En Ituzaingó, provincia de Corrientes, ocurrió en 1985 un autentico contacto del tercer tipo. Tal vez extraño por las circunstancias que lo rodearon, pero no menos real y estremecedor en todos sus detalles.
Compilación periodística: Sotero Caraballo
La madrugada del 24 de Agosto de 1985 se presentaba fresca y apacible en esa zona del Nordeste Argentino. Tal vez porque ya anticipaba la primavera del mes siguiente, el clima invitaba a viajar, y así lo hacía la pareja que transitaba en su coche a esas tempranas horas la desierta Ruta Nacional N° 12, a la altura de la localidad correntina de Ituzaingó.
La mujer dormitaba, distendida en su asiento. Su marido guiaba el automóvil mientras ordenaba mentalmente sus ocupaciones del día siguiente. No se sentía cansado, a pesar de venir manejando desde Posadas (Misiones) y debían llegar a Corrientes, donde residían.
Aunque su coche daba para mucho más, no quiso en ningún momento rebasar la velocidad crucero de 100 Km/p/h; pues tenía precaución ante el peligro que representaban los animales sueltos que solían deambular por la ruta.
Todo era tranquilidad y la noche se manifestaba hermosa con un cielo tachonado de estrellas. Nada hacía suponer lo que le ocurriría al matrimonio en escasos minutos más.
Y fue así que aún cuando el vehículo no había recorrido más de 100 mts. del cruce de entrada a la ciudad de Ituzaingó, el hombre se estremeció al volante del mismo.
Una brusca frenada arranco a la mujer de su dulce ensoñación, y se aferro tenazmente al brazo de su esposo al notar que el coche (ahora detenido), era bañado por una intensa luz de tonos transparentes rosados y levemente amarillos. Ninguno de los dos llegó a visualizar el objeto que despedía dichos destellos luminosos.
Si bien la potente luminosidad los encegueció al principio, luego de un instante se fue atenuando y al acostumbrarse a la situación reinante, se hallaron ante una imagen al costado de la ventanilla que os paralizó de terror: una figura antropomórfica –de aspecto humano- de altura mediana y voz de tono grave que en perfecto castellano les expresó: “¡ No se asusten !”.
La mujer prorrumpió en un llanto incontenible, ante lo cual el ser le suplicó: “Por favor, no tenga miedo, mujer, nosotros no hacemos nada malo, sólo queremos conocerlos”. A lo que agregó con voz firme y pausada: “No somos de la tierra, somos de otro mundo y nuestro planeta se llama MAIT. Somos hombres y mujeres como ustedes, pero no tenemos esta civilización; nuestro lugar tiene otras formas y otros modos de ser en el que también hay niños”.
“Venimos a conocerlos y ustedes no son los primeros en hablar con nosotros. Antes fueron otros los que nos vieron pero nunca quisieron hablar de ello. Nosotros queremos decirle a los seres de este planea que no tengan miedo”…
La pareja escuchaba estupefacta al extraño individuo, mientras el auto seguía estacionado en medio de la potente luz iridiscente. El misterioso ser vestía un traje obscuro (no pudieron dilucidar si era o no enterizo; su rostro era de bellísimas facciones y su cutis claro; sus ojos grandes y agradables y su mirada buena; su cabello presentaba un corte normal –ni muy corto ni muy largo- y era de color rubio o castaño claro.
“En nuestro mundo no hay transportes que no sean aéreos” –prosiguió el raro interlocutor- “…y como ustedes, también tenemos sol, luna, estrellas, vientos, lluvias, frio y calor”.
Dijo además que sabían perfectamente donde se encontraban: “ Este lugar se llama Corrientes y pertenece a un país que se conoce como ARGENTINA”.
En determinado momento el automovilista pudo observar que el ser lucia en su cuello y pechera una especie de atavío como el que usan los sacerdotes. El visitante se acerco entonces y poso su mano sobre la del conductor. Este noto que la temperatura del ser era la misma que la de cualquier persona.
Luego de reiterarles a ambos que dijeran a la gente que no tuvieran miedo de ellos, el extraño le pidió algún objeto para llevar de recuerdo a MAIT, entonces él le entregó lo que tenia más a mano: Un frasco de perfume, un cepillo de dientes con su envase, una jabonera conteniendo un jabón de tocador, un paquete de galletitas dulces intacto que se hallaba sobre el tablero del coche, y un billete de UN AUSTRAL; señalándole para qué era cada una de las cosas que le entregaba.
El sujeto tomó los obsequios, saludó a la pareja con una reverencia pidiéndoles que no pusieran en marcha el auto hasta que “ellos” no partieran, y sonriéndoles les dio la espalda y se alejo hacia el lugar que provenía la luz y donde lo esperaban otros seres a los que se sumó. Dichos seres eran similares al anterior pero notó que vestían de distintas formas, por lo que supuso que no usaban uniforme alguno. Luego a luz brilló con mayor intensidad y ascendió vertiginosamente sin emitir sonido alguno y desapareciendo en contados segundos.
Tano el hombre como su compañera quedaron como petrificados luego de tal episodio. Después de dudar sobre los pasos a seguir decidieron dar vuelta el coche y regresar a ituzaingó en busca de la periodista Norma Mossa, corresponsal del diario El Litoral en esa ciudad y a la que conocían por sus escritos en dicho periódico. Hasta la agencia de Norma llegan a las 2,25 hs. Y, por supuesto, ésta duda en abrirles la puerta en horario tan fuera de lo común y al notar en la pareja una excitación tremenda.
El protagonista entonces tiene que recurrir a una presentación poco ortodoxa y le arroja por entre las persianas sus documentos y los de su señora esposa, agregando que esta necesitaba urgente atención.
Se les franquea entonces la entrada y luego de hacer recostar a la señora –presa de una gran crisis de nervios- comienza el hombre a narrar el increíble acontecimiento vivido.
Cuenta como frenó al ver las luces ante la inquietud de su mujer que le pedía que no se detuviera, pero señaló que aunque quisiese no hubiese podido seguir porque no veía ni el camino ni la banquina como consecuencia de la fuerte luminosidad.
Luego comentó la suma de lo ocurrido. Su señora, ya repuesta, agregó a la periodista que en ese momento no pudo controlar su temor, pues pensó que se trataba de asaltantes ya que habían tenido una triste experiencia en un viaje anterior, que la dejó muy traumatizada. Pero regresando al tema; dijo que estos seres que vieron evidentemente eran de otro mundo y que n os habrían estudiado hasta el idioma. Acoto también que tanto ella como su esposo, luego del incidente, en distintas noches soñaron con sus extraños interlocutores, cosa que atribuyo a la tremenda impresión recibida.
También en frecuentes ocasiones, experimentaban fuertes deseos de dormir y en otras los afectaba un agradable sopor.
A raíz de estos síntomas viajaron a Buenos Aires, donde se sometieron a una exhaustiva revisación médica que no arrojo resultados anormales. Más con el correr del tiempo fueron adquiriendo otra dimensión de lo ocurrido y en la actualidad se encuentran muy felices de haber sido elegidos por los misteriosos visitantes nocturnos y aunque deben reconocer que experimentaron mucho miedo en aquella ocasión, este será –aseguran- uno de los recuerdos más hermosos y fascinantes que les ha tocado vivir.
Hasta aquí el relato apasionante del episodio vivido por este matrimonio correntino (de 41 años él y 36 ella), que solicitaron se guardara su identidad y que es un derecho que les asiste por ley.
Solamente se hace resaltar que las personas que protagonizaron el hecho son profesionales de muy buena reputación y alta estima.
Una acotación final sobre este caso sería señalar que al día siguiente -25 de Agosto de 1985- la prensa local (y luego la de Buenos Aires), se ocuparon profusamente del tema, que NO por rara coincidencia, tuvo sus manifestaciones también en zonas aledañas: Villa Olivari (a 23 Km por Ruta 12), también en el complejo Yairetá- Apipé, y hasta en la localidad de Puerto Stroessner (Paraguay) –lugares en que se diviso un OVNI de grandes dimensiones-.
Pero como corolario de este caso, o mejor dicho a manera de mensaje, dejamos las palabras finales del protagonista correntino a la redactora de “El Litoral”:
“Diga a sus lectores que nunca tengan miedo…que se dispongan a recibir a estos seres que vienen a buscarnos para conocernos, porque en definitiva, eso es lo que me pidió esa noche inolvidable aquel hombre”…
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