diversidad de personajes que conformaban el
CAE, esto daba una plataforma para desarrollarse en cada especialidad o
profesión que las expediciones propuestas hicieran falta. El aporte voluntario
de cada trabajo espeleologico, logístico, etc., daba un valor al
compañerismo y la unión del grupo. Así me tocó observar que cada uno fue
adquiriendo a través de los años una característica personal volcada al desarrollo
de valores interiores.
El vasco poseía una paleta de personajes vinculados a diversas culturas
espirituales y las cuales las compartía y motivaba al acercamiento a cada una
de ellas. Él en si mismo mostraba una inusual inquietud por diversas culturas y
misterios de la antigüedad. Poco a poco cada uno fue conociendolas.
Esto llevo a que algunos siempre dudarán de las experiencias
contadas por el vasco, y otros continuaran investigandolas. En el caso
específico del grupo creado para ir a Perú, con Ernesto Cabrejo(3), a cuyo viaje
no fui, pero sí participe de todo lo relacionado con él, salvo a las reuniones
secretas con Cabrejo. Él los preparó para que espiritualmente tuviesen algún
conocimiento de los miles que Don Ernesto sabía. Julio preparó el entrenamiento
físico-logístico . Todos participamos de esos entrenamientos. Ellos
partieron con muchas dudas y espectativas, sabiendo que luego en el
lugar les serían revelados algunos secretos allí ocultos. Más tarde, al
regresar el grupo, supe que las cosas no habían resuelto las espectativas de
nadie. Incluso que hubo un requerimiento, el cual Julio no quiso cumplir en el
lugar; algo relacionado con una ceremonia para acceder a otra etapa. Al parecer
esto frustró toda siguiente evolución en un sentido más profundo. Ocurrió en
Marcahuasi.
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Ernesto Cabrejo (cortesía familia Cabrejo) |
Luego de esto, el grupo siguió funcionando en torno a
las cuestiones espeleológicas. Para mí hubo un viaje que sí me reveló esas
cuestiones misteriosas que conocía Cabrejo. Yo continué con varias líneas de aprendizaje,
visitándolo durante un año a su casa, recibiendo mucha información y hablando
de diversos temas misteriosos e interesantes que solo él sabía. Así fue hasta
que él decidió ir a visitar al "Taitita" Escudero, "el
Gigante" . Ese ser antediluviano y de una vida longeva, vivía
cerca de ocho siglos, o más. Este ser es un ser que solo podían contactar
elegidos. El ser durante algunos siglos, posteriores al cataclismo, según me
contará Cabrejo, había vivido en condiciones salvajes, comiendo humanos. Esto
ocurrió hasta que fue reeducado y acondicionado por otros seres superiores que
le dieron una tarea especial. Él era un entrenador de algunos humanos, que
podrían entender y captar cuál era el orden Universal. Antes, el gigante, no
podía acercarse a los seres humanos ya que las emanaciones glandulares de estos
despertaban su apetito voráz. Aparentemente este vivía en la selva, en lugares
intraterrenos. A veces también se aparecía en lugares públicos. Poseía poderes
telepáticos y de bilocacion. Podía ver a increíbles distancias, miles de
kilómetros, hechos o sucesos que ocurrían en otros lugares. Al regresar Ernesto
de su viaje, ya sabía le quedaban unos
pocos meses de vida. Así lo supe luego por los dichos de Edith, su
esposa, quien siempre lo acompañó, cuando lo visité, en su
departamento de Once, en Capital Federal.
Por eso es que quizás el grupo de viajeros que acompañaran a
Ernesto a Perú, no volvieron a visitarlo ni a interactuar con sus
conocimientos.
Ricardo Barroca era un asiduo visitante del Centro, pero no
participaba regularmente de las expediciones; si visitó algunas veces, pocas, a
Ernesto.
Fui un testigo periférico del malogrado viaje de investigación de
los misterios de Perú, pero si vi esos detalles que dieron una sintomatología que
muchos años más tarde, darían una perspectiva distinta del resto de esos
participantes. Ellos, eran varios, profesionales de distintas disciplinas,
personas correctas, buenas, de buen corazón. Tenían muchas espectativas y eran
muy cerebrales.
A los fines prácticos de Cabrejo quizás demasiado cerebrales, muy
cientificistas.
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G. Cavallo, J. Goyén Aguado y el Dr Muller en Machu Pichu, Perú (archivo G. Cavallo) |
Pasados unos 35 años volví a reencontrarme con ellos. Cuando nos
conocimos vi que algunos habían iniciado caminos de autoconocimiento como
Milillo Peletier, quien junto a Pisano, concurrirán a la escuela de
Mashelajovic de estudios de Gurdgieff o el contador Eduardo Vigo, quien estudió
profundamente al Swami Vijoiananda, a través de su discípulo el Sr Esteban
Morgado; este fue también compañero de Julio, en su etapa de devoción por el culto
de la Rama Krishna Misión de Gaspar Campos, en Bella Vista. También visité y me
instrui con él, incluso viajando a El Bolsón, dónde residió hasta su
muerte Don Morgado.
Esto ocurrió en la década del ‘80. A fines de esa década emigré al
interior del país poniendo 1600 km de este pasado de misterios expediciones y
aventuras.
En 2016 regresé a Bs. As., y, un tiempo después, volví a verlos,
reuniéndonos a cenar en El Obrero (bodegón de la ciudad de La Boca).
Aún tenía fresco los hechos que dieran sentido a muchos
interrogantes de mí juventud. Cuando comencé a investigarlos, solo quería
encontrar un ciudad subterránea e irme a vivir allí y no regresar nunca. A
través de las experiencias pude capitalizar muchas enseñanzas y aprendizajes
que me hicieron comprender lo importante del conocimiento interno que había en
mí. Lo importante que fue para muchos estás experiencias en diversos sentidos.
Mí visión de los hechos como testigo de los fenomenos descriptos por Cabrejo,
me dieron pautas suficientes para creer en él y sus relatos.
En mí primer viaje comprobé la existencia en Perú de un ser de
los denominados Uros, el cual Julio nos llevó a encontrar por indicaciones de
Ernesto. Fue allí que mí mente hizo un "inside"; también visité
el museo Larco Herrera, viendo un mundo totalmente distinto del narrado por la
historia colonial.
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Museo Larco Herrera (Lima, Perú). Foto G. Cavallo |
Pude comprobar que hace 800 o más años, existían los encuentros
multiculturales entre chinos, egipcios, americanos y peruanos-incas. También
Dick Edgard Ibarra Grasso(4), nos había enseñado arqueología y sus
explicaciones completaron por derribar la conceptualización clásica.
Cuando nos juntamos con el antiguo grupo del CAE, fue un viaje al
futuro, en un instante todo aquello que conocí, viví y mis experiencias, eran
historia. El vasco había fallecido unos años atrás. Todo y todos eran
diferentes, algunos habían fallecido, otros con alzheimer; algunas ausencias
dejaban las historias truncas. Los sobrevivientes del grupo del Perú, del viaje
en busca de los misterios, hablaban de eso como algo poco interesante, o una aventura
turística, otros, creían que el vasco estaba un poco loco, y que solo habían
participado por los viajes. Evidentemente sus puestos de importancia
empresarial ya habían tapado esas experiencias extrañas de la juventud. No
habían continuado buscando resolver ninguno de los tantos misterios que había
planteado el Vasco.Todo era como una ilusión fantástica que solo fuera vivida
en un instante por mí. Ya no había así nadie que contara estás o aquellas
experiencias y las mías aunque pobres, eran auténticas, veraces, pese a las de
mis ex compañeros aferrados a sus presentes. Luego de la cena me fui como quien
volvió a una dimensión equivocada, un tiempo donde en las mentes de algunos,
las cosas dejaron de ser las compartidas.
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Gustavo Cavallo con miembros del CAE en una expedición a la Caverna de Las Brujas (Mendoza). Archivo G. Cavallo |
Pablo Basterrechea en companía de Gustavo Cavallo |
(1) Espeleólogo de origen vasco, conocido por su relación con el misterio de las cavernas de los Tayos y por ser pionero en la espeleologia argentina, amén de muchas investigaciones dentro de lo que se consideraba Realismo Fantástico.