sábado, 12 de julio de 2025

MAGOS DE LA TIERRA DEL FUEGO

 

 LA ESCUELA DE CHAMANES

Cuando los encontró a finales del siglo pasado, durante un viaje de investigación a Tierra del Fuego, Charles Darwin quedó asombrado y exultante: ¿sería este el "eslabón perdido" de la raza humana? En aquellas tierras heladas, los habitantes vestían taparrabos y poseían dones paranormales. Hoy en día, los yámanas, los selk'nam y los halakwulup están prácticamente extintos. Pero su escuela de iniciación para brujos es una de las más curiosas jamás conocidas. Planeta publica material exclusivo sobre ellos.

Antes de su extinción a manos de los blancos, los indígenas Yámanas de Tierra del Fuego, contaban con una autentica escuela de chamanismo donde los estudiantes aprendían todo sobre lo oculto.

 A pesar de las condiciones extremadamente desfavorables en las que vivían: desnudos o vestidos únicamente con pieles de animales, lograban con la ayuda de numerosos dones paranormales y rituales mágicos, desafiar a la naturaleza que era extremadamente cruel.

En ese lugar, pero particularmente la tribu Yámana (Yámana significa seres humanos) la que se destacaría por su escuela de chamanes, donde los estudiantes debían someterse a métodos extremadamente exigentes.

  En 1882, Charles Darwin viajo en la fragata Beagle, que permaneció anclada un tiempo en el archipiélago más austral de nuestro continente. Darwin creía que los habitantes de esas islas poseían una resistencia sobrehumana. Las tribus Yamana, Sel knam y Halakwulub habitaban estas tierras heladas y azotadas por las tormentas, sin ropa, salvo ocasionalmente taparrabos y pieles de nutria o zorro. Además, sus cuerpos estaban cubiertos de gruesas capas de grasa, que les proporcionaban calor y almacenaban energía. Todo esto convertía a los habitantes de Tierra del Fuego en un pueblo sano, robusto y con una resistencia extraordinaria. Estas tribus que lograron adaptarse al clima probablemente ya llevaban más de 2.000 años viviendo en ese remoto extremo de Sudamérica. Se comunicaban con sus vecinos mediante señales de humo, lo que dio al descubridor Fernando de Magallanes la idea de bautizar esa región como «Tierra de Humo». Posteriormente, Carlos V cambió el nombre a Tierra del Fuego.



Las "señales" indicaban quién estaba predestinado

Los informes vagos sobre los pueblos de esta nueva tierra dieron lugar al rumor, que circuló por Europa, de que eran una "raza de gigantes". Otra idea que surgió en aquella época fue que los pueblos de Tierra del Fuego completaban el eslabón perdido entre el hombre y el animal. Pero con el acercamiento entre estos pueblos y los navegantes de otras tierras, los científicos se vieron obligados a abandonar estas ideas. Cuando el barco de Charles Darwin atracó allí, aún vivían unos 3.000 yámanas. Para 1908, solo quedaban 170 personas, y para 1932, solo 43. Hoy en día, los pueblos originarios de Tierra del Fuego están extintos: las guerras y las enfermedades importadas por los blancos los han exterminado. Pero sus fascinantes métodos para entrenar chamanes nos fueron descritos en la década de 1920 en la obra del etnólogo Martín Gusinde.

Describamos estos métodos como un ejemplo del chamanismo yámana. La llamada al yekamus, o chamán, podía ocurrir de varias maneras. En el caso de una llamada espontánea, existían varias posibilidades.

Cuando un joven, mientras dormía, contemplaba el fuego o caminaba por el bosque, comenzaba repentinamente a cantar, experimentaba, según los yámanas y otras tribus, un cambio de conciencia que le permitía comunicarse con los espíritus. Gusinde observó un caso similar en la tribu selk'nam. El niño tenía ocho años y solía aislarse mucho de sus compañeros. Era tímido y retraído. Cuando estaba solo, cantaba melodías monótonas durante horas. Pronto se mudó a la cabaña del chamán Tenenesk como aprendiz.

Uno de los casos más frecuentes ocurría durante el sueño, cuando el aspirante se encontraba con un chamán conocido: esta era la señal de la llamada. Si un chamán tenía un sueño en el que se le aparecía un aspirante a quien debía aceptar como futuro yekamus, ninguno de los dos, maestro o discípulo, dudaba ni un instante.

Otra posibilidad: un joven camina por el bosque buscando un árbol adecuado para fabricar un mango de arpón. Tarda mucho en encontrar el árbol adecuado. Cortar la rama también es sorprendentemente difícil; de repente, la madera empieza a sudar. Reconoce la señal de inmediato, corre a casa, pide a su familia que no lo molesten y se queda dormido. En el sueño, ve su kespix (alma) frente al árbol, en compañía del kespix de muchos chamanes. Los chamanes le dan muchos regalos y comida. Se siente bien en su compañía; todo es como él desearía. Al despertar, el discípulo extraña esa región del bosque.  Los vecinos, al reconocer su condición, se reúnen y cantan la canción cowanni ("canción de los espíritus del mar"). Inmediatamente se duerme de nuevo, reunido con sus compañeros espirituales. Al terminar los cantos, finalmente regresa a la vida cotidiana.

Los sueños normales y el "soñar" son dos cosas completamente diferentes. Solo el yekamus posee el don de "soñar", es decir, de abandonar el cuerpo. Aun así, los fueguinos desconocían nuestro tipo de sueño: todos los sueños significan estados en los que la persona camina en la tierra de los espíritus. El "soñar" del yekamus es un sueño consciente, aprendido durante su formación en la escuela de chamanes; el sueño del hombre común es inconsciente y pasivo.

Otra situación: alguien camina por el bosque, absorto en sus pensamientos. Empieza a olvidarse incluso de sí mismo, cuando de repente  se encuentra con un gran número de espíritus, así como con gente de la "gente pequeña". Entonces se queda dormido y tiene un sueño profundo, cuando puede ver a los "pequeños habitantes de los viejos árboles" con mayor claridad. Lo invitan a unirse a ellos. El hecho de que lo reconozcan como "uno de ellos" es prueba de que esa persona debería convertirse en yekamus.

Contacto directo con espíritus animales.

La llamada también puede provenir de los espíritus del mar, los cowanni. Un joven que pasea por la costa puede adquirir repentinamente la clarividencia, el asikaku: se le aparecen los kespix de gaviotas, ballenas, peces espada, camarones y buitres. Todos le hablan de forma halagadora y amistosa. Mientras su cuerpo inconsciente yace en la tierra, su alma se comunica con el reino invisible. El espíritu que más se acerque a él, el que se muestre • más amigable, será su guardián. Diáo, o Yefacel.

El principio de la "llamada" es siempre el mismo: un joven sensible (o también una joven) alcanza, en soledad, un alto grado de interiorización. Su consciencia se transforma, entrando en un nuevo mundo de nuevas experiencias, esa misteriosa existencia de la que oyó  hablar de niño. Entre el neófito y los seres de este nuevo universo se desarrolla una relación muy íntima. Si una persona elegida se niega a seguir el consejo de estos espíritus, estos la matan. 

 

Una persona así pierde el control de su ego; no come ni bebe, se aísla de los demás y vive en un "sueño". El aspirante parece estar siempre meditando, totalmente concentrado en sí mismo. Durante horas yace inmóvil en su cabaña: no quiere distracciones ni dormir. Se acuclilla durante días seguidos,  siempre en el mismo lugar, inmóvil. Cuando una serie de experiencias horribles lo perturbaban profundamente, decía: «Ahora ha llegado el waiyuwen (fuerza interior) que invoqué». 

 También hubo muchos casos de personas que tuvieron que rendirse por no poder penetrar el asikaku, la visión espiritual. Hasta que uno se convertía en chamán completo, a menudo tardaba cinco años. 

Los yámanas contaban con una escuela para chamanes: la Loima-Yekamus. Las clases no tenían una duración fija, y los futuros chamanes estudiaban durante los largos meses de invierno, a menudo con intervalos de años. Cada fase duraba unos seis meses. Se había construido una espaciosa cabaña en un lugar especialmente elegido. La cabaña Loima no es una construcción tradicional. 

Cualquier tipo de construcción exige un gran respeto y veneración. Los haucella, espíritus malignos y peligrosos, viven aquí. Son los dueños y guardianes de la cabaña, y se requiere mucha precaución al acercarse. Los aspirantes permanecen en su casa unas horas y luego se dirigen a la cabaña de Loima, cabizbajos, con los ojos entrecerrados, de puntillas y caminando muy despacio. Deben abandonar todos sus deseos, excepto uno: convertirse en chamán. La distancia entre su casa y la cabaña de Loima suele ser muy corta, pero se tarda hasta cinco horas en recorrerle. Todos sienten que en esa cabaña estarán completamente entregados a los espíritus. Solo una actitud seria y respetuosa puede ganarse la confianza de los habitantes de la cabaña. El aspirante sabe que le esperan meses de férrea concentración y rigurosos ejercicios, durante los cuales deberá concentrar toda su fuerza de voluntad. 



Tensión plena: todos los sentidos abiertos  

Maestros experimentados vigilan y ayudan a los jóvenes discípulos. Nadie debe descansar fuera de la cabaña de Loima para minimizar la posibilidad de distracciones. La comunicación con la familia está restringida y las relaciones sexuales están prohibidas. El aprendiz dedica todo el día a ejercicios espirituales, meditaciones y contemplaciones. 

 

Los discípulos permanecen sentados en sus lugares, inmóviles, durante horas. Al anochecer, alrededor de las 4:00 p. m., comienzan a cantar juntos, una canción que dura hasta el amanecer. Tras unas horas de descanso, al amanecer, se reanudan los ejercicios; es decir, los discípulos, permanecen sentados hasta el mediodía. Ahora, la pequeña comunidad empieza a recoger leña ya buscar mariscos. Tres horas después, todos comienzan de nuevo

 

Espíritu y comunidad  

Las meditaciones ya están hechas. La dieta es muy modesta, unos tres mariscos por persona al día. Si un aspirante muestra progreso, su comida diaria se reduce a dos mariscos o solo uno. Cuanto menos coma, mayor será su desarrollo espiritual. Sabemos que el ayuno siempre ha sido un método seguro para lograr transformaciones de conciencia en todos los pueblos del mundo. Al debilitarse el cuerpo, las estructuras psíquicas habituales también pierden su fuerza. 

 

Nuevas capas de piel: emerge el cuerpo sutil  

El propósito de los ejercicios es uno: descondicionar completamente al discípulo, destruir toda su estructura cotidiana, todos sus patrones, costumbres y condicionamientos. El ayuno, la inmovilidad, el dolor, el miedo constante a los espíritus Haucella, así corno el aislamiento prolongado de la vida cotidiana de la tribu, llevaron al aspirante a un nuevo nivel de consciencia. El discípulo absorbió toda la atmósfera mágica de la cabaña Loima. Cuerpo y espíritu se encontraban en un estado de vacío, sin referencias, sin apoyo ni conexión con nada. Una nada en la que el discípulo se sentía confundido e indefenso. Todas sus costumbres, su moral, todos los códigos de conducta, ya no existían. Y con el tiempo, un nuevo mundo comenzó a emerger, que tuvo que explorar con gran cuidado. 

 

El chamán quería, en el sentido más amplio de la palabra, reconstruir el cuerpo: los aspirantes se frotaban la cara con trozos de madera, previamente sumergidos en pintura blanca. La presión era muy suave, muy ligera. La razón: permitir que apareciera una capa de piel más fina que la original. Al frotarse la cara durante semanas, apareció aquella segunda capa. Pero el "raspado" no terminaba ahí: los aspirantes debían continuar hasta llegar a una tercera capa, tan sensible que era imposible tocarla sin causar un dolor terrible. 

 

Cuando todos los discípulos alcanzaron ese nivel, las clases terminaron. Por supuesto, no se trataba realmente de producir capas de piel cada vez más sensibles. En esencia, estos ejercicios monótonos ayudaban en el proceso de transformación de la conciencia.

 Las tres capas de piel  simbolizaban los tres cuerpos más sutiles. Este ritual de frotarse la cara recuerda a los esquimales, quienes, con el mismo propósito, frotaban dos piedras entre sí durante semanas hasta convertirlas en polvo. Esto también recuerda a la "rueda de oración" del lamaísmo. Con la tercera piel, emergía un segundo cuerpo. Los yámanas explicaron que este segundo cuerpo era muy fino y estaba hecho de "un material tan ligero como plumas". 

 

El cuerpo del yekamus parece ser exactamente igual al de una persona común. Sin embargo, en realidad, el radio del cuerpo del hechicero es mucho mayor, cientos de metros mayor, y todo lo que se encuentra dentro de este radio le es revelado al chamán. Cuando un yekamus resulta herido, la gente común ve brotar sangre, pero en realidad esto no es posible: el "cuerpo emplumado" del hechicero no contiene sangre. Por eso, los habitantes de Tierra del Fuego no consideran al chamán un ser humano común. 

 

"Sonhar", un arte dentro del aprendizaje  

El objetivo principal de las clases era adquirir el waiyuwen de otro yekamus. Waiyuwen significa fuerza, energía, y se refiere a la parte inmaterial del cuerpo del chamán. En estos casos, el discípulo pedía a un viejo maestro que le concediera su waiyuwen, o él mismo lo tomaba del cuerpo de un hechicero fallecido. 

 

Los yámanas describen el surgimiento de un hechicero de la siguiente manera: mediante el "ensueño", el yekamus pierde su personalidad, mientras que su kespix, o alma, comienza a trabajar. El kespix hace todo lo que el yekamus exige. Al cantar una melodía muy desafinada y monótona una y otra vez, el chamán se transporta al estado de "ensueño". Este canto es indispensable, porque solo a través de él se manifiestan el waiyuwen y la actividad del kespix. Los discípulos de la cabaña de Loima tienen un solo deseo: aprender a "ensueñar". Cuanto más desarrollado esté el chamán, menos dificultad tendrá para transportarse al estado de "ensueño".

 La idea de "sonhar" -o "soñar"- suele significar, entre los pueblos primitivos, otro estado de conciencia. Se sabe que los aborígenes australianos hablan del "tiempo de ensueño", mientras que los indígenas norteamericanos dicen: "Todos somos soñadores". 

 

Función del mago: proteger a la comunidad  

A primera vista, parece que el chamán está dormido, pero en realidad su kespix está cumpliendo sus órdenes. Al cantar, el chamán no solo establece contacto con el kespix, sino que también invoca al yefacel, su ángel guardián. Además, el hechicero obtiene control sobre los haucella (espíritus malignos) y los cowanni, espíritus de animales marinos. Si se acerca el final del "año escolar" sin que ningún aspirante haya logrado contactar con el mundo espiritual y su propia alma, el maestro aplica un método aún más riguroso. El maestro le dice al aspirante: "intentaré estrangularte". Tomando un cinturón de cuero, comienza a estrangular al discípulo con todas sus fuerzas, hasta que el niño cae. Su kespix se dirige ahora a los espíritus. 

 

A partir de ese momento, el aspirante ya no tendrá la menor dificultad en enviar su alma a los espíritus. De los relatos conocidos, no es posible deducir si se trata realmente de una especie de estrangulamiento o de una mera acción simbólica. Sea como fuere, muchos pueblos utilizan este método para separar el alma del cuerpo, o al menos para acelerar el proceso de espiritualización. El sacerdote oráculo del Dalai Lama lleva un casco metálico de muchos kilogramos, sujeto a su cuello con un cinturón. Mediante danzas extáticas, el cuero tensa el cuello cada vez más, produciendo un efecto sofocante y contribuyendo enormemente al cambio en la percepción del sacerdote.

 

 En la última noche del curso, ante un público numeroso, se canta con intensidad y se invoca a los espíritus Cowanni. Los aspirantes envían sus kespixs para traer los kespixs de esos espíritus: kespixs de pingüinos, ballenas, gaviotas, focas y otros animales marinos. Estos espíritus esperan ser recibidos con gran ceremonia. Los marineros llegan en canoas y ahora comparten sus remos y arpones, imitando un tormentoso viaje en canoa, cantando parar. En cuanto los actores terminan la representación, los cowanni regresan al mar. Con violentos pisotones, los discípulos empujan la haucella de vuelta a las entrañas de la tierra. 

 

Después de todo esto, el discípulo suele elegir a uno u otro maestro para aprender más. No hay nada ridículo ni primitivo en el comportamiento descrito. Es un ritual que tiene un efecto sugestivo en los aspirantes o que, de hecho, evoca espíritus de la naturaleza. 

 

Entre este tipo de personas, el chamán tiene una verdadera responsabilidad: le corresponde librar a la tribu de enfermedades, protegerla de los enemigos, atraer alimento (caza) y paz. Al mismo tiempo, es el historiador, filósofo y sacerdote de la tribu. Todos confían en él, pero si falla, podría ser asesinado. 


Duelo en el astral: la mortal "flecha invisible"  

Los yámanas conocian una jerarquía precisa del chamanismo, según la verdadera capacidad de los yekamús. Cada chamán se especializaba en la rama en la que destacaba, buscando alcanzar el máximo conocimiento posible. Algunos se concentraban en curar enfermedades, otros observaban el camino de las focas, las ballenas y los bancos de peces, otros lo sabían todo sobre el bosque, el comportamiento de los guanacos, los zorros, las ratas y los búhos; otros eran expertos en las actividades solares, lunares y estelares, y algunos lo sabían todo sobre el clima, las nubes, la lluvia, las tormentas, la nieve y la escarcha. Pero también podían usar sus dones de forma negativa. 

 

Si un yekamús malvado pretendía dañar a alguien, se transportaba a ese estado de "sueño", encontraba el kespix de la persona en cuestión y le lanzaba un yekus, o punta de flecha de piedra. Si daba en el blanco, lo notaba en el hoga, pero la persona solo se daba cuenta del resultado del ataque mucho después. Siempre transcurría cierto tiempo entre el ataque y la enfermedad de la persona atacada, porque el alma, como sustancia vital, se refleja con un efecto retardado en el cuerpo físico. Y solo un yekus más fuerte podía ayudar a la persona herida. Este yekus intentaba, en sueños, ver el kespix de su paciente y localizar la punta de flecha, determinando quién la había lanzado. Para curar al paciente, era necesario extraer la punta del alma. En un tratamiento de este tipo, toda la familia estaba presente y el yekus describía lo que hacia, diciendo que estaba mirando el kespix del paciente, localizando y extrayendo la flecha. Aún en su estado de sueño, reprendía a su colega por esta acción negativa. Tras el tratamiento, el paciente se sentía mejor de inmediato. La fatiga, el dolor y el agotamiento generalmente desaparecían. Para proteger a sus pacientes de los ataques de los yekamús enemigos, el sanador usaba su capacidad de expandirse hasta alcanzar el tamaño de una montaña. Se colocaba como una barrera protectora entre el paciente y las fuerzas negativas. Si el yekamús enemigo era más fuerte, apartaba la montaña; si no, el atacante se veía obligado a retirarse.

 

Siempre sorprende observar cómo los chamanes retrataban , eventos paranormales y mágicos según su tradición cultural, dado que la punta de flecha era tan importante en el mundo real para la supervivencia de los yámanas. Por lo tanto, era lógico que también lo fuera en el mundo mágico. La descripción del otro mundo era muy poco objetiva 

como las experiencias de este mundo, que observamos a través de nuestros sentidos, que a menudo son muy subjetivas


Curación de enfermos: técnica y exorcismo  

En la ceremonia de sanación, el yeka mus aparecía muy adornado. Llevaba una diadema de plumas en la cabeza y todo el cuerpo pintado de blanco. El paciente yacía sobre una estera. Cantando, el chamán comenzó a masajear la zona dolorida. Con la boca, succionó el yekus invisible del cuerpo del paciente. Luego, vomitó el objeto, describiéndolo a los presentes. La punta de flecha era invisible para el público. Solo él, el chamán, podía verla desde su posición. Finalmente, sopló para expulsar la flecha. El método de masaje, que consistía en succionar y soplar para expulsar el objeto invisible, también se utilizaba para curar enfermedades menores, heridas leves o para eliminar las consecuencias de entrar en lugares de mal agüero. Los yámanas también distinguían entre las enfermedades causadas por un chamán y las de los watauniewa. 

 

El Ser Supremo de su mitología. Si la tribu se sentía malhumorada o intranquila, se reunían en una makainkina para restablecer la armonía. Todos se reunían alrededor del fuego, danzando. Como creían que el Ser Supremo era la causa de la discordia, lo maldecían, agitando los puños y lanzando trozos de madera. Luego golpeaban el fuego para quemar todo lo negativo. Varios etnólogos han afirmado que el clima siempre mejoraba inmediatamente después del trabajo de un yekamús. 

 

Durante el Loi-ma-Yekamus (el curso del chamán), muchos brujos se reunían para influir positivamente en el clima durante las clases. Cuando las tormentas se prolongaban, los habitantes de Tierra del Fuego no podían salir a buscar comida, y en estos casos, el yekamus era el único capaz de ayudar. Se transportaba al estado de "ensoñación", invocando a los espíritus cowanni. Estos espíritus enviaban bancos enteros de diversos peces a la playa donde Vivian las tribus necesitadas. También eran estos cowanni quienes enviaban a los cangrejos a la playa, hacían que las aves aterrizaran cerca de los cazadores y familias enteras de ballenas "varadas" en la arena. En las "pruebas de fuego", el yekamus se paraba con ambos pies sobre las brasas y, entre una y otra, levantaba uno u otro pie. También sostenía brasas en la mano, apretándolas en el puño durante al menos un minuto. No se quemaba.

 

 El famoso chamán Tenenesk le enseñó a Gusinde lo siguiente: colocaba tres piedras del tamaño de una cereza en la palma de su mano, las observaba con gran concentración y, soplando suavemente, las hacía desaparecer. Una bruja poseía el mismo don. Se desnudaba por completo y le colocaban en la mano diversos objetos, como hongos, caracoles, piedras y trozos de madera, concentrándose hasta que desaparecían. Poco después, ¡los objetos se materializaban! 

 

Al poner a prueba a un discípulo, el yeka mus lanzaba un yekus a lo lejos. El discípulo tenía que encontrarlo de nuevo; a menudo se equivocaba de objeto, o en otras ocasiones el maestro lanzaba el yekus tan lejos que el discípulo fallaba.

  Otra prueba: el yekamús lanzó el yekus, ordenando a su discípulo que lo lanzara a la misma distancia. Si lo conseguía, el discípulo estaba listo para trabajar independientemente. 

 

La fascinación de los blancos y el fin de una raza  

Otras formas de competencia son las que se dan entre brujos. Estas a menudo resultaban en la muerte de uno de los competidores. Un yekamus lanzaba sus yekus a su oponente; si este no podía esquivarlo, era alcanzado y asesinado. Sin embargo, si los yekus no alcanzaban su objetivo, su dueño era derrotado. Existe el caso de dos chamanes, hermanos, que se enemistaron. Organizaron una pelea y pronto uno de ellos soñó que se encontraba con su hermano en una canoa, le lanzó un yekus y lo hirió mortalmente. Desafortunadamente, el otro hermano soñó exactamente lo mismo. Ambos murieron poco después. 

 

Ahora podemos preguntarnos: ¿por qué los chamanes no utilizaron su capacidad de matar a distancia para luchar contra los invasores europeos? 

 

No faltaron los intentos, y Tenenesk «Todos intentamos, con toda nuestra intensidad y fuerza, acercarnos al kespix de los blancos, pero sin resultado. Yo mismo lo intenté varias veces. No puedo decir nada más; el kespix de los blancos es diferente al de los selk'nams».

 

 ¿Cómo podemos explicar la inmunidad de los blancos ante los ataques paranormales de los chamanes? Incluso con todos sus poderes mágicos concentrados, los habitantes de Tierra del Fuego jamás pudieron igualar el intelecto materialista de los invasores. El acelerado proceso de extinción de las tribus y la absoluta falta de posibilidades de protección obviamente causaron apatía y un sentimiento de inferioridad, lo que también influyó negativamente en los dones paranormales de los chamanes. Este argumento es bastante lógico. Sabemos, gracias a la investigación sobre las habilidades psíquicas, que no se manifiestan en situaciones psicológicas desfavorables, especialmente en presencia de personas negativas.

 

 La influencia de los blancos en los fueguinos fue mucho más que simplemente negativa: amenazó su propia supervivencia. Además de las barreras psíquicas -quizás aún más decisivas-, la abrumadora diferencia entre ambas culturas debió de crear una gran confusión en la mente de los chamanes, desencadenando un proceso de mitificación de los extranjeros y causando también una "invulnerabilidad paranormal". Los veleros de los blancos eran sin duda tan fantásticos para los fueguinos corno lo son los platillos voladores para nosotros hoy. 

 

 

 

Este artículo publicado en la revista brasilera Planeta, especial n° 125, nos fue cedido por nuestro colaborador Javier Stagnaro

 

 

 

 

 

 

 

sábado, 5 de julio de 2025

EL SECRETO DE LA CORDILLERA POR GUSTAVO FERNÁNDEZ

 

A 3.300 metros sobre el nivel del mar, y a exactamente 1.650 kilómetros de donde escribo estas líneas, en las estribaciones cordilleranas mendocinas durmió, Dios sabe por cuántos milenios, un secreto.

 Un secreto que nos habla de una ignota cultura Un enigma que susurra esplendores de alguna Edad Dorada americana.

 Hoy, sin embargo, el gigante dormido se desperezó, y en sueños murmuró, revelando algunas incógnitas y despertando otras.

 El comienzo de esta historia debe remontarse a un tórrido febrero de 1982. En ese entonces, mi buen amigo Alejandro Chionetti y yo discutíamos, casi a diario, aspectos que hacen a la arqueología americana, buscando en vano que ciertas piezas extrañas encajaran en el monstruoso rompecabezas que la Historia nos proponía. En una de esas charlas interminables de café (y aún no sabemos realmente cómo ocurrió) decidimos pasar al terreno de los hechos, para rectificar o ratificar nuestras teorías. Cambiando (¡una vez más!) el escritorio por la mochila, la lapicera por la pala y el machete, la corbata por el pañuelo al cuello empapado de sudor. 

 Nació así Operación Paititi.

  Operación Paititi es un proyecto del denominado Grupo Expedicionario Nous, integrado por especialistas en distintas ramas cuyo objetivo tiende a la concreción de exploraciones científicas que prueben o desmientan aquellos enigmas de raigambre popular que nos entroncan con una o varias civilizaciones, desaparecidas milenios atrás. 

Este proyecto, en particular, trata de probar la existencia de una mítica ciudad inca, conocida como “Paititi” (“Eldorado”, en dialecto machiganga, de los indígenas de la zona) perdida en la selva amazónica, en su sector peruano, conocido como el Estado Madre de Dios.

 Esta ciudad, entre Otros aspectos, es legendaria por ser el punto donde los incas fugitivos ocultaron el fabuloso tesoro del inca Atahualpa, aquél que cubrió una vez de oro y tres veces de plata una habitación de diez por seis metros, hasta donde alcanzara la altura de su brazo extendido, como pago de su propio rescate que el conquistador Pizarro tuvo la habilidad de exigirle, para luego asesinarlo impunemente.

 Paititi quizás tiene una relación, diríamos mística, sagrada, con refugios subterráneos ubicados a lo largo de la Cordillera de los Andes, de origen desconocido. Tal, el caso de la famosísima Caverna de Los Tayos, complejo de desconocida extensión con evidentes signos de habitabilidad y reacondicionamiento artificial.

 Asimismo, buscamos demostrar que el Tawantinsuyu, o Imperio Inca, es el sucedáneo material y espiritual de un poderoso horizonte cultural, llamado “Masma" que, refugiándose en las altas mesetas cordilleranas -quizás para escapar a catástrofes naturales (¿Diluvio?) u ocultarse de potenciales enemigos- dejaron huella de su paso -y de sus sorprendentes conocimientos- en la construcción, erección, transporte y trabajo de impresionantes megalitos, producto de un Época Dorada hoy sólo perpetuada en las leyendas de todo el mundo.

 Idas y venidas, necesidades logísticas y el eterno vaivén económico arrasó la esperada partida hasta mediados de 1983. Entretanto Chionetti y yo consumimos muchos esfuerzos en la selección del personal, equipamiento, contactos...

 Luego, vino el imprescindible entrenamiento. Con el inestimable apoyo de miembros de Gendarmería Nacional, comenzó la instrucción, teórica y práctica. Finalmente, tras la instrucción de selva, la montaña.

 Con tal propósito partimos hacia la provincia de Mendoza, decididos no sólo a continuar nuestra preparación, sino también a elucidar algunas preguntas. Una de ellas fue motivada por la publicación en un periódico de esta ciudad, cinco años atrás, de un sugestivo suelto, En él, se hacía referencia a una “supuesta ciudad perdida”, ubicada cerca del paso El Pehuenche, en plena Cordillera, avistada por algunos lugareños y desde el aire.

 Nada se había vuelto a escribir sobre la misma. Nadie había investigado el caso. Y había llegado la hora de hacerlo. 

 No hace al hecho comentar las dificultades atravesadas para localizar el origen del rumor. Centenares de kilómetros en todos los medios de transporte imaginables nos permitió arribar, en la mañana del 6 de enero de 1983, al pie de una desviada meseta, en un lugar conocido localmente como 'Invernada del Viejo”, 150 km. al sudoeste de la Ciudad mendocina de Malargúe, y a precisos 41 km. del punto donde los comentarios ubicarían al objeto de nuestros desvelos. 

 


Pocas horas después, tras despedirnos de los puesteros —únicos habitantes de la región— y de nuestros amigos de Gendarmería Nacional que hasta allí nos habían acompañado, comenzamos la ascensión. A las 19 horas decidimos instalar nuestro campamento, faltando aún seiscientos metros hasta la cumbre. Y en la mañana del siete de enero, nuestro grupo (el ya referido Chionetti, Marcelo Bernasconi y quien escribe) tocamos cumbre a las 9 de la mañana.  

 Era la primera vez que una expedición científica ascendía a la meseta. Era la primera vez que se lo hacía por su ladera SO, la más escarpada. Y, sin necesitar quizás de más, estábamos dentro de la primera veintena de personas que, desde que se guarda recuerdo, ascendió a la misma. 

  Un par de horas después, encontramos la “ciudad”. Primero, la decepción. E, inmediatamente, el asombro. 

  Todo se reducía a una formación laberíntica de rocas volcánicas sobre un inmenso mar de ceniza volcánica. Un paisaje realmente lunar. Recorriendo sus “'calles”, dentro de un perímetro de casi cuatro kilómetros, las sorpresas surgieron repentinamente: nuestra brújula —único medio de orientación en un laberinto cuyas “paredes”, de más de cuatro metros de altura y totalmente lisas, impedían sortearlas en escalada— enloqueció, indicando sensibles variaciones en la señalización de los puntos cardinales, así deambulábamos. 

  En consecuencia, y ya agotada nuestra provisión de agua —con cerca de 40 grados a la sombra— vagamos totalmente extraviados a lo largo de un día. La situación era preocupante. Escaldados por el sol, en principio insolados, los labios partidos y la garganta reducida de tanta sed, girábamos en desvariados círculos sobre un mismo punto. Ya desesperanzados, y avanzado el día, sólo la casualidad —una increíble y fortuita casualidad— hizo que encontráramos la salida y escapáramos con bien del difícil trance.   

 Anomalías magnéticas de origen desconocido. Eso había provocado la reacción inusual de la brújula a la cual habíamos confiado nuestros pasos. Un significativo laberinto (recuerden ustedes el valor iniciático de los laberintos en todas las grandes civilizaciones del pasado: khmers, celtas, cretenses, etcétera). Pero faltaba algo más.  

  A medida que el día transcurría y el sol describía su arco en el cielo, los efectos de luz y sombra hicieron que las formaciones rocosas resultaran extrañamente parecidas a las que podemos observar en la meseta de Marcahuasi, punto de origen o dispersión de la cultura Masma. Evidenciando avanzadísimos conocimientos de física y Óptica, los constructores y escultores masmas modelaron las rocas para que sólo a ciertas horas del día, ciertos días del año, rocas aparentemente informes tomen, ante nuestros ojos, nítidas y perfectas configuraciones antropomórficas y Zoomórficas.

 Algo similar, si bien sin tanta perfección, ocurre en lo que, desde ya, hemos denominado genéricamente “Meseta del Pueblo”; donde el paso del día descubre extrañas figuras en las rocas. El paisaje “lunar” a que hacía referencia, indudablemente contribuye en el efecto de conjunto. Al igual que en Marcahuasi, extrañas anomalías magnéticas. Al igual que en Marcahuasi, su disposición laberíntica. 


 El 8 y 9 de enero, el G. E. Nous trabajó en la llamada “Caverna de las Brujas”, en la localidad s Blancas, partido de Malargúe, estudiando los riquísimos yacimientos de fósiles de las proximidades, donde las piezas, de gran interés, se hallan a flor de tierra. En nada debe envidiar Bardas Blancas a la región de Ischigualasto, o Valle de la Luna, en la provincia de San Juan, yacimiento paleontológico de renombre mundial.

 En esta oportunidad, nos cupo descubrir dos puntos de interés, una oquedad, bautizada Por nosotros como la “Cueva del Andrógino" (y desafío a los lectores a descubrir el porqué de ese nombre) donde localizamos una "chimenea" ignorada por otros espeleólogos que la trabajaron en las cercanías y que parece penetrar verticalmente en el macizo montañoso. La falta de equipo adecuado impidió su investigación.

 Próxima, hallamos lo que denominamos “El Portal del Caballo”. Una extraña conformación, que semeja el cuello de un caballo o jirafa coronado por su testa, y que muy posiblemente obedezca a una manipulación artificiosa, indicaba el acceso a una caverna estrecha y alta en su entrada.  




 Un delgado desfiladero a su frente, con evidente aspecto de camino de acceso “ad hoc”, completaba el cuadro de concreta artificialidad del conjunto. Así, la presunción de que en la región algún pueblo desconocido había instalado sus refugios subterráneos, adquiere verosimilitud. 

 Dos inconvenientes, empero, malograron el intento de atacar ese punto: por un lado, un antiguo deslizamiento de tierra y piedras había cegado el extremo final del desfiladero, haciendo extremadamente difícil su intento. Además, promediando la aproximación, ráfagas de viento de más de 90 km/h golpearon en forma cruzada, obligándonos a regresar junto al precipicio de aproximadamente 300 metros de profundidad. La proximidad de la noche, la escasez de víveres y el haber detectado ofidios en los alrededores (habida cuenta de que carecíamos de suero antiofídico), impusieron el regreso, con vistas a próximos intentos. 


 Todo lo señalado demuestra que la actividad precolombina y tal vez prehistórica de hombres de avanzadísima cultura en el oeste de la República Argentina era mucho mayor de lo que hasta ahora se sostenía. Asimismo, estaríamos a las puertas de un descubrimiento sensacional: en contra de lo que afirma la arqueología ortodoxa, en nuestro país habría existido una civilización lo suficientemente avanzada como para realizar trabajos megalíticos. Quizás se trate de la penetración Masma hacia el sur. Una civilización emparentada con su simbología con las grandes de la Antigüedad.

 

Este capitulo pertenece al opúsculo Ovnis en el pasado argentino, del investigador Gustavo Fernández (q.e.p.d.). 


 

 

 

sábado, 28 de junio de 2025

EL CONTINENTE PERDIDO DE MU

 Civilizaciones desaparecidas  


Quince mil años antes de nuestra era, la Tierra entera fue colonizada por un pueblo llamado uigures, que habitaba un continente que se extendía desde un punto al norte de Hawái hasta las islas Fiyi y la Isla de Pascua, ocupando una superficie de aproximadamente 55 millones de kilómetros cuadrados, donde hoy solo quedan las aguas del océano Pacífico. Esta es la historia del descubrimiento de Mu, un continente que desapareció hace 12 mil años en un torbellino de fuego y agua causado por terribles terremotos. 

El océano Pacífico, una inmensa herida azul en el corazón de la Tierra, siempre ha fascinado al hombre. Los inusuales restos que nos proporciona son tan abundantes que las especulaciones más audaces se vuelven plausibles en términos de arqueología romántica.

  La cavidad de este inmenso océano ha dado lugar a numerosas hipótesis, las más fantásticas no necesariamente las menos acertadas. Existe toda una escuela de geólogos que explica la fragilidad de la corteza terrestre en el borde del Pacífico por un evento que, en su momento, debió tener alguna consecuencia en el equilibrio de nuestro planeta: el desprendimiento de lo que a partir de entonces componía la masa de nuestra Luna.

  Según John O'Keefe, subdirector de la división teórica del Centro de Vuelos Espaciales Goddard, una de las instalaciones estadounidenses de investigación y aplicaciones espaciales, las conocidas perturbaciones geológicas en la región del Pacífico no deberían atribuirse a ninguna otra cosa. O'Keefe añade que la Luna se formó, probablemente, al mismo tiempo que el manto de la corteza terrestre, ya que tiene la misma densidad que este. Es evidente que el examen de muestras del suelo lunar, traídas por astronautas, debería brindar nuevas perspectivas para esta hipótesis, fundamentada en bases extremadamente científicas.

  Por otro lado, existen teorías sumamente apasionadas sobre el pasado del Océano Pacífico, que apelan a  nociones irracionales, si no imaginarias. Casi todas afirman la existencia de tierra firme que, en el pasado, habría ocupado el lugar del océano. 

  Los nombres Gondwana, Lemuria y Mu se han vuelto tan famosos y familiares para los curiosos que es necesario distinguirlos desde el principio. Para los geólogos, también existe otro nombre, Pangea, que proviene del trabajo del geofísico Wegener, conocido como la teoría de la deriva continental. 

 Según Wegener, solo existía un continente, que se habría movido como resultado de convulsiones internas, dando lugar a los continentes actuales. En resumen, la configuración del globo terrestre, según esta tesis, era la siguiente: 

 Hace 120 millones de años, la Pangea original se habría dividido bajo la presión de las cadenas montañosas submarinas del Atlántico y el Pacífico. Habría comenzado entonces un ballet fantástico, separando Brasil de Guinea, acercando India y Asia, y luego África y Europa. Las sinuosidades del Líbano, el Cáucaso y el Himalaya habrían resultado de estas gigantescas colisiones. 

 Ciertamente, la operación habría estado acompañada de importantes desplazamientos del polo magnético, y, coincidentemente, de cambios climáticos que explicarían, entre otras cosas, la presencia de restos fosilizados de plantas gigantes y otra vegetación ecuatorial a la altura del Spitzberg y el Gran Norte, así como en la Antártida. 

 Utilizando este esquema, el profesor Robert Diez, del Servicio de Ciencias Ambientales de Estados Unidos, estudió las similitudes entre partes de continentes que hoy son tan diferentes, como África, Sudamérica, Australia e India, y concluyó que alguna vez formaron parte de un solo continente. Este continente recibió el nombre de Gondwana, en consonancia con el término Godwara, empleado en ciertos textos sánscritos. 

 Los otros dos continentes, originados en este primer bloque, serían Lemuria y Mu, que no deben confundirse, aunque algunos autores confundan uno con el otro. Cabe aclarar que Lemuria, en general, se sitúa en el Océano Indico, y que Mu constituía, particularmente para los teósofos, un continente distinto, que abarcaba la parte oriental del Pacífico. A nivel geológico, la existencia de tales continentes se remontaría a 250 millones de años. 



EN EL DOMINIO DEL ESOTERISMO

El problema de Mu cae en el dominio del esoterismo y se basa en una interpretación precisa de la secta teosófica que retoma en gran medida el actual movimiento rosacruz americano. 

 Cualquiera que hable de teosofía inevitablemente evoca a la extraña Sra. Blavatsky. Helena P. Blavatsky (1831-1891) vivió sus últimos días en Nueva York. En asociación con un abogado estadounidense, Olcott, partió hacia la India, regresando rodeada de oscuras acusaciones de falsificación. Su libro La Doctrina Secreta se convirtió en la Biblia de un número considerable de amantes de lo oculto, que revela con precisión lo que era el continente de Mu. 

 La obra de Blavatsky generó una verdadera mitología en torno a la historia de Mu, cautivando a admiradores tan diversos como Edgar Rice Burroughs, el creador de Tarzán (muchos dibujos tempranos de Tarzán retoman ciertos temas de los teósofos) y Louis-Claude Vincent, un investigador francés en biología y electromagnetismo. 

La Doctrina Secreta, publicada en 1888, es una historia completa de las civilizaciones prehumanas y humanas que precedieron a las reveladas por la historia y la arqueología científica de nuestro tiempo.

 Inicialmente, la Tierra habría estado habitada por razas hiperbóreas, asexuales y vaporosas; más tarde, por criaturas bisexuales, originarias de Lemuria; luego, por atlantes monosexuales; y, finalmente, por humanos como nosotros. Estas serian las cinco primeras razas que habitarían la Tierra, a las que aún faltarían otras dos, que deberían nacer en América del Sur y del Norte. 

EL DESCUBRIMIENTO DE MU: UNA COINCIDENCIA


Basado en el tema central, presentado en los seis grandes volúmenes de la La Doctrina Secreta, los teósofos y esoteristas han añadido variantes más o menos complejas. A Veces es difícil encontrar el hilo conductor. Entre ellos, hay quienes parecen tener como misión revelar la existencia pasada de Mu, cuya figura más importante sigue siendo James Churchward, exsoldado del ejército indio que dedicó toda su vida a este problema. Sus obras causaron sensación entre las dos guerras mundiales. 

 Las circunstancias en las que descubrió los secretos de Mu son bien conocidas. Al alojarse cerca de un templo indio -al que no hace referencia- Churchward se hizo amigo de un guardia, mientras intentaba descifrar una escritura y un bajorrelieve.  Se enteró rápidamente de que una serie de tablillas en el templo contenían otros pasajes escritos por los naacals (hermanos santos) sobre una tierra desaparecida llamada Mu. 

Las tablillas estaban envueltas en varios paquetes y nunca se pretendía que fueran leídas. Con el pretexto de comprobar el buen estado de los paquetes, Churchward sacó dos tablillas y descubrió que podía descifrarlas, pues los caracteres eran idénticos a los del bajorrelieve examinado anteriormente. La historia  terminó -evidentemente en convivencia con el guardia-  con el desciframiento de todo el "tesoro" que, a partir de entonces, guiaría la vida de James Churchward en la búsqueda de ese nuevo Grial que para él se convirtió en la civilización de Mu. 

 Lo único que se puede deducir de la ausencia de las tablillas, que nunca han vuelto a ser vistas por nadie, es el total desinterés del hombre que dedicó todos sus recursos y fuerzas a esta odisea. Pues, como todos los seres cautivados por una gran idea fija, Churchward la "amplió", lo que posteriormente provocó críticas que intentaron desestimar su obra, tanto en sus aspectos verdaderos como en los menos verdaderos. 

Su extenso viaje, a partir de 1880, desde la India a las Islas Carolinas ya todos los archipiélagos del Pacífico Sur, luego al Tíbet y al Asia Central, a Birmania, a Egipto, a Siberia, a Australia y Nueva Zelanda, a la Polinesia, a los Estados Unidos, a Yucatán y a América Central, es verdadero.

  Fue allí donde conoció al geólogo estadounidense William Niven, quien había descubierto más de 2.600 tablillas en sus excavaciones mexicanas, y dedujo, de sus primeros desciframientos, las mismas teorías que Churchward. 




OTRA OPORTUNIDAD, EN OTRO LUGAR

Así relata Niven su descubrimiento en sus Memorias: "En 1910, al regresar a México después de haber explorado las ruinas de ciudades en una región desierta y desconocida del Estado de Guerrero, recibí muchas visitas de indígenas que querían venderme estatuillas de barro cocido y otros objetos. 

Dijeron que los habían encontrado cerca de las Pirámides del Sol y la Luna, en San Juan Teotihuacan, a unos 40 km de la capital. Sabiendo que habían hecho el viaje de ida y vuelta desde su tierra en poco más de una hora, les ofrecí 5 pesos si accedían a decirme el lugar donde habían encontrado los ídolos que me ofrecían. Aceptaron con gusto. 

Sin embargo, fue recién en 1921, durante mis excavaciones en Santiago Ahuizoctla, un pueblo cerca de Amantla, que descubrí la primera de las ahora famosas tablillas de piedra, a una profundidad de 4 metros. Este descubrimiento fue tan asombroso y singular a la vez que me invadió un fuerte deseo de encontrar otras tablillas, si es que existían.

  Luego realicé una exploración sistemática de todos los terrenos abandonados en un radio de 35 km, y mi labor fue recompensada, pues en menos de tres años desenterré 975 de estas misteriosas tablillas. Las más importantes se encontraron en Ahuizoctla, bajo un altar con un diseño en rojo y amarillo. Los tintes utilizados eran de óxido de hierro. 

Muchas de estas tablillas encontradas por Niven fueron elaboradas de forma extremadamente rudimentaria, con dibujos realizados por personas sin experiencia. Otras, por el contrario, son perfectas y, sin duda, fueron elaboradas por expertos. No tienen una forma particular, como si hubieran sido extraídas de simples piedras desgastadas por el tiempo, y los caracteres siguen los contornos de la propia piedra. Sin embargo, los dibujos, incluso los más rudimentarios, revelan un espíritu profundamente culto. 

Cuando Niven las descubrió, cada una estaba cubierta con una capa de arcilla, sin duda para preservar los colores de los personajes. ¿Acaso su ubicación cerca de los altares no indica que son reliquias de naturaleza sagrada, mucho más antiguas que quienes las poseían? 

—"Al examinar las piedras", — dijo Churchward, "encontré señales familiares y me di cuenta de que los principios de las tablillas de Naacal también se aplicaban a ellas. Estos escritos representan el primer idioma hablado del pasado prehistórico de América". 

LA DESPARICION DEL PUEBLO DE MU

 Churchward añadió que, tras examinarlos, «me di cuenta de que estaba viendo extractos de los escritos inspirados y sagrados de Mu. En la mayoría de los casos, se utilizaban caracteres esotéricos, lo que añadía aún más misterio». 

En cualquier caso, estas tablillas existen y aún pueden consultarse. En 1924, fueron sometidas a examen por el Dr. MorLay, del Instituto Carnegie, quien pudo emitir un único veredicto: contenían una escritura que no tenia nada en común con la existente en la arqueología precolombina. Para Churchward, no era más que el mismo lenguaje usado en las tablillas hindúes, que contaba las mismas historias. 

 "Continuando con mis —investigaciones", dijo, "descubrí que este continente perdido se había extendido desde un punto al norte de Hawái hasta un punto al sur hasta las islas Fiji y la isla de Pascua (un área de aproxirnadamente 55 millones de kilómetros cuadrados, cien veces el tamaño de Francia), y constituía, sin duda, el hábitat original de la humanidad. 

 "Aprendí", continuó Churchward, "que en esta hermosa región había vivido un pueblo que había colonizado toda la Tierra, y que el país había sido borrado del mapa del mundo por terribles terremotos, seguidos de inmersión, hace 12.000 años, y desapareció en un torbellino de fuego y agua". 

 El pueblo de Mu, que luego colonizaría el mundo entero, se llamaba uigur. Su capital asiática se ubicaría en el desierto de Gobi, más precisamente en Khara Khota, un yacimiento arqueológico donde un profesor ruso descubrió, a gran profundidad, una tumba que contenía los restos de dignatarios de alto rango. 

 Según la tradición teosófica, éste seria uno de los centros dependientes de Agartha, un inmenso y misterioso mundo subterráneo, que extendería sus ramificaciones bajo todas las tierras y océanos, y que serviría de refugio al famoso "rey del mundo", citado por los ocultistas. 

 Churchward escribió dos grandes volúmenes basándose en estos datos (hubo dieciocho reimpresiones entre 1931 y 1955), y es asombrosa la seguridad con la que traza incluso los detalles de las costumbres, técnicas y medios de comunicación de los habitantes de Mu, con la misma serenidad con la que habría escrito una guía turística de Londres o Nueva York. La diferencia radica en que estas ciudades y reinos, situados entre los años 15.000 y 12.000 antes de nuestra era, solo existen en la memoria del «coronel». 



SURGEN NUEVAS COINCIDENCIAS

Esto no significa que todo sea producto de su imaginación. Las tablillas de Niven existen, y cada día surgen coincidencias más ricas entre vestigios de civilizaciones que, hace unos años, nadie habría pensado en unir.

  La multiplicación de las vías de comunicación contribuye enormemente. Quizás algún día, los arqueólogos experimentados, presionados por tantas de estas coincidencias, se vean obligados a reanudar el estudio de las tablillas de Niven. 

 De todo esto se podría concluir que, si Mu no existiera, habría que inventarlo. En todo el mundo, gracias a descubrimientos inusuales, generalmente encontramos rastros de él. Esperemos que esto sirva para explicar la existencia de todos estos monumentos que se alzan en las islas más pequeñas del Pacífico, para reunir en una vasta unidad uigur a grupos étnicos tan enigmáticos como los irlandeses, los vascos, los armenios o los tibetanos. 

 La única fantasía inaceptable sería aquella que nos hiciera admitir que la existencia de los hombres no ha sido más que un largo y absurdo aburrimiento en un planeta inmutable. En general, las leyendas tienen algo mucho más sensato. Sin embargo, para descubrir la esencia de una verdad en ellas, hay que excavar aún más profundo que para encontrar los tesoros de El Dorado. 

Pero, decía Einstein, «quien no tiene el don del asombro o del arrobamiento estaría mejor muerto: tiene los ojos cerrados». 


EL LIBRO DE DESCUBRIMIENTOS DE CHURCHWARD

 El coronel James Churchward afirma en su libro El continente perdido de Mu (publicado en Brasil por Editora Hemus) que descubrió, gracias a los hindúes, la revelación de la existencia del legendario continente de Mu, la Atlántida del océano Pacifico. En el libro, relata cómo un sabio sacerdote lo inició, siendo aún joven, en el desciframiento de las tablillas sagradas, olvidadas hacia tiempo, en su templo. Tras doce años de estudio y meditación, Churchward halló pruebas de que estas tablillas narraban la historia de los orígenes de la humanidad y constituían los últimos vestigios de la primera lengua escrita del hombre.

  Partiendo de la India, Churchward se propuso encontrar más evidencia concreta de la existencia de Mu. Desde el Tibet hasta Egipto, desde Nueva Zelanda hasta la Isla de Pascua, trazó una ruta, buscando una civilización antigua y descubrió numerosos textos grabados en el idioma sagrado de Mu.

 Pero fueron las tablillas  descubiertas por el arqueólogo William Niven en Luka las que le permitieron completar su trabajo y revelar al mundo la historia del continente desaparecido, cuna de todas las civilizaciones. Todos los documentos que encontró, tanto las tablillas de Naacal de la India como la colección de Niven, tienen el mismo origen: son extractos de las escrituras inspiradas y sagradas de Mu.

  Por lo tanto, según Churchward. todos estos documentos confirman su teoría de que los vestigios más antiguos de la presencia humana en la Tierra no se encuentran ni en Egipto ni en el valle del Éufrates, sino en Norteamérica y Oriente, donde Mu, el Imperio del Sol, la patria del hombre, fundó sus primeras colonias. (Las ilustraciones de este texto están tomadas del libro «El Continente Perdido de Mu»). 



MU Y RUDOLF STEINER 

 Hace aproximadamente medio siglo, en un modesto estudio de escultura enclavado entre serenas montañas, falleció el fundador de la antroposofía, Rudolf Steiner. Junto con Krishnamurti, se convirtió en un famoso renegado de la Sociedad Teosófica. 

 Muy conocido en algunas partes del mundo, existe, por ejemplo, una cátedra de antroposofía en la Universidad de Estocolmo, Steiner, sin embargo, permanece ignorado incluso en países como Francia, a pesar de ser el hombre del que Albert Schweitzer dijo: "Me alegro de todo lo que su gran personalidad y su profunda humanidad han logrado en el mundo. Cada hombre debe seguir su propio camino". Pero la antroposofía es uno de los sincretismos más desconcertantes del pensamiento humano hacia las antípodas de nuestro cartesianismo: entre el ocultismo visionario más radical y la lógica científica. 

  Así pudo Steiner describir la actividad de las jerarquías terrestres, la encarnación del Gran Ser Solar en el Cristo, el mecanismo de la encarnación y, al mismo tiempo, la pedagogía aplicable a los niños atrasados, la composición de los cometas, la química de los fertilizantes o el remedio contra el cáncer.

  También abordó el tema de la historia de la humanidad, de la que dibujó un panorama vasto, posible gracias a una serie de visiones internas. Para Steiner, tras el paraíso, el periodo hiperbóreo y el periodo lemuriano temprano, existió una gran civilización en Mu, cuyo trágico final sería similar al diluvio de todas las tradiciones.

  A continuación, aborda el periodo de la Atlántida, que considera decisivo. Fue en la Atlántida donde se estableció definitivamente la alternancia de vigilia y sueño. Steiner afirma que la lucha entre las entidades espirituales y los espíritus luciferinos constituye la verdadera historia de la Atlántida.


 Como siempre, el gran agradecimiento a nuestro colaborador Javier Stagnaro, por acercarnos este material perteneciente a la revista brasilera Planeta especial n° 125






sábado, 21 de junio de 2025

DANIEL RUZO, INAGOTABLE FUENTE DE CONOCIMIENTOS

Nuestro reencuentro con Daniel Ruzo se hizo después de muchos años, en el Planetario del Morro Solar en donde había sido invitado a dar una conferencia. El tema era: Cronología Tradicional.

  Desde sus primeras palabras volvimos a sentir el especial embrujo que emana de este hombre que en cualquier lugar este cambió como por arte de magia el “climax” del ambiente, llevando a los que fo rodean a otra dimensión. Pensábamos haber llegado al Planetario “condicionados” por el encanto del camino, por el ensueño de la bruma nocturna y por la bellísima vista que desde el Cerro se goza; pero no era eso, ya que el mismo embrujo nos envolvía días más tarde cuando Ruzo visitó nuestra redacción y Otras veces más, todas las veces que le estamos cerca y lo escucharnos.

 Tiene Ruzo la calidad de los grandes: la de hacerse entender de todos.

  Se pensaría que a su punto de evolución, la comunicación con los demás es difícil, el diálogo inexistente; mas, el siempre encuentra el camino para llegar a todos, calidad que, repetimos, solamente poseen los grandes. 

 Poeta, escritor, filósofo, explorador, ducho en arqueología y descubrimientos que hablan de otras dimensiones y de otras humanidades, Daniel Ruzo es conocido en el mundo entero; principalmente a raíz de sus estudios y conclusiones acerca de Marcahuasi. Es esta, la famosa meseta 24,000 metros de altura, en la cual Daniel Ruzo supo ver “el más importante conjunto de esculturas protohistóricas y de montañas talladas del mundo”. De la importancia del lugar ya se hizo mención en nuestra revista y próximamente lo haremos más detalladamente, a la luz de las informaciones que su descubridor nos deja.

  —Daniel, háblanos de Marcahuasi, de la cultura Masma...

  —Marcahuasi no es eso, sino mucho más. Al principio pensé que se trataba de una cultura peruana, por eso le puse el nombre Masma, surgido de un sueño de Pedro Astete. Todo ello lo explico yo en mi libro “La Historia Fantástica de un Descubrimiento”. Más tarde, cuando encontré en México y Brasil culturas similares, consideré que se trataba de una cultura americana, lo vi como algo de dimensiones aún más amplias. Paro tampoco era solamente americana, esa cultura. Cuando di a conocer mi descubrimiento, recibí informaciones, datos, de que en otras partes del mundo habían lugares que quizá encajaban en el mismo tipo. Viajé, fui a conocerlos, y encontré centros sagrados decorados con esas esculturas, en Europa y en Africa, en Egipto. Ahora estoy convencido de que se trata de una cultura mundial, de templos de piedra de una humanidad desaparecida. Los hay en Francia y en Rumanía. Los he estudiado, fotografiado miles de veces, a horas y estaciones diferentes y he descubierto cosas extraordinarias, de capital importancia para la humanidad. Todo ello está dicho en mi libro, y también en el del “Valle Sagrado de Tepoztlán” que justamente está ahora en imprenta aquí, en su primera edición peruana. La primera se hizo en México. 




—Dinos, Daniel, además de Marcahuasí, ¿hay otros lugares así en el Perú? En Marcahuasi se suponía que solamente se trataba de formaciones rocosas caprichosas, de resultados de erosiones, etc. Tú, que supiste ver lo que realmente eran, ¿has encontrado otros lugares similares aquí?

 —Por supuesto, en el Macchu Picchu, entre otros. El Intihuatana, por ejemplo, seguramente observatorio solar, es una roca viviente. No tiene ni un centímetro paralelo o perpendicular: da sombras diferentes según el momento, es una escultura fuera de serie, Luego, el Bosque de Piedra; es fabuloso, todo hecho por escultores de la protohistoria. Y aquí nomás, tenemos el Cerro San Cristóbal... 

 —¿ El cerro San Cristóbal?

  — ¡Claro! Es una montaña sagrada. El cerro jorobado es el hombre después de la caída. La joroba tiene siete patas. Hay cosas que deberías fotografiar. Todo es simbólico, tiene varias cabezas de perro. como tienen todas las montañas sagradas, El perro es el Can Cerbero, guardián del tesoro. Y el tesoro, ¿sabes qué es? Es la sangre humana; la sangre es el verdadero tesoro que hay que cuidar, Aún no se sabe todo acerca de la sangre; tiene humores, y eso no ha sido estudiado... Es la razón por la cual no siempre dan resultado las transfusiones, a pesar de utilizarse sangre del mismo tipo...

  Mira, me parece muy importante que se sepa lo del Cerro San Cristóbal; te voy a preparar, si es que tengo tiempo, unas líneas para que las publiques en la revista.

 — ¡Ojalá! Daniel, muchas gracias. Y de los trazados de la pampa de Nazca ¿Qué es lo que piensas?

  —O contienen una confrontación astronómica que permita fijar la fecha en que eso se hizo, o no vale nada. El Servicio Fotográfico del Ejército es el que debe encargarse de hacer un mapa de todo, general, a curva de nivel; que haga diez copias de este mapa y que las manden a diez centros astronómicos mundiales, Es lo único que hay que hacer, lo digo desde hace sesenta años porque hace sesenta años que conozco la pampa, desde hace mucho antes que la señora Reiche. Si no, no se puede probar nada, porque se trata de piedritas barridas para formar líneas; no se puede fijar cuando se ha hecho, 

 Me dicen que en Canto Grande hay algo similar; si ambas tuvieran una confrontación con el cielo de un ápoca, sería sumamente importante, se daría valor a esas obras; sólo tienen valor si hay una correlación con situaciones astronómicas antiguas y sí eso queda probado.

 -¿Cuánto tiempo te quedarás en Lima, Daniel?

  -Muy poco tiempo más; hasta que salga de imprenta mi libro, El Valle Sagrado de Tepoztlan. Me han dicho que estaría terminado en los últimos días de enero. Allí hay algo importante, por si quieres publicarlo: el Manifiesto de Tepoztlán, dado en 1974,

  -Tepoztlán, ¿por qué?

  -Por el lugar: Tepoztlán es un lugar sagrado, tan importante como Marcahuasi.

  -Daniel, ¿Quiénes son los que lo firman?

  -No se ha querido que vaya firmado, para darle mayor amplitud, y por las condiciones particulares de los firmantes . .   Luego, acá en el Perú, saldrá en edición de bolsillo, un libro con la primera parte de La Historia Fantástica de un Descubrimiento; la que se refiere al Perú. También tengo otros dos libros, a medias. Uno se titula: Los Brujos del Perú y México y la Mística Eterna y en ese se demuestra que la mística es la misma y la metodología, igual, El otro sería sobre Nostradamus, Malaquías, Trithemius, Daniel y Juan: son los profetas del fin del mundo. También me está interesando la alquimia, pero de esto no se puede hablar mucho, es algo hermético.

  Tengo un artículo de catorce páginas que me han hecho escribir para una revista; como no se ha publicado aún, no lo puedes dar a publicidad, pero te dejo una copia; de allí puedes sacar lo que quieras. Es sobre Tepoztlán. 

 Seguimos conversando con Daniel Ruzo de más y más cosas. El tiempo es corto cuando se le escucha, Es una inagotable fuente de conocimientos y lamentamos su próximo regreso a Cuernavaca, México. Nos consuela su promesa de enviarnos de vez en cuando algo suya para la revista. Será difícil encontrar palabras para agradecérselo.




CERRO SAN CRISTÓBAL MONTAÑA SAGRADA

                                                              escribe DANIEL RUZO

  En el límite norte de la ciudad de Lima se levanta el cerro San Cristóbal, invadido hoy por las “barriadas”. 

 Se eleva cuatrocientos seis metros sobre los terrenos adyacentes y remata su cumbre una pequeñísima meseta, trabajada en la piedra, ocupada por pequeñas construcciones y por las bases de una cruz que se ilumina en la noche. 

 La Historia de nuestro cerro comienza para los limeños, con la llegada de los españoles y con la fundación de la ciudad en los primeros días de 1535. Nadie ha imaginado nunca que se trata de un cerro sagrado y que las esculturas y tallas que lo decoran y que vamos a exponer aquí, acreditan una antigüedad de más de 85 siglos. 

 Su masa es de un granito duro que, por su color, se denomina “ala de mosca”, y que aparece trabajado por el hombre en muchos lugares de su superficie. Muchas esculturas, la mayor parte de ellas desastrosamente erosionadas, la decoraban por todas partes especialmente en sus aristas, en las que se van todavía representaciones de perros. 

 Irreverentemente ha sida cortado el San Cristóbal, hace un siglo, por un camino que puede conducirnos en automóvil hasta la plazoleta de su altura, desde donde domina toda la ciudad y, a pocos kilómetros hacia el Oeste, tas playas del Océano Pacífico. Subieron por ese camino, en el siglo pasado, unos cañones y durante muchos años un cañonazo anunciaba a los limeños el medio día. 

 El camino, la plazoleta y los trabajos de los invasores, han modificado la antiquísima visión de la montaña que se presenta rodeada por siete pequeñas alturas que rematan las siete extremidades en que se asienta, La más importante de sus siete extremidades se extiende de este a oeste y presenta su propia decoración, diferente de la decoración del San Cristóbal.  

 Es para nuestra ciudad "la montaña del tesoro", y ostenta todos los símbolos de las montañas sagradas. 

 Su cumbre, desde una dirección, es perfectamente piramidal. Desde otra dirección, la pirámide presenta una joroba: es el Cerro Jorobado. Representa al reino hominal, pero abrumado por el peso de su existencia, después de la “caída” en el mundo ilusorio de los hombres de la tierra,. 

 A media altura se ve desde el Sur Oeste la calavera. Está formada por los ojos y el hocico de un perro visto de frente. Es la cabeza de muerto que vimos un día desde la casa de Don Pedro Astete y el punto de mira para ella está en el malecón, sobre el río, donde fue demolida esa casa.

  Desde el Sur Este se ve una de las tres cabezas de perro. Inmediatamente abajo del ojo izquierdo de la escultura se ye grabada una cruz de la misma proporción que la cruz cristiana. Como escultura y como símbolo es magnifica.

  Desde el Este, exactamente desde la línea que cruza la “piedra liza” se ve la segunda cabeza de perro, la más completa. No solamente tiene la lengua fuera del hocico, sino se ve ante ella la escultura en piedra del Arca del Tesoro que está guardando, Es pues el guardián del Tesoro. La "piedra liza” es una roca de más de dos metros y medio de altura, con un hueco en la parte superior. Muy cerca, se veían hace algunos años, los baños de la “piedra liza”, que tomaban nombre de esta piedra. Han desaparecido hoy, pero el gran peñasco sigue en pie señalando, con el Arca del Tesoro, una de las líneas, del plano secreto del San Cristóbal. 

 Desde el Oeste, desde la pampita del medio mundo, se ve la tercera cabeza de perro, en el mismo lugar de las otras dos, pero formada con diferentes rocas. 

 Tenemos pues así el símbolo del Can Cerbero, el perro de tres cabezas, guardián del Tesoro y guardián de los infiernos, de lo inferior, del “inferus”. Dejaba entrar a las almas de los muertos pero no las dejaba salir. Impedía la entrada a los humanos. Era una fiera formidable con los dientes envenenados de sus fauces y con su collar de serpientes.

  Fue vencido en el mundo físico, por el Heracles griego o el Hércules romano: Huari entre los Huancas. El Héroe lo estrujó entre sus brazos y lo obligó a salir a la luz del día para mostrarlo a Euristeo. Fue vencido por la Sibila de Cumes en el mundo mágico: le dio a comer una torta encantada para llevar a Eneas al mundo de las sombras, Fue vencido por Orfeo en el mundo espiritual, al son de la lira, cuando éste quiso sacar a Eurídice del averno. 

 ¿Por qué está representado el Can Cerbero en el San Cristóbal? Porque como guardián del Tesoro es un símbolo de la Montaña Sagrada, Arca del Tesoro más importante de la tierra: La Sangre Humana. En cada catástrofe cíclica el hombre salva esa sangre en tas cavernas de piedra. 

 La Tierra, Nuestra Madre, ha producido, en el mundo físico, sus minerales, sus vegetales, sus animales y sus hombres. 

 La síntesis de esa evolución milenaria es la Sangre Humana. Su desaparición obligaría a la Tierra, a repetir los miles de siglos de su Historia. Los Dioses no pueden permitirlo. La Mitología Mexicana lo dice textualmente; “Los Dioses no pueden permitir que desaparezca el hombre sobre la tierra”. Las humanidades son el caldo de cultivo en el que nacen, de los Héroes mortales, los Dioses inmortales. Estos adquieren, en el Misterio de la Resurrección, la inmortalidad de la tierra. 

 La Biblia nos dice que esa es la única finalidad del hombre que tiene que sufrir el tránsito de ánima viviente a espíritu vivificante, de animal en cuerpo mortal de materia a espíritu en cuerpo inmortal de pura energía. 

 Como todas las montañas sagradas, el San Cristóbal, que tiene grabada desde hace más de ochenta y cinco siglos la cruz de Cristo. Es el Cerro del Tesoro, de ese tesoro de la Tierra, la sangre del Héroe, que está guardada para siempre, en lugares inaccesibles y en una copa de esmeralda .



Este artículo fue publicado en la revista peruana Lo Insólito año 2 n° 13 (década de los 70s)