sábado, 10 de mayo de 2025

LAS CIUDADES PERDIDAS DEL INTERIOR DE BRASIL. TEXTO E INVESTIGACIÓN DE C. STEIGER



Historias sobre ciudades perdidas adornadas con
tesoros, restos de civilizaciones precolombinas de alto
nivel en el interior de Brasil, han movilizado aventureros en
las más diversas épocas. Pero lo cierto es que el propio
Itamaraty, el Museo Nacional y el Centro Nacional
de Investigación y Cultura ya han confirmado tales
ruinas. En este articulo, el autor invita a
profundizar en los hechos, citando los informes
mas fantásticos y creibles



Ciudades en las selvas, llenas de fabulosos tesoros, siempre despiertan la imaginación.
En todas las épocas, como una constante, hay referencias a su existencia.
 Hombres con objetivos diversos -aventureros, científicos, misioneros- se aventuran en las selvas, a menudo para no regresar jamás. Desaparecen sin dejar rastro y nunca más se sabe de ellos.
 Se crean leyendas sobre el destino de tales civilizaciones. 
 ¿Habrían logrado sus objetivos y permanecido en compañía de seres desconocidos para nosotros? ¿O por el contrario habrían encontrado la muerte? Sin embargo, envueltas en un velo de misterio, las narraciones han llegado a interesar a científicos y entidades como la austera Royal Geographical Society de Inglaterra.
Además de una serie de pequeñas leyendas sobre ciudades y civilizaciones perdidas e están relacionadas directa o indirectamente con Brasil, la de Eldorado fue, quizás, la que más atrajo a los aventureros. Era una ciudad que inicialmente, para algunos, debía estar ubicada al este de las Guayanas: era el Dorado de Parima. También se decía que estaba ubicado en el altiplano colombiano y que su rey se pintaba el cuerpo de oro para bañarse en el lago sagrado. La leyenda despertó la codicia de muchos aventureros.  En 1540, después de regresar de una expedición, Pedro de Limpias contó la primera historia de El Dorado.
 Después de ser ubicado en las Guayanas y Colombia, Eldorado pasó a ubicarse en los mapas en el centro de Brasil, en medio de “tierras desconocidas”.
Era el lago Eupana y conectaba las cuencas del Amazonas, del Sao Francisco y del Plata.

Enein, el fantástico imperio del rio Madeira

Se organizaron varias expediciones para descubrir sus famosos tesoros, así como su misteriosa civilización. Las antiguas expediciones de Gonzalo Pizarro y Francisco de Orellana (1541); por Fernán Pérez de Quesada y Phi-lipp von Hutten, en 1548; la de Pedro Ursúa, cuatro años después; la de Antonio de Berrio, en 1584; la de Walter Raleigh, en 1617 y la de Frei Domingos de Brieva, en 1637, todas ellas evidentemente infructuosas, demuestran claramente la codicia que despertó la leyenda.
 Uno de estos aventureros regresó diciendo que los incas se habían refugiado en El Dorado; Otros se referían a un imperio fantástico, conocido como Enein situado, en la cuenca del río Madeira.
 El ciclo de Eldorado daría origen, en Brasil a la leyenda la Sierra de las Esmeraldas, tan buscada por los bandeirantes. Decenas de escritos misteriosos, según la creencia de la época, circulaban en manos de los habitantes de la entonces modesta Sao Paulo de Piratininga. A los jesuitas se les atribuía el conocimiento de información invaluable para su ubicación, debido a la conexión que tenían con los indígenas, quienes seguramente entregaban a sus protectores cualquier información que tuvieran.
 Femao Dias organizó una expedición en busca do la Serra das Es-meraldas.
 El gobierno portugués creía que el experimentado explorador del interior finalmente encontraría el codiciado tesoro. Y Fernao Dias murió en medio de la empresa, pensando que lo había descubierto.
 El ciclo de leyendas sobre Eldorado está desapareciendo poco a poco.
En su lugar, se empezó a hablar de la existencia de ciudades perdidas, restos de civilizaciones antiguas que habían desaparecido.
 De las antiguas ciudades perdidas mencionadas en el pasado, la más conocida es sin duda la que fue descubierta por exploradores del "ciclo-bahiano",  registrada en un manuscrito encontrado en la Biblioteca Nacional. El documento es largo, detallado, describe todas las particularidades de la ciudad e influyó en el legendario coronel Fawcett, quien de hecho lo leyó en la versión inglesa,
publicada en 1869. Al mudarse a Brasil, Percy Fawcett se internó en los bosques y nunca mas se supo de él.

Boletín del siglo 18 confirma aventureros

Pero, después de este posible descubrimiento por los aventureros bahianos, se realizaron otros, constituyendo un desafío arqueológico permanente. Sin embargo, muchos científicos son
demasiado escépticos y no aceptan la posibilidad de un origen que pueda a modificar sus esquemas arqueológicos y etnológicos ya establecidos. Pero, existen, existen...
 La tradición de la existencia de ciudades perdidas se extiende por varias regiones del Brasil. Muchos no son más  que bloques de piedra que la imaginación popular ha transfigurado y promovido a antiguos asentamientos abandonados. Otras veces, sin embargo, los hechos requieren un análisis más serio.
La llamada ciudad de Serra das Figuras es uno de estos casos.
 En 1945 se anunció su descubrimiento en el interior de Goias. Y el hecho no fue comunicado por ningún periódico ávido de crear sensacionalismo, sino por el insospechado Boletim de Informacoes do Brasil, editado por ltamaraty.
 Todo hace pensar que se trataban de ruinas de una cultura precolombina ya bastante desarrollada, hecho que rompería los esquemas tradicionales de la arqueología sudamericana.

Murallas, pirámides, tumbas y anfiteatros en Paraúnas

La nota de la publicación editada por Itamaraty dice: "La configuración del norte de Goias tiene un aspecto ligeramente ondulado. Están las sierras de Mangabeiras y Figuras, llamadas incorrectamente sierras, ya que representan sólo un poquito de la meseta, que se extiende al este entre los ríos Preto y Grande. Estos accidentes se presentan mediante un muro de más de cien metros de altura. La Serra das Mangabeiras es la línea divisoria entre las aguas de los rios Sono y Paraiba, al norte, y se entiende hacia el sur, donde el rio Sapáo la cruza de oeste a esto, continuando hacia el sur donde toma el nombre de Serra das Figuras. En este terreno se encuentran ruinas de los más fabulosos edificios, palacios y catedrales, rodeados en su parte superior por varias estatuas, algunas aisladas, cada una
revelando sus propias expresiones. En estas ruinas hay largas plazas con centinelas que han quedado petrificadas a lo largo de los siglos, cariatides monstruosas, restos masivos de algunos monumentos ciclópeos a punto de derrumbarse. 
 Sin duda, no se trata sólo de una curiosidad turística o Incluso artística, cuyo valor no debería ser despreciado, pero sobre todo de un descubrimiento que representa un hecho histórico quizás esencial para el estudio de ciertas épocas del pasado de Goiás y Brasil.”
Esta descripción hecha por  el boletín de Itamaraty se asemeja, en muchos puntos, a la  hecha por los aventureros en 1753. ¿Existe  alguna conexión  entre la antigua ciudad perdida, que estaba ubicada en Sincorá, y esta otra descrita en el siglo XX?
 Si se toma literalmente la descripción del boletín, en atención al  carácter científico atribuido al descubrimiento, se entiende que las ruinas encontradas  no son meras piedras amontonadas sino más bien restos monumentales de una antigua civilización, enclavada en el corazón de Brasil. En otras palabras; serían ruinas de civilizaciones perdidas en la noche de los tiempos, que recuerdan el esplendor de las ciudades de otros pueblos civilizados de época precolombina, como la de los Incas, mayas, aztecas y toltecas.
 Aún en el Estado de Goiás, circula la noticia  sobre la existencia de otra ciudad perdida. Se trata de la que se encuentra en Serra da Portaria, a 30 kilómetros de Paraúnas. El descubrimiento fue hecho publico -aunque su existencia  ya era conocida en Río de Janeiro-, por el Sr. Paulo Leofredo Costa, del Centro Nacional de Investigación y Cultura (CNPC), que tiene su sede en Brasilia.
 El hecho tuvo un profundo impacto en los círculos científicos del País. Según su promotor, la ciudad  habría estado habitada por miembros de una civilización desconocida que vivieron aquí miles años antes de nuestro descubrimiento.
Aunque las declaraciones del director del Centro son categóricas, se plantearon serias dudas sobre la importancia del hallazgo. Pero ¿serían justificadas estas dudas en vista del número de argumentos presentados? Lo cierto es que su existencia no podía  ser  discutida.
Según  Paulo Leofredo Costa no hay ninguna duda sobre el valor del descubrimiento. Ordenó un análisis, según información proporcionada a la prensa, de varias muestras del material que se encontró en las ruinas de la ciudad, habiéndose encontrado aceite de ballena en el mortero examinado. Tratando de explicar esta inusual aparición,   afirmó que había un gran lago cerca de la ciudad perdida de Paraúnas, lugar donde se criarían los cetáceos. El director de la CNPC también entró en más detalles. Pera él las piedras que forman los muros tienen un aspecto alargado y son de dimensiones regulares, alcanzando hasta cinco metros de altura. Las murallas tienen dos kilómetros de longitud y forman un majestuoso anfiteatro.
 En su interior, se dice, hay pirámides y tres grandes piedras superpuestas, en forma de altar, y dos picos que apuntan hacia el noreste. 
 En el fondo de un pozo, ubicado en el llamado anfiteatro, los investigadores del CNPC llegaron a una enorme cámara, a la que no pudieron ingresar debido a la altura de más de cuarenta metros entre el punto donde se encontraban y el suelo. Deben ser "tumbas de los primeros habitantes de la región", creen. Según sus declaraciones, una noche de luna llena los exploradores vieron una luz intensa elevarse detrás de la pirámide principal. Incluso lograron fotografiar el evento. Aunque no lo atribuyó a ninguna causa, insinuó la posible existencia de seres misteriosos que aún habitan esas cuevas, en una región casi inaccesible.





Un altar celta en Pedra da Anvilna

¿Hasta dónde llega la verdad y hasta dónde la exageración? Según el director del Centro Nacional de
Investigación y Cultura, las investigaciones continúan para descubrir la verdad.
 Luis Galdino, un arqueólogo que visitó la región, fue mucho más cauto, aunque no negó por completo la posibilidad de que se tratara de una ciudad. El dijo: “En el brazo occidental de la sierra, cerca del punto donde la muralla asciende por la montaña, hay una superficie sembrada de grandes bloques de piedra, que dan la impresión de recintos y plazas. Algunos metros más adelante  se alza una especie de obelisco o columna tosca de piedras apiladas, con un acabado tosco, que no permite, en un primer análisis, decir si se trata de un monumento o de una obra de la naturaleza.
Continuando con su análisis, el mismo científico afirma: “Para gran sorpresa, junto a ella se encuentra la Pedra da Anvil, como se la conoce en la región, que s asemeja en todos los sentidos a un alar celta.  Unos pasos por delante de la superficie asfaltada, dos puntas de piedra se elevan sobre el espacio, causando la impresión  exacta que debía servir de soporte a una losa y ésta, muy posiblemente, pudiera ser el pedestal de algún objeto de culto, quizá un ídolo. Una de las puntas está rota, pero está claro que deberían tener las mismas dimensiones, aproximadamente unos tres metros de largo.



Enigma: el obelisco de Monte Alto

Otro enigma arqueológico que hasta ahora ha intrigado a los expertos es la ciudad perdida de
Monte Alto.
 Ubicada en el estado de Bahía, fue estudiada hace algún tiempo por el arqueólogo Angyone Costa, quien tuvo la oportunidad de describirla con cierto detalle, Está ubicada en un lugar llamado Rio das Pontes, a orillas del río Verde Grande.

 Esta ciudad perdida, para los habitantes de la  región , fue construida hace milenios por una raza que se extinguió.
 Allí, según Angyone Costa, en un amplio campo, hay una alineación de piedras de aproximadamente un metro y medio de altura, colocadas de manera equidistante, que se extiende por aproximadamente un kilómetro. No muy lejos de esta avenida de piedra "bajo una explanada rocosa”, se alzan las ruinas de antiguas y aparentemente toscas

construcciones de piedra, sin terminar, dejando la duda de si fueron hechas por manos humanas o si son obras de la naturaleza.  Sin embargo es poco probable que la naturaleza haya podido realizar esta obra, pues, además de estas toscas construcciones, existen también,
según el arqueólogo que hemos citado, “ruinas de antiguas construcciones de piedra tosca, algunas de grandes dimensiones”.
 La ciudad perdida de Monte Alto aún no ha sido examinada adecuadamente por los expertos, por lo que no se tiene una idea precisa de su edad ni de los orígenes y el destino de sus constructores.
 Por este motivo los arqueólogos -como Angyone Costa- se muestran algo cautelosos. Dice: «Una serie de pilares parecen demarcar construcciones extintas y la fisonomía del lugar da la impresión de que en Monte Alto existió, en un pasado remoto, una ciudad de la que no hablan los cronistas. El origen de estas ruinas, o pseudo-ruínas, |permanece desconocido hasta el día de hoy».
 ¿Podría ser ésta también la ciudad descrita con cierta exageración, por los aventureros de 1753, o fue construida por un pueblo cuya cultura se perdió en el tiempo, habiendo retrocedido  su civilización y desaparecido sus miembros debido a algún fenómeno que desconocemos?

Agradecemos, como tantas veces, al investigador Javier Stagnaro (quien supo estar por el Brasil siguiendo las pistas de estas legendarias ciudades) por su aporte con este material, el cual tradujimos para la ocasión.


sábado, 3 de mayo de 2025

TEXTO DE LA ORACIÓN DE CUENCA por el profesor Dileep Kumar Kanjilal

 



En Ancient Skies, 2:6, se hace referencia a un objeto de oro del Museo de Cuenca, Ecuador.

La escritura hallada en esta estela ha sido identificada como la de Brahmi, cuyos registros conocidos se encuentran en las inscripciones del emperador indio Asoka del siglo III a. C. Estudios posteriores han identificado esta estela como una oración de 13 pies métricos con 4 letras en cada pie, y el hecho de estar inscrita en oro indica su carácter sacrosanto. La oración puede restaurarse de la siguiente manera:

apha (cama) sutrathuma

hamayapa gidhimari

japamthaiva  vupukheda

dvugumptavi dhyayama ca

thaisudasa talodadha

njhaiteda samegha

Om khavana tibranagha

Esto puede traducirse al español así: "El ofrecimiento de oblaciones (es decir, arrojar mantequilla clarificada al fuego) y la murmuración de oraciones son espontáneos; (pero) solo la murmuración de oraciones puede conducir al Cielo, como Sudasa, quien fue elevado (al Cielo). Oh, poderoso Señor, oramos con los sutras (aforismos) mientras sufrimos dolores físicos. Meditamos en ti, que vives bajo (o más allá) de las aguas (es decir, los grandes mares), que vienes con las nubes y que posees las garras afiladas."

El idioma aquí es sánscrito arcaico, pero es diferente del sánscrito budista y guarda afinidad con el Avesta. La métrica de este texto versificado pertenece a la clase de métrica védica conocida como Pratistha, que consta de cuatro letras en cada pie. Dos palabras que aparecen en el fragmento se encuentran en el Rigveda. La palabra "Sudasa" en la línea 5 se refiere con toda probabilidad al rey Sudasa, mencionado en el Rigveda (X. 133) como un ejecutante de grandes sacrificios. El monosílabo "Om" añadido a la palabra "khobhana" (skt. ksobhana) le confiere los rasgos de una oración, y "knobhana", como adjetivo del dios védico Indra, aparece en 103. En el Mahabharata y en el Visnusamhita (siglo III a. C.), esta palabra también aparece como epíteto de una deidad védica.

 La palabra "tibranagha" en la última línea guarda similitud con las palabras védicas "tibran ghosan" y "tibrah somasah" (Rv. VI. 75.1).

 Ahora nos preguntamos cómo y cuándo llegó esta oración a Ecuador. Se pueden encontrar registros históricos de comercio e intercambio marítimo con Egipto, Babilonia y el Imperio Romano en el siglo I a. C. Sin embargo, aún no hay constancia de contacto con la antigua América. La fecha del Rgveda se ha fijado en torno al 2500 a. C.(l). El tipo de métrica védica utilizada en la estela quedó obsoleta en la época de la compilación del Pingalacchandahsutra en los siglos III y IV a. C. El uso de esta métrica, por lo tanto, indica una etapa muy temprana del desarrollo métrico. En nuestro artículo anterior en Ancient Skies, sugerimos una fecha probable para la estela: entre los siglos VII y VIII a. C. Un análisis de su contenido parece situarla en una época aún más temprana.

 En las leyendas de Polinesia, Micronesia y Melanesia (2) existen historias y leyendas sobre la evolución de la tierra a partir de un huevo del Creador Supremo, como Brahma del panteón hindú, y algunas historias que podrían tener su origen en las mitologías de la India del tercer milenio a. C. Investigaciones antropológicas(3) han establecido la similitud de los habitantes de la Isla de Pascua con los Mundas de la India Central. Es difícil negar la probabilidad general de que el Sudeste Asiático esté conectado con la América Antigua.

  Los descubrimientos actuales del Dr. Erich von Däniken nos han situado al umbral de una nueva era de reconstrucción del mundo y de la civilización humana.

(1) History of Ind. Lit.- Winternitz Vol. 1, p. 271

(2) Oceanic Myithology - Poignarl, pp, 34-37

(3) Writing - D. Diringer, p. 92

*By Dr. Kumar Kanjilal, "Nishi-Saran," Deshbandhunagar, Calcuta 59, INDIA.


domingo, 27 de abril de 2025

DESCIFRAMIENTO DE LAS ESCRITURAS DE CUENCA por el Prof. Dr. Dileep Kumar Kanjilal*.

 

                                                    ANCIENT SKIES



                            Official Logbook of the Ancient Astronaut Society


VOLUME 2, NUMBER 6  600 TALCOTT  RD PARK RIDGE, ILLINOIS 60068 USA  JANUARY-FEBRUARY, 1976

DESCIFRAMIENTO DE LAS ESCRITURAS DE CUENCA  Por el Prof. Dr. Dileep Kumar Kanjilal*.

El Dr. Erich von Daniken ha llamado la atención de los académicos sobre una estela de la colección del Padre Carlo Crespi de Cuenca, Ecuador, que contiene 56 signos que, en realidad, son letras talladas en piedra. (representado en la figura de la derecha). Esta estela es la n.° 336 de la colección pictórica del libro de von Daniken "En busca de los dioses antiguos". La imagen n.° 204 del mismo libro es una tablilla de piedra con 25 caracteres indígenas (véase la figura en la página 2). La n.° 205 también contiene 12 letras.

Los académicos opinan que los incas no tenían escritura en el sentido alfabético del término. Sin embargo, las letras encontradas en ella apuntan claramente a la existencia de una forma de escritura muy mejorada en Sudamérica, algunos siglos antes del nacimiento de Cristo, y un análisis minucioso revela que los escritos en la estela y la tablilla pertenecen a la clase de escritura Brahmi utilizada en las inscripciones, edictos rupestres, placas y versos pertenecientes principalmente al período Asokan de la historia de la India; es decir, en el siglo III a. C. Algunas de estas concuerdan con las escrituras del famoso Manuscrito Bower y la Colección Stein de Manuscritos depositados en la Biblioteca Bodleiana de Oxford. Sin embargo, se conserva el carácter indio temprano de la India. A la espera de un análisis más completo de la naturaleza e identidad de estas escrituras, presentamos aquí la tabla de las escrituras descifradas. Esto se basa en el fascículo de las inscripciones reproducidas en los volúmenes del Corpus Inscriptionum Indicarum de J. F. Fleet y E. V. J. Hultzsch y los Grundiss der IndoArische Philologie de G. Bühler. 

 De los 56 signos encontrados en la estela (n.° 336), unos 50 pueden identificarse como brahmi encontrados en las inscripciones de Asoka .

 De las 25 letras inscritas en la tablilla de piedra (n.° 204), unas 22 pueden identificarse igualmente como irregulares y formas tempranas de Brahmi.

  La pirámide de piedra en la imagen n.° 205 contiene varias letras, de las cuales al menos cuatro se asemejan al tipo regular de Brahmi. La cursiva de las escrituras en la tablilla de piedra n° 203 y de las letras al pie de la pirámide en la imagen n.° 207 parece sugerir un carácter neopúnico, pero no se puede aventurar ninguna conclusión basándose en una similitud superficial. 

 Los edictos de Asoka emplean dos escrituras: la Brahmi y la Kharosthi. La Brahmi se lee de izquierda a derecha y el texto de la estela parece ser sánscrito o prácrito, una de cuyas líneas puede traducirse como "los dolores del cuerpo" (línea X en la estela). La Brahmi guarda una considerable similitud con algunas escrituras semíticas del norte tempranas, que podrían datarse alrededor del año 1000 a. C. La pregunta candente ahora es cómo llegó la escritura brahmi a Ecuador. 

 El registro más antiguo conocido de brahmi se encuentra en las inscripciones de Asoka del siglo III a. C. Es obvio que el tipo de escritura brahmi se originó en la India mucho antes de Asoka. Pero la presencia de brahmi en Ecuador presupone un largo período de contacto histórico antes del nacimiento de Cristo.

  La existencia de costumbres, ritos religiosos hindúes, la práctica del saté (la quema de las viudas a la que Negástenes se refirió en el siglo III a. C.), el conteo de los números, el sacrificio de soma, las costumbres matrimoniales, los ritos nupciales entre los antiguos gobernantes arios de la India, la presencia de las historias del Ramayana y el Mahabharata, y el sistema de castas, constituyen evidencias innegables de la migración de la cultura aria hindú a las regiones de México, Perú y Ecuador en Sudamérica en la época precristiana. Aún se pueden rastrear rastros de la transformación de las leyendas del Mahabharata entre los incas del Perú.

 


El vocabulario ario-quichua de López en francés incluye una gran cantidad de palabras sánscritas. Resulta sorprendente que los registros de las civilizaciones perdidas de México o Perú-Ecuador no incluyan ninguna referencia al Señor Buda. 

 Los descubrimientos del Dr. Däniken no contienen el más mínimo rastro de la fe y la cultura budistas que se extendieron más allá de los límites territoriales de la India en el siglo II a. C. Tampoco lo contienen las colecciones del Padre Crespi. Por otro lado, las imágenes presentadas por el Dr. Däniken en su obra ricamente ilustrada "En busca de los dioses antiguos", que consta de 190 a 229 obras, representan historias y leyendas de la mitología hindú y la cultura naga pertenecientes a las épocas prebudistas de la cronología hindú. La fecha de la gran muerte del Señor Buda se ha fijado en el 486 a. C.

 Según la tradición cantonesa, las enseñanzas de Buda recibieron reconocimiento mundial durante el reinado del emperador Asoka, c. 273-230 a. C. Es razonable suponer que la escritura brahmi descifrada en la estela llegó a Ecuador antes del siglo III a. C. y, en consecuencia, su origen en la India puede situarse unos siglos antes; es decir, en el siglo VII u VIII a. C. Para los indólogos y paleografistas, esto tiene una gran importancia para reconstruir la historia antigua de la India.

PLACA DE PIEDRA No 205


1-The Hindu America - Dewan Chamanlal p 108

2- Corpus Inscriptionum Indicarum Vol 1, 1925

Ed E Hultzsch; Vol III 1888 - J F Fleet.

3 -The Hindu America. Chapters IV-VI

4. -The Wonder that was India - A L Basham p 47

*El Dr. Kanjilal tiene una maestría (medalla de oro) y un doctorado en Literatura por la Universidad de Oxford en Inglaterra. Actualmente trabaja en el Servicio Educativo de Bengala Occidental, Sanskrit College, Calcuta, India, y es miembro de la Sociedad Asiática de Calcuta.



sábado, 19 de abril de 2025

DORJE - LA VARA CELESTIAL Por ANDREW TOMAS



DORJE - LA VARA CELESTIAL

Por ANDREW TOMAS*

En el norte de la India, Sikkim, Bután y Nepal, un extraño objeto se exhibe a menudo en las tiendas de curiosidades. Se trata de un Dorje, una pequeña varilla con dos extremos bulbosos, que suele colocarse en los altares de los templos budistas tibetanos junto con la campana, el cuchillo sagrado y otros artículos religiosos.

 A diferencia de los grandes cetros de los reyes y las varitas de los magos medievales occidentales, el dorje tibetano es pequeño y tiene dos globos en cada extremo.

 En realidad, estos representan capullos de loto, símbolo de pureza espiritual. Los dos bulbos están fijados a una varilla sólida y sus componentes varían desde latón y hierro hasta plata y oro. Algunos dorjes incluso están hechos de una aleación de cinco metales. Debido a la presencia de cobre y estaño en algunos de estos cetros tibetanos, se ha conjeturado que el dorje es algún tipo de aparato eléctrico.

 Los budistas tibetanos afirman que el dorje es un símbolo del dominio de la mente sobre la materia. Solo los lamas más eruditos, como los monjes iniciados de la secta Kargyut-pa en Sikkim, cuya marca es una cruz formada por dos Dorjes, poseen su secreto.

 Durante mis tres viajes al Himalaya a lo largo de los últimos veinte años, escuché comentarios extraños de los lamas más jóvenes sobre "recargar el Dorje". Cuando quise obtener más información, la respuesta fue una cara de póquer y un "No me está permitido decirlo".



 Se cree que el Dorje es una ayuda o instrumento utilizado para manipular una energía de la que sabemos muy poco en Occidente. Podría ser la bioenergía y el plasma de la ciencia moderna.

 En las antiguas escrituras del budismo Mahayana se pueden encontrar pasajes como este: "Después de lavar su Dorje con agua bendita, desprendió un resplandor brillante". Otros dan una descripción velada de los ritos de iniciación lamaísta, durante los cuales las túnicas rojas y amarillas de los monjes eran iluminadas por el resplandeciente Dorje.

  Estos y otros fenómenos sugieren manifestaciones en frecuencias completamente diferentes: luz, electricidad (como descargas eléctricas fuertes), electromagnetismo e incluso gravitación, creadas con la ayuda de esta misteriosa vara tibetana.

  Se dice que el Dorje se carga mediante una fuerza psíquico-mental, magnetismo humano (que se genera mediante la respiración profunda), vibraciones ultrasónicas (cánticos en tonos muy agudos y muy graves) y una química desconocida (sumergir la vara metálica en algún líquido).

 Un lama experimentado es capaz de producir fenómenos extraños mediante el Dorje.

 Cabe recordar que lo anterior se aplica solo a los cetros utilizados por los pocos iniciados del sistema Kalachakra, mientras que el resto son meros recuerdos o reliquias temporales. Según la tradición, varios Dorjes descendieron del cielo hace muchos siglos. Uno cayó en Darjeeling, por lo que se le llama Darjeeling, el "Lugar del Dorje", en tibetano. El Dorje celestial más famoso apareció en la Lamasería de Sera, pero posteriormente fue trasladado al Monasterio de Gadden, cerca de Lhasa. Cabe destacar que el Dalai Lama también es conocido como el Portador del Dorje.

 El folclore tibetano habla de Lung-ta, un caballo alado, mensajero de los dioses, que viaja por el universo estelar. A Lung-ta, sin duda una alegoría de una nave espacial, se le atribuye haber traído a la Tierra varios objetos. El Dorje podría haber sido uno de estos artefactos extraterrestres. La Tierra Intemporal de Peter Kolosimo contiene la asombrosa historia de dos científicos soviéticos en el Tíbet que estudiaban la tradición tibetana en el Monasterio de Gadden en 1959. Querían aprender qué conocimientos poseía el lamaísmo en astronomía. Después de todo, el Sistema Kalachakra enseñaba la teoría heliocéntrica, la rotación de la Tierra e incluso la vida en el espacio en una época en que Europa estaba sumida en la absoluta ignorancia de la Edad Oscura. 

 Tras mucha persuasión, el lama principal consintió en revelar su familiaridad con la astronomía, pero insistió en que los rusos se sometieran a un régimen estricto durante unos días para purificar sus mentes y cuerpos. Tras la debida preparación, el alto Lama tomó lo que los dos eruditos soviéticos llamaron "un instrumento" —que sin duda era el Dorje Cósmico de Gadden— y, al comenzar a producir un sonido de ahogamiento, una neblina luminosa apareció en la celda de lamasería, tomando gradualmente la forma de un ser humano sobrenatural. Entonces, frente a esa figura, apareció a la vista un modelo tridimensional del sistema solar, formado por luces que giraban alrededor de una bola brillante: nuestro Sol. Los rusos se sorprendieron al descubrir que el modelo tenía diez planetas, con un planeta no identificado orbitando el Sol más allá de Plutón. 

 Según Kolosimo, un científico escandinavo relató esta historia en un congreso astronáutico en Moscú. Actualmente estoy revisando las fuentes originales. La única razón por la que he incluido aquí esta increíble historia, que recuerda a un episodio de Star Trek, es porque en mi último libro, SHAMBHALA, recién publicado por Robert Laffont en París, escribo sobre una experiencia igualmente extraña que tuve en el Himalaya.

¿Es el Monasterio Dorje de Gadden en el Tíbet una mera reliquia religiosa o un artefacto espacial? Que esta última hipótesis no es improbable se desprende de los antiguos libros del Tíbet, algunos de los cuales vi en la Biblioteca del Dalai Lama en India a principios de 1976. Podrían contener registros de visitas de antiguos astronautas al planeta Tierra, y estas líneas de 1300 años de antigüedad aluden claramente a visitantes del espacio que regresaron a su planeta distante sin dejar tumbas en la Tierra, solo leyendas y recuerdos, entre ellos el cetro Dorje:

Como el día llegaron a la Tierra,

Como la noche se fueron al Cielo,

Se desvanecieron como un arcoíris,

Sin dejar tumbas.

Había siete reyes celestiales.


*ANDREW TOMAS nació en Rusia de padres polacos, se nacionalizó australiano, se mudó a Francia y actualmente reside en Alemania. La investigación para sus numerosos libros lo ha convertido en un viajero mundial y lo encuentra en los mejores museos y bibliotecas del mundo.

A principios de 1976, viajó al Himalaya y tuvo una audiencia con el Dalai Lama, lo que sirvió de base para su libro actual, Shambhala, Oasis de Luz, publicado recientemente en Francia. La versión en inglés se publicará en 1977. El libro de Andrew Tomas, "No somos los primeros", es un clásico de la antigua mitología astronómica. Otros libros de Andrew Tomas son "El hogar de los dioses", "Más allá de la barrera del tiempo" y "En las orillas de mundos infinitos".

sábado, 12 de abril de 2025

BÓVEDAS DEL TIEMPO por ANDREW TOMAS

Nuestra nueva intención es recuperar y hacer conocer en idioma castellano artículos publicados en los boletines Ancient Skies de The Ancient Astronaut Society (fundada en 1973 por el doctor en Derecho Gene Philips, con el apoyo del mundialmente célebre escritor suizo Erich Von Daniken). Sociedad que funcionó durante muchos años con las siguientes premisas: Seres extraterrestres visitaron nuestro planeta en tiempos prehistóricos, o bien una civilización altamente tecnológica existió en la Tierra antes de la Historia, o bien una combinación de las dos.

 Quien esto escribe fue miembro de la Sociedad durante su juventud.

 Hoy en día estas teorías están masificadas gracias a internet y las series en los canales de documentales (aunque hay que aclarar que durante fines de los años 60 y toda la década de los 70, dichas teorías lograron una atención multitudinaria gracias al éxito de los libros bet sellers del citado Von Daniken).

 No estaría mal recordar a los antiguos paladines en este campo, los precursores del Realismo Fantástico, admirados de nuestra juventud; escritores, investigadores, exploradores como Robert Charroux, Peter Kolosimo, W. Raymond Drake, Andrew Tomas, Jacques Bergier, Josef Blumrich, Zecharia Sitchin, Andreas Faber Kaiser. J. J. Benitez, y tantos otros.

En nuestro país (Argentina) merece reconocimiento Cesar Reyes, principal difusor de estos argumentos.

"Ancient Astronautas theorists say yes"

ANCIENT SKIES

VOLUME 10, NUMBER 6 1921 ST, JOHNS AVE,, HIGHLAND PARK, ILLINOIS 60035 USA JANUARY-FEBRUARY, 1984

BÓVEDAS DEL TIEMPO por ANDREW TOMAS*

Los antiguos griegos creían que la mayoría de sus mitos eran historia disfrazada, y tenían razón. Heinrich Schliemann consideró la Ilíada de Homero como una historia de hechos reales y descubrió las ruinas de Troya. Arthur Evans se tomó en serio la leyenda del minotauro y descubrió la civilización minoica en la isla mediterránea de Creta. Como memoria colectiva de la raza humana, las leyendas a menudo contienen ecos del pasado lejano. Un mito de la antigüedad declara que, antes de su regreso a las estrellas, los civilizadores divinos de la humanidad primitiva enterraron tesoros con la ayuda de los hombres. Para marcar la ubicación de sus "cápsulas del tiempo", erigieron enormes monumentos.
 La especulación científica ha llegado a una conclusión similar. El Dr. Frank Drake, astrónomo estadounidense, afirmó hace unos 25 años que era posible que los visitantes del espacio hubieran dejado artefactos bajo ruinas arqueológicas. El Dr. Matest Agrest, físico soviético, escribió: «Podemos suponer que los antiguos astronautas tuvieron especial cuidado en preservar la evidencia de su visita para beneficio de las futuras generaciones más ilustradas».
  Las leyendas sobre el tesoro de los dioses son extrañamente similares en países separados por grandes océanos e intransitables cordilleras. El folclore hindú habla de nagas voladoras, los dioses serpiente, que viven en palacios subterráneos y cuyas profundas cavernas guardan fabulosos tesoros iluminados por relucientes piedras preciosas. Los budistas tibetanos creen que algunos de sus libros sagrados se guardaron en las cuevas de los nagas tras la muerte de Buda y luego fueron liberados al mundo. Esta es la antigua tradición de la India y el Tíbet.  
 China es llamada el imperio celestial porque fue fundada por los hijos del cielo que llegaron en un dragón ardiente desde la estrella Regulus. Los libros antiguos de China dicen que existe una comunidad de hombres estelares en las montañas Kun Lun de Asia central, gobernada por Xi Wang Mu, la diosa de Occidente.
 Se dice que los compañeros de esta legendaria reina tienen la capacidad de viajar a estrellas lejanas. Un erudito chino del siglo III, Ko Yuan, escribió que todo el conocimiento había llegado a la humanidad de los eruditos inmortales de Kun Lun. Se dice que poseen una enorme biblioteca subterránea en la frontera entre China y el Tíbet. Durante una expedición a Asia Central, el profesor Nicholas Roerich y su hijo, el Dr. George Roerich, un orientalista, encontraron libros antiguos en monasterios tibetanos en la década de 1920 que contenían pasajes sobre "serpientes de hierro" que viajaban por el espacio y transportaban a habitantes de otros mundos. Roerich también escribió sobre una profunda gruta bajo el Palacio de Potala en Lhasa, Tíbet, que albergaba artefactos de los dioses del cielo.
 En su "Tesoro de las Nieves", Roerich describe su travesía del Paso del Karakórum. Señalando la cresta rocosa, sus guías nativos dijeron: "En lo profundo hay extensas bóvedas subterráneas y en ellas se guardan tesoros del principio del mundo". Roerich registró leyendas tibetanas sobre tesoros enterrados en el Himalaya por los sirvientes de visitantes celestiales. En el mismo libro, escribe: "Algunos incluso han visto la puerta de piedra que nunca se ha abierto porque la fecha no ha llegado". Añadió que poderosos guardianes protegían las cavernas sagradas con muros de fuego que destruían a todos los intrusos. En su autobiografía "Bestias, Hombres y Dioses", el Dr. Ossendowski escribió que los lamas de Mongolia le confiaron en la década de 1920 que las galerías secretas y las criptas estaban inundadas de una luz tenue. Al otro lado del Océano Pacífico, lejos de Asia, encontramos leyendas similares. En México existe un mito que afirma que Quetzalcóatl había enterrado cincuenta y dos tablillas de oro que contenían la historia del mundo. Cuando los conquistadores españoles oyeron esta historia, comenzaron a buscar las tablillas de oro, pero afortunadamente el tesoro de Quetzalcóatl nunca fue encontrado.
 Garcilaso de la Vega (1535-1616), descendiente de los grandes incas, escribió que el tesoro de los Hijos del Sol yacía enterrado en la Cordillera de los Andes. Los españoles dejaron crónicas sobre criptas bajo Cuzco y Sacsayhuamán. También registraron una leyenda indígena que habla de un extenso sistema de túneles en Perú y Bolivia. El autor británico Harold Wilkins afirma que existen sociedades indígenas secretas en Sudamérica que custodian estas galerías y bóvedas, ocultando tesoros, en particular la imagen dorada del Sol de Cuzco, que desapareció durante la conquista. Las crónicas de los conquistadores mencionan una bóveda con un cristal precioso que solo reyes y sacerdotes podían ver. Estos escritos afirman que el cristal mostraba imágenes del pasado y del futuro. El Oro de los Dioses, de Erich von Däniken, describe las galerías subterráneas descubiertas por Juan Moricz en Ecuador, quien afirmó que contenían libros de metal que contienen la historia de una civilización desaparecida.
 Las paredes y los techos de estas bóvedas están finamente pulidos, lo que implica que se utilizó alta tecnología en su construcción.
En Babilonia, y en Oriente Medio en general, también encontramos leyendas sobre las bóvedas del tiempo. Fuentes sumerias afirman que sus primeros reyes fueron sobrevivientes del Diluvio Universal, enviados al Cercano Oriente por los dioses del cielo para rehabilitar a la raza humana.
La Epopeya de Gilgamesh, de 4700 años de antigüedad, habla del sabio Gilgamesh, quien grabó en una piedra la historia del Diluvio. Describe la huida de los dioses al cielo cuando se acercaba el cataclismo. Flavio Josefo, historiador hebreo del siglo I, escribe que antes del diluvio, los antiguos inscribieron sus descubrimientos científicos en monumentos. Indica que uno de estos monumentos estaba en Siria. De hecho, existe una colosal estructura de piedra en el Líbano que en un tiempo perteneció a Siria. Se llama Baalbek. El erudito francés, el conde de Volnay, escribió en 1787 que, según fuentes árabes, la plataforma de Baalbek, compuesta por gigantescas losas, había sido erigida únicamente para preservar en sus bóvedas tesoros invaluables. Los místicos gnósticos produjeron un curioso libro en el siglo II titulado El Libro de la Cueva de los Tesoros, en el que se encuentra este pasaje: "En la época de El diluvio. Noé llevó consigo al arca los libros de los misterios ocultos. Posteriormente fueron colocados en el Monte de las Victorias, al este del país de Siria, en una gruta".
  En ningún lugar abunda la tradición sobre bóvedas secretas como en la Tierra del Nilo. El llamado Papiro de Leiden, que data del siglo I, fue descubierto en la tumba de un sacerdote egipcio y luego llevado a la ciudad de Leiden, Holanda, de la que recibe su nombre. Este ritual de iniciación, dedicado a Osiris, describe pasillos oscuros y una cripta iluminada con siete puertas. El historiador griego Heródoto afirma que el dios Osiris apareció unos 15.000 años antes de su tiempo. Tomó prestada su cronología de los sacerdotes egipcios. "Afirman estar bastante seguros del paso del tiempo". A Heródoto le mostraron 345 estatuas de sumos sacerdotes egipcios en sucesión lineal a partir del año 11.795 a. C. Un historiador romano del siglo IV, Arnmiano Marcelino, creía en la existencia de bóvedas secretas con registros históricos y artefactos en el antiguo Egipto. Escribió sobre el subsuelo, pasajes y cámaras que habían sido construidos por el hombre antes del diluvio para preservar vestigios de su civilización. Los escritos de Crantor, un comentarista griego de Platón (300 a. C.), hablan de monumentos secretos en Egipto que contenían la historia de la Atlántida. Dijo que algunos griegos privilegiados, como Solón y Platón, los habían visto.
 Cuando los árabes ocuparon Egipto en el siglo VII, se encontraron con coptos, descendientes de los antiguos egipcios. Con el paso del tiempo, los eruditos árabes registraron leyendas coptas. Las obras de Masoudi, Makrisi, Muterdi y Biruni, quienes vivieron en el siglo X, aún existen. También existen los escritos de los historiadores árabes del siglo IX, Ibn Abd Hakim y Abou Balkh. Todos estos eruditos escribieron extensamente sobre tesoros prehistóricos y transmitieron a la posteridad una leyenda copta que relataré a continuación: Trescientos años antes del Diluvio Universal, un gobernante de Egipto, llamado Surid, tuvo una extraña visión de la Tierra girando y las estrellas cayendo. El rey reunió a sus 130 sacerdotes y les pidió que explicaran su terrible sueño. El sumo sacerdote y astrónomo predijo un cataclismo mundial. Entonces, el rey ordenó la construcción de las tres pirámides de Giza para proporcionar información subterránea secreta. Las llenó con todo tipo de tesoros, así como registros escritos sobre las ciencias de la astronomía, las matemáticas y la física. Según Al Hokim, se depositaron objetos muy inusuales, como objetos de hierro que no se oxidaban y vidrios que se podían doblar. ¿Eran de acero inoxidable y plástico? Se dice que se instalaron estatuas mecánicas o robots en cada pirámide para impedir que alguien entrara en los almacenes ocultos. Una vez terminado todo, los sacerdotes "plantaron espíritus invisibles para proteger las entradas de intrusos, excepto de aquellos que por su conducta merecían ser admitidos".
 Muterdi y otros escritores árabes narran que los exploradores de la Pirámide de Keops vieron en sus profundidades puertas de piedra que se abrían y cerraban solas. También se observaron destellos de luz en los oscuros pasillos.
 De especial interés es la tradición de las fraternidades secretas de rosacruces y masones.
El Manifiesto Rosacruz, impreso en Alemania en 1614 y dirigido a "A los sabios de Europa", relata la apertura de la tumba de Christian Rosenkreuz. Su sepulcro tenía siete puertas que conducían a los almacenes.
 En sus Memorias, el Conde Cagliostro escribe sobre su viaje a Egipto: «Entré en lugares como ningún viajero común había entrado antes». En el manuscrito Trinosophie, hallado en manos de Cagliostro por la Inquisición, hay un pasaje interesante: «Por fin encontré una puerta que daba a una escalera que descendí. Tras una larga marcha, llegué a una cámara en cuyo centro brillaba una estrella de cristal». Esta tradición de las sociedades secretas del siglo XVIII sobre los pasadizos y habitaciones bajo las pirámides fue formulada acertadamente por Christian Pitois, quien escribió bajo el nombre de P. Christian. Sirvió en el Ministerio de Educación francés durante el reinado de Napoleón III y también fue erudito y escritor. Cabe destacar que fue dignatario de la Logia Rosacruz de París. Su libro, titulado Histoire de la Magie, se publicó en Francia en 1876. El libro contiene información sobre la bóveda subterránea. de Guiza: «La Esfinge de Guiza servía de entrada a las cámaras subterráneas sagradas. Esta entrada, obstruida en nuestros días por arena y escombros, aún se puede rastrear entre las patas delanteras del coloso agazapado. Antiguamente estaba cerrada por una puerta de bronce cuyo resorte secreto solo podían accionar los magos. En el vientre de la esfinge se excavaban galerías que conducían a la parte subterránea de la Gran Pirámide».
Los drusos del Líbano y Siria también conservan el conocimiento sobre las bóvedas secretas de Egipto. Su doctrina enseña que la humanidad fue creada por los Hijos de Dios que vinieron de los cielos. Reverencian a Thoth-Hermes, el mensajero cósmico.
 Los drusos tienen libros codificados que solo cinco jefes iniciados poseen y comprenden. He conocido a dos de estos eruditos que hablan perfectamente francés, inglés y árabe. Los iniciados drusos poseen signos secretos de reconocimiento y contraseñas como las de los masones.
 En respuesta a mis preguntas sobre los tesoros ocultos en Giza, el difunto príncipe Kemal Joumblat respondió que su juramento le impedía hablar de este gran misterio. Sin embargo, me retó a revelar mi propio conocimiento y dijo que me detendría si mi información era errónea. Tras escuchar con calma lo que tenía que decir, añadió un hecho importante que desconocía. Afirmó que, a lo largo de los siglos, los drusos iniciados habían dejado sus sellos y firmas en las paredes de galerías ocultas que conducían a la antigua cripta. Estos grafitis sugieren naturalmente que los jefes drusos han estado dentro de los pasadizos subterráneos. El antiguo almacén se abriría antes de finales de este siglo, dijo Joumblat. No negó que los drusos, junto con otras fraternidades, custodiaran las entradas a las bóvedas. Las llamadas Cartas del Mahatma, publicadas por primera vez en Londres en 1923, contienen una carta de un sabio de El Oriente llamado Koot Humi, escrito a Alfred P. Sinnett, periodista británico en la India. Confirma lo que acabo de decir. La carta fue escrita en 1882, en un momento en que las tropas británicas ocupaban Egipto por razones políticas. El Maestro del Himalaya expresó su aprensión por las operaciones militares británicas, que podrían tener consecuencias locales para el grupo de ocultistas que aún permanecen allí y para lo que están vigilando, ya que dos de nuestros adeptos ya están allí, uniéndose a algunos hermanos drusos. (XVI) Sinnett explicó la causa de esta alarma en un libro titulado "Frutos Selectos de la Enseñanza Oculta", publicado en Londres hace unos 60 años: "El propósito de la Gran Pirámide era la protección de algunos objetos tangibles de gran importancia relacionados con los misterios ocultos. Se dice que estos fueron enterrados en la roca, y la pirámide se erigió sobre ellos, adaptándose en forma y magnitud para protegerla de los peligros de un terremoto e incluso de sus consecuencias de inmersión bajo el mar".
 Existe constancia de otro supuesto descubrimiento de un almacén secreto en la Pirámide de Keops, atribuido al arqueólogo británico Sir Flinders Petrie (1853-1942) y al Dr. John O. Kinnaman, arqueólogo bíblico estadounidense (1876-1961). El Dr. Kinnaman escribió Diggers for Facts en 1940, donde describió su trabajo en Egipto y Palestina, parte del cual realizó en conjunto con Sir Flinders. Poco antes de su muerte en Sacramento, California, en 1961, el Dr. Kinnaman le confió una extraña historia a un profesor local, Willi Semple. Durante su exploración de la Gran Pirámide en 1924, Kinnaman y Petrie descubrieron accidentalmente una bóveda oculta a la que entraron a través de una galería en el lado sur de la pirámide y descendieron a gran profundidad para alcanzarla. En palabras del Dr. Kinnaman, "contenía cosas que nunca creerías". En una conferencia que impartió, Hace 25 años, el Dr. Kinnaman reveló haber visto una máquina antigravedad y miles de enigmáticos prismas de cristal. Los dos arqueólogos presumieron que estos artefactos provenían del legendario imperio de la Atlántida, que, según Platón, fue destruido por un cataclismo geológico hace 12.000 años. Según el artículo de Semple publicado en el Rosicrucian Digest de julio de 1962, Kinnaman y Petrie decidieron no hacer público su fantástico descubrimiento porque «el mundo en general no está preparado para comprender y afrontar este conocimiento, y mucho menos para creer realmente que existe». Es cierto que la historia del Dr. Kinnaman puede ser cuestionada. Sin embargo, la decisión de los dos arqueólogos de sellar la bóveda quizás se explique por la tensa situación en Egipto, entonces ocupado por las tropas británicas. Esta revelación sobre una civilización avanzada que existía antes del legendario diluvio podría haber causado conmoción en el mundo. El mundo islámico, fundado en el Corán, también socavó la cultura anglosajona de orientación bíblica, que Kinnaman y Petrie representaban.
 Ahora viene la pregunta crucial: ¿Por qué se construyeron las Bóvedas del Tiempo? En el nevado Himalaya recibí una respuesta que me pareció muy lógica. Mi comunicador oriental dijo que la evolución sigue un camino circular o espiral que pasa por situaciones paralelas en el transcurso de ciclos. Esta es la ley del Eterno Retorno, enseñada por Buda y Pitágoras. El hombre dijo que, según las escrituras hindúes: Hubo un tiempo en que la humanidad tenía una terrible bomba que brillaba como mil soles. En uno de sus artículos, Robert Oppenheimer, uno de los desarrolladores de la bomba atómica, se refirió a esta antigua arma nuclear. El folclore oriental y los libros sagrados afirman que nuestros predecesores se autodestruyeron al desencadenar una vasta catástrofe geológica. Mi comunicador declaró que la apertura de las bóvedas del tiempo llegaría en el momento de una crisis planetaria como una severa advertencia: «Lo que le sucedió a esa civilización perdida, también puede sucederte a ti». Hemos recorrido un largo camino desde la tumba egipcia descrita en el Papiro de Leiden, los lugares secretos mencionados por Heródoto, Flavio Josefo y Amiano Marcelino, y más recientemente por eruditos árabes. La leyenda de los sacerdotes mayas que vigilaban las tablas doradas de Quetzalcóatl, de las serpientes naga que custodiaban los tesoros de los dioses del cielo en el Himalaya, y de las fraternidades secretas que protegían el tesoro de la Esfinge, inmortalizan la tradición de las Bóvedas del Tiempo, que debe tener algo de verdad debido a su alcance global y antigüedad. La teoría de las Bóvedas del Tiempo se sustenta en el hecho de que nosotros mismos hemos enterrado varias cápsulas del tiempo en este siglo. En 1938, la cápsula Westinghouse fue sellada en Nueva York conteniendo una gran cantidad de microfilmes. En 1940, el Oglethorpe College de Atlanta, Georgia, selló su Cripta de la Civilización con libros, noticieros, grabaciones y maquetas. Los pueblos de la antigüedad podrían haber hecho lo mismo hace miles de años.


 FUENTES: 
1 R Ballard, Solution of the Pyramid Problem,
New York, TB1T3
2 L Cottrell, The Mountains of Pharaoh, London,
1955
3 M P Hall, Masonic , Hermetic , Qabbalistic &
Rpsicrucian Philosophy, Los Angeles , 1947
4 R Howard-Vyse & J S Perring, Operations
Carried on at the Pyramids of Gizeh, London,
1840-1842" ~" ~~
5 W. Kingsland, The Great Pyramid in Fact and
Theory , London, T9T2 ~~~~~
6 J ~~0" Kinnaman, Diggers for Facts , Haverhill,
Mass 1940-1947
7 Mahatma Letters to A P Sinnett, London, 1926
8 W M F Petrie, The Pyramids and Temples of
Gizeh, London7~T8B3
9 N Roerich, Heart of_ Asia, New York, 1929
10 A Tomas , Atlantis , from Legend to Discovery,
London, WH
11 A Tomas, On the Shores of Endless Worlds ,
New York, l974~
12 A Tomas , Shambha la, Oasis of Light , London , 1976
13 P Tompkins , Secrets of th"e Gre"at Pyramid ,
London, 19 7l
14 H T Wilkins , Mysteries of South America ,
London, 1946
15 T Valentine, The Great Pyramid, New York, 1975

*Este artículo se basa en la presentación del autor en la Conferencia Mundial del Décimo Aniversario de la Sociedad de Astronautas Antiguos, celebrada en Chicago los días 6 y 7 de agosto de 1983. 
 El Sr. Tomas es autor de 60 volúmenes, incluyendo "No somos los primeros", uno de los clásicos en el campo de los astronautas antiguos. Su último libro, "Espejismo de las Eras", ha sido publicado por Exposition Press, Inc., Apartado Postal 2120, Smithtown, NY 11787, EE. UU.
 El Sr. Tomas reside en 845 East 20th Street, Chico, California 95926, EE. UU. "Bóvedas del Tiempo" también se publicó en Pursuit, vol. 16, n.º 2 (1983), la Revista de la Sociedad para la Investigación de lo Inexplicable (SITU).

martes, 24 de octubre de 2023

ENTRE INDIOS PAMPAS Y "OVNIS"


Curiosa historieta argentina de los años ´70.
 El agradecimiento para Javier Stagnaro por esta contribución.