Parece que hay misterios que tal vez nunca se
revelarán definitivamente, pero también parece que llegan tiempos en que
algunos de ellos empiezan a mostrar señales que nos recuerdan que las
búsquedas individuales y también colectivas de ciertas verdades, no debemos
detenerlas ni abandonarlas. Necesitamos conocer realmente nuestros orígenes,
nuestra historia y por ende nuestro destino, para lograr una vida plena, sin
miedos y sin cárceles y sobre todo sin las mentiras y manipulaciones de las que
seguimos siendo víctimas. Nuestra bendita y tan vapuleada América, está
intentando decirnos, por ahora en un susurro -que luego se convertirá en un
grito que se dispersará por los cuatro vientos- que existe un conocimiento
resguardado en las entrañas de nuestro continente, de nuestra Pachamama, que
nos abrirá sus puertas, si queremos y si lo buscamos con anhelo, pasión y
perseverancia. Por suerte para nosotros, hubieron hombres como Ernesto
Cabrejo, Juan Moricz, Goyén Aguado y tantos más que nos dejaron
pistas como si fueran un hilo de Ariadna para incentivar nuestras búsquedas.
Uno de estos buscadores es Javier Stagnaro, que incansablemente persevera
en seguir tirando del hilo. Este tesón le ha llevado a localizar -trabajo que
le llevó 10 años- está valiosa película (como documento y testimonio) sobre el
viaje de Móricz y Goyén Aguado a las cuevas de Los
Tayos, donde fueron testigos de los tesoros ocultos más reveladores que alberga
nuestra humanidad. Pero dejemos a él que nos prologue este hallazgo, que se
publica por primera vez en Internet, para todos los que se empeñan como
nosotros, en seguir las huellas de nuestro verdadero origen.
Prólogo:
En un edificio señorial de la Av. de Mayo al 600, cuya arquitectura pertenece a un artífice de la Masonería, casi todas las unidades funcionales corresponden al estudio de abogados O`Farrell. Allí se puede ver en un escudo que ornamenta una de las entradas al mismo, una cruz que lo divide en cuatro, y en uno de sus cuarteles una daga o puñal.
Su simbolismo nos habla de Cruzados o Templarios y en el
edificio siguiente funcionó en uno de los últimos pisos, La Orden de Caballeros
de Malta, que fue el último refugio de los Caballeros del Temple cuando fueron
expulsados por los Moros de la Isla de Rodas. Volviendo al edificio numerado
651, en el primer piso (Off.7), rompiendo con la monotonía del inmueble
funcionaba el Centro Argentino de Espeleología (C. A. E.), una institución
civil dedicada como su nombre lo indica, al estudio de las cavidades naturales
de la Tierra (Speleo, del Griego: Caverna, Logía: Estudio), fundado por Julio
Goyén Aguado junto a otras personas en 1970.
Saliendo del ascensor, a la izquierda y cruzando una puerta
de dos hojas, se tenía acceso a un hall de aproximadamente 3m. x 3 m. de donde
se podía ingresar a una de las oficinas del estudio O`Farrell y al C. A. E.
Allí, ocasionalmente Julio montaba una pantalla, colocaba una decena de sillas
y desde el fondo, junto a las puertas, un proyector de films súper 8.
La función que tenía la impronta de una escena del siglo XIX
-como casi todo lo que interesaba a Julio- nos mostraba documentales de
expediciones espeleológicas realizadas por el Centro, como aquella recreación
de la experiencia de internación en solitario en la Cueva de las Brujas en
Malargüe, Mendoza, por algunos miembros de la institución, con la producción y
participación del documentalista Andy Pruna y otras de origen extranjero,
principalmente de origen francés, que eventualmente Julio mandaba a buscar
-como en mi caso- a la Embajada de Francia ubicada en el Palacete de la Familia
Ortíz Basualdo entre la calle Cerrito, la Av. 9 de Julio y la calle Juncal.
Entre las películas proyectadas había una filmada en 8 mm.,
sin sonido, que correspondía a una de las primeras expediciones a la Cueva de
los Tayos en Ecuador, en la región de Morona-Santiago no muy lejos de la
frontera con Perú, con la participación de Julio, Juan Móricz, y miembros de la
Iglesia de los Mormones entre los que se hallaba el Elder Jim Jesperson en el
año de 1968. Allí lo podemos ver a Julio y a los demás expedicionarios cuando
llegan a la selva en una avioneta desde puerto Limón, luego internándose en la
espesura selvática seguidos de porteadores aborígenes y posteriormente
desplazándose en balsas de troncos cuya madera es típica de la región. Con
admirable maestría y equilibrio, miembros de las etnias shuaras y otras de la
zona conducen las aparentemente frágiles embarcaciones, arremetiendo
intrépidamente por los rápidos del torrentoso río Yaupi. La filmación de esta
travesía, según el Arq. Carlos María Zavalla -a quien he consultado- podría
corresponder a un participante de origen japonés, quien a su vez sería el que
convenció a sus compatriotas para realizar una expedición a la Cueva de los
Tayos en años posteriores.
Los que asistíamos a la proyección de esta película en el
hall del C.A. E., permanecíamos en silencio, mudos como el film que mirábamos,
en un clima próximo a quien participa de un rito religioso en un Templo. Por
suerte teníamos a Julio que nos hacía de comentador de lo que estábamos
presenciando, sabiendo que éramos unos pocos que tenían ese privilegio. Ahora
como decía Julio, “tal vez los tiempos han llegado” para que todos puedan
conocer algo de la Odisea del descubrimiento de los “Archivos ocultos de
Austerria”.
Buenos Aires, martes 17 de diciembre de 2013.
Buenos Aires, martes 17 de diciembre de 2013.
Javier E. Stagnaro
Juan Móricz, Julio G. Aguado, Dr. Dick E. Ibarra Grasso. Arriba miembros del CAE |
Se reunían en el C.A.E para ver las películas de sus expediciones Primera parte Segunda parte |
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