“Sí, a la Caverna de Las Brujas puede ir, allí hay buenas
energías, energías positivas”. Siempre me pregunté qué quiso decir el gran
espeleólogo vasco-argentino Julio Goyén Aguado (1941 -1999) a una espeleóloga
que conocí, quien me refirió este comentario.
En el extremo sur de la
provincia de Mendoza, se encuentran bajo el cerro Moncol una serie de profundas
galerías formadas a través de millones de años. Cuentan las leyendas, que su nombre (de Las Brujas) se originó en las
ceremonias y danzas que hacían en sus oquedades, los nativos de la región,
cuando los fuegos de las hogueras
provocaban sombras similares a seres tenebrosos o brujas en sus rocosas
paredes. Otro relato nos dice que dos mujeres cautivas, escaparon de una tribu
y se refugiaron en la caverna y que en una oportunidad los pobladores vieron
salir de esa cavidad dos grandes lechuzas, suponiendo que estas mujeres se
habían convertido en aves para escapar. Luego, comenzaron a verse también dos
mujeres sucias y andrajosas que al anochecer salían y volvían a ingresar en la
cueva.
Parece ser que lo
misterioso y paranormal nunca abandonó esos túneles.
Regresando a Julio Goyén
Aguado, la licenciada Bettina Allen -discípula del famoso explorador de las también
famosas Cuevas de los Tayos, Juan Móricz-, nos cuenta que en la década de los ’70,
fue testigo del comentario de G. Aguado, refiriéndose a una experiencia que él
vivió junto a un compañero en una sala
de la Caverna de las Brujas: creyeron entrever, fusionado con las ambiguas y sobrecogedoras sombras, en esas tinieblas sin fin, una silueta con forma de gota de lluvia
(así lo describió Goyén). Experiencia que, según ellos, les transmitió una sensación de paz. Podría decirse que
Goyén Aguado, con más de 80 expediciones a Las Brujas, y su equipo, fueron prácticamente los primeros en explorar e
investigar esas oscuridades. Este célebre espeleólogo, creía que la Caverna de
las Brujas, con sus inexplorados y laberínticos túneles, comunicaría, a través de
la Cordillera de los Andes, con las cavernas ecuatorianas llamadas de Los Tayos,
donde en sus más misteriosas profundidades, habitaron (o habitan actualmente) alguna
desconocida civilización pre-diluviana. Otra experiencia hasta ahora inexplicable
en esta caverna, nos la refiere el investigador y miembro del centro de
investigación de Julio Goyén Aguado, Javier Stagnaro, en su libro Austerria,
Los Túneles de Agharta en América (pág.87).
En una exploración (1990) en la que
participó con varios científicos y con G. Aguado como director, ocurrió que a todos
a la vez se les quemo las lámparas de sus respectivas linternas, a tal punto
que Goyén tuvo que soltar la suya por el calor que esta despedía; Javier
Stagnaro dice que las explicaciones esgrimidas por los científicos no lograron
convencer a todos los allí reunidos. Otro
relato, estremecedor por cierto, es narrado por el destacado investigador Gustavo
Fernández: una noche, junto con dos acompañantes, pernoctando en la caverna,
soñó con dos entidades humanoides de largos cabellos blancos, con vestimentas
pálidas, que desde el fondo de esa sombría sala les ordenaban que se retirasen,
y a la siguiente noche tuvieron que abandonar la caverna porque empezaron a
escuchar "voces, susurros, gemidos y pasos" que se acercaban desde el fondo de
esas oquedades…Goyén Aguado y un compañero explorando La Caverna de las Brujas |
Como detalle curioso
si se quiere, hay en una de las paredes, de una de sus incontables galerías, una figura que es llamada “la máscara de la
bruja”. El ya nombrado investigador Javier
Stagnaro nos pregunta risueñamente, si en realidad dicha figura no se parece más
a “un gris”, el estereotipo del ser alienígena.
Más allá de los enigmas que demuestra poseer La caverna de las
Brujas, se han realizado a través de los años, en este cavernamiento, dos
interesantes experimentos, llevados a cabo por el Centro Argentino de Espeleológia (CAE) de
Julio Goyén Aguado. Consistían las experiencias, en estudiar el comportamiento psíquico y físico de un ser humano, habitando
por varios días en el interior de la caverna. El primero tuvo lugar en el año
1974 con el espeleólogo Flavio Riverti como protagonista, quien se estableció
por cinco días en su interior. El segundo ensayo, ya en el año 1981, fue
experimentado por otro miembro del CAE, Carlos Benedetto, viviendo sin compañía,
quince días en esta famosa caverna.
G. Aguado y miembros del CAE en Las Brujas |
Para ilustrar y
completar estas investigaciones, presentamos este video, elaborado por el documentalista
Andy Pruna y el Centro Argentino de Espeleología, recreando ficcionalmente las
experimentaciones científicas de habitabilidad en la Caverna. Esta filmación corresponde
a la década de los '80 y nos es presentada gracias a la encomiable labor de
Javier Stagnaro.
Fuentes:
-Archivo Javier Stagnaro
-Canal de Youtube: Centro de Armonización Integral
-Youtube: Programa En el camino, ruta 40 Malargue, Mendoza (TN)
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