Don Alejandro Mazzaglia, conocido también por su apodo de Cacho, era dueño de un un "mercadito", en el Cerro de las Rosas, barrio de la ciudad de Córdoba, por el año 1962 y su gran pasión, consistía en salir a cazar vizcachas, por lo general a la Pampa de Olaén, en las sierras de Viarava.
Siempre salía de cacería, con un amigo entrañable, quién lo acompañaba en todas sus expediciones. Esa tarde, luego de los preparativos, salieron a Olaén y ya instalados en el lugar preferido, optaron como de costumbre, a separarse uno del otro, más o menos unos quinientos metros en líneas paralelas a los fines de obtener mejor cacería.
En la oscuridad de la noche, Cacho Mazzaglía, vio en el campo, una luz muy potente y sumamente recta que calculó sería de otro cazador, pero llamó su atención, el haz de luz que producía. Atenaceado por la curiosidad, se aproximó a dicha luminosidad y cuando estuvo muy cerca, iluminó con su linterna al otro cazador y entonces, pudo ver algo que lo paralizó de temor, pues esa persona que había alumbrado, era de gigantesca estatura, pues medía como dos metros con cuarenta centímetros, todo vestido de negro, con una capa corta de ese mismo color y calzaba botas negras y brillantes, como si fueran de charol o algo parecido.
Pudo percibir, en los instantes en que se quedó paralizado de terror que un frío glacial, envolvía al extraño ser que tenía cerca suyo y que tampoco advertía su presencia, como si no lo hubiera visto ni le importara, tenerlo tan cerca. El hombre vestido de negro, si tal podemos definirlo, no llevaba arma alguna y en su mano derecha, portaba una especie de vara, de unos sesenta centímetros de largo, la que irradiaba una poderosa luz blanca y recta que se perdía en la oscuridad de la noche.
Con evidente miedo humano, pues estaba frente a algo desconocido, Cacho Mazzaglia se alejó del lugar sin tratar de iluminarlo nuevamente y sintiendo eso sí, un frío de hielo, en rededor de ese cuerpo tan alto y delgado que tenia cerca suyo. El frustrado cazador de vizcachas, en cuanto pudo, escapó corriendo, de ese ser de otra dimensión y tratando de no iluminarlo, para evitar cualquier reacción de ese ser que se puede catalogar sin temor a equivocaciones que pertenece a otro mundo dimensional. En contados minutos, Mazzaglia estuvo al lado de su amigo y en breves palabras, le narró lo sucedido. Lo increíble fue que también al otro cazador de vizcachas, le apareció de improviso un extraño individuo, vestido lo mismo que el aparecido a Cacho Mazzaglía, llevando una varilla en su mano, con la cual iluminaba a cualquier distancia y produciendo a su alrededor, un frío espantoso que podía congelar a una persona, teniéndola más o menos cerca.
Los dos cazadores subieron rápidamente al auto de Mazzaglia y partieron por el camino, como una exhalación. La experiencia que habían vivido esa noche no la podrían olvidar jamás. Eran sin duda, las mismas personas que habitaban en las profundidades de la tierra, de allí que llevaban esas varillas que no eran otra cosa que "huaras" o "waras", lo mismo que tenían los Diaguitas, Calchaquíes o Comechingones y los incas peruanos.
Eran los famosos "hombres que no son hombres" que cuantas veces han visto los estudiosos o los lugareños que pasan entre las rocas o penetran en ellas, lo mismo que las vírgenes cósmicas que pasan entre los enmarañados montes, sin dañarse el cuerpo ni sus blancos vestidos.
Estos seres de formas digamos que casi humanas viven en otra dimensión distinta de la nuestra que es estereoscópica o tridimensional. Ellos son incorpóreos, espirituales o adimensionales. Sus características son similares, pero pueden diferenciarse en pequeños problemas, unos de otros, pero en definitiva, siempre son lo mismo, "hombres que no son hombres".
Relato perteneciente al libro Cuentos de un Mundo Perdido (Prof. Dr. Guillermo Terrera, 1993, para editorial Patria Vieja, Escuela Hermética Primordial de las Antípodas y Fundación para el estudio de las Ciencias del Hombre).
Pro. Guillermo Terrera |
preparate Timoteo porque vamos a ir a tomar mates!!!!!
ResponderEliminarRecuerdo de una vez que un buen amigo... vino a verme... estaba en lo de don pedro romaniuk... y de pronto me encuentro frente a frente con el doctor terrera...y el sr acoglanis.... y estaba con mi papa Osvaldo...!! grande fue la alegría!!! al poder charlar de los temas de capilla... mi padre que hablaba de los arbóreos...y don terrera que aportaba sobre sus conocimientos sobre los """MIHDRILL"""" EL SHENDRELL"" y las armas de odin..agradezco... el poder habido compartir esos momentos con el inefable grabador!!gelosso!! que le habían regalado a don pedro!!!lo que no se donde fueron a parar esas cintas que hablaban de los runas!!!!
Hola spagna, yo he oído hablar de romaniuk a través de un argentino que se llama Marcelo Gabriel silva Vargas que trabaja vendiendo pirámides en españa que al parecer curan algunas enfermedades y tienen otras aplicaciones. Gabriel tiene varios libros en los que habla sobre los hombres de negro, habitantes intraterrestres y runas que se usan para hacer prácticas con todo el cuerpo. Una de las más importantes revelaciones que pudieron hacer algunos hombres en el siglo XX fue que había un grupo de alemanes que se separó de nuestra civilización y crearon otra más avanzada y armónica con la naturaleza en los polos y en grandes cavernas bajo tierra compartiendo espacio con esos habitantes extraños que viven allá abajo nuestros pies y por eso desde la segunda guerra mundial hay más casos de hombres de negro (que los hay de nuestra civilización pero intentan asustarnos para que no investiguemos algunos temas prohibidos o perseguirnos y silenciarnos para siempre y también de parte de esos alemanes o otros pueblos intraterrestres que custodian algunas entradas, son vistos a veces por error o ponen a prueba a personas para ver si dominan sus miedos y pueden ayudar a hacer un mundo mejor) y también de ovnis que al parecer los habrían inventado los alemanes sin perjuicio de que también los usen otros pueblos.
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