martes, 30 de diciembre de 2014

LA CAVERNA DE LAS BRUJAS, CIENCIA, MISTERIOS Y ALGO MÁS...

“Sí, a la Caverna de Las Brujas puede ir, allí hay buenas energías, energías positivas”. Siempre me pregunté qué quiso decir el gran espeleólogo vasco-argentino Julio Goyén Aguado (1941 -1999) a una espeleóloga que conocí, quien me refirió este comentario.
 En el extremo sur de la provincia de Mendoza, se encuentran bajo el cerro Moncol una serie de profundas galerías formadas a través de millones de años. Cuentan las leyendas, que su nombre (de Las Brujas) se originó en las ceremonias y danzas que hacían en sus oquedades, los nativos de la región, cuando los fuegos de las hogueras  provocaban sombras similares a seres tenebrosos o brujas en sus rocosas paredes. Otro relato nos dice que dos mujeres cautivas, escaparon de una tribu y se refugiaron en la caverna y que en una oportunidad los pobladores vieron salir de esa cavidad dos grandes lechuzas, suponiendo que estas mujeres se habían convertido en aves para escapar. Luego, comenzaron a verse también dos mujeres sucias y andrajosas que al anochecer salían y volvían a ingresar en la cueva.
 Parece ser que lo misterioso y paranormal nunca abandonó esos túneles.
Goyén Aguado y un compañero explorando La Caverna de las Brujas
Regresando a
Julio Goyén Aguado, la licenciada Bettina Allen -discípula del famoso explorador de las también famosas Cuevas de los Tayos, Juan Móricz-, nos cuenta que en la década de los ’70, fue testigo del comentario de G. Aguado, refiriéndose a una experiencia que él vivió junto a un compañero en  una sala de la Caverna de las Brujas: creyeron entrever, fusionado con las ambiguas y sobrecogedoras sombras, en esas tinieblas sin fin, una silueta con forma de gota de lluvia (así lo describió Goyén). Experiencia que, según ellos, les transmitió una sensación de paz. Podría decirse que Goyén Aguado, con más de 80 expediciones a Las Brujas, y su equipo, fueron  prácticamente los primeros en explorar e investigar esas oscuridades. Este célebre espeleólogo, creía que la Caverna de las Brujas, con sus inexplorados y laberínticos túneles, comunicaría, a través de la Cordillera de los Andes, con las cavernas ecuatorianas llamadas de Los Tayos, donde en sus más misteriosas profundidades, habitaron (o habitan actualmente) alguna desconocida civilización pre-diluviana. Otra experiencia hasta ahora inexplicable en esta caverna, nos la refiere el investigador y miembro del centro de investigación de Julio Goyén Aguado, Javier Stagnaro, en su libro Austerria, Los Túneles de Agharta en América (pág.87).
 En una exploración (1990) en la que participó con varios científicos y con G. Aguado como director, ocurrió que a todos a la vez se les quemo las lámparas de sus respectivas linternas, a tal punto que Goyén tuvo que soltar la suya por el calor que esta despedía; Javier Stagnaro dice que las explicaciones esgrimidas por los científicos no lograron convencer a todos los allí reunidos.  Otro relato, estremecedor por cierto, es narrado por el destacado investigador Gustavo Fernández: una noche, junto con dos acompañantes, pernoctando en la caverna, soñó con dos entidades humanoides de largos cabellos blancos, con vestimentas pálidas, que desde el fondo de esa sombría sala les ordenaban que se retirasen, y a la siguiente noche tuvieron que abandonar la caverna porque empezaron a escuchar "voces, susurros, gemidos y pasos" que se acercaban desde el fondo de esas oquedades…
 Como detalle curioso si se quiere, hay en una de las paredes, de una de sus incontables galerías, una figura que es llamada “la máscara de la bruja”.  El ya nombrado investigador Javier Stagnaro nos pregunta risueñamente, si en realidad dicha figura no se parece más a “un gris”, el estereotipo del ser alienígena.

Más allá de los enigmas que demuestra poseer La caverna de las Brujas, se han realizado a través de los años, en este cavernamiento, dos interesantes experimentos, llevados a cabo  por el Centro Argentino de Espeleológia (CAE) de Julio Goyén Aguado. Consistían las experiencias, en estudiar el comportamiento  psíquico y físico de un ser humano, habitando por varios días en el interior de la caverna. El primero tuvo lugar en el año 1974 con el espeleólogo Flavio Riverti como protagonista, quien se estableció por cinco días en su interior. El segundo ensayo, ya en el año 1981, fue experimentado por otro miembro del CAE, Carlos Benedetto, viviendo sin compañía, quince días en esta famosa caverna.
G. Aguado y miembros del CAE en Las Brujas

 Para ilustrar y completar estas investigaciones, presentamos este video, elaborado por el documentalista Andy Pruna y el Centro Argentino de Espeleología, recreando ficcionalmente las experimentaciones científicas de habitabilidad en la Caverna. Esta filmación corresponde a la década de los '80 y nos es presentada gracias a la encomiable labor de Javier Stagnaro.


Fuentes:
-Archivo Javier Stagnaro
-Canal de Youtube: Centro de Armonización Integral
-Youtube: Programa En el camino, ruta 40 Malargue, Mendoza (TN)

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