sábado, 26 de julio de 2025

KASSKARA Y EL SECRETO DE LOS SIETE MUNDOS, POR JOSEF BLUMRICH*




 Las tradiciones de las que voy a hablar aquí son historias auténticas de los indios. No tienen nada que ver con Buffalo Bill o con el glorioso Karl May, sino que son la más auténtica y antiquísima herencia de los indios hopi. 

 La zona de la que nos viene esta información es la reserva hopi en la parte septentrional del Estado norteamericano de Arizona, a unos 130 kilómetros al SE del Gran Cañón. El centro espiritual de esta región es el poblado de Oreibi, que es demostradamente el más antiguo lugar ininterrumpidamente habitado de Norteamérica. Allí nació White Bear, “Oso Blanco”, de quien proceden estas informaciones. Quisiera señalar de entrada que White Bear no es un jefe. Tendrá hoy unos 74 años, es miembro del consejo de la tribu y alcalde de New Oreibi. De acuerdo con la tradición. White Bear pertenece al clan de su madre, el clan de los coyote. Su padre pertenece a la familia de los jefes del clan de los osos, el clan principal de los hopi desde que se encuentran en el cuarto mundo. Pero de esto hablaremos más adelante. Mi esposa y yo conocemos a White Bear desde 1971 y nos consideramos amigos suyos. Muy pronto comenzó a contarnos leyendas hopi, y a menudo entró en muchos detalles. Pero durante largos años se negaba a autorizar que se publicaran las tradiciones de la tribu. Pero finalmente accedió a ello, y hoy dispongo de casi 43 horas de cintas grabadas con narraciones y explicaciones adicionales. Las informaciones que me dio White Bear se refieren en su totalidad a acontecimientos históricos. Bien, esto es todo sobre el trasfondo. 

 Mi ponencia la dividiré en dos partes. En primer lugar referiré directamente las tradiciones hopi, y en la segunda parte las comentaré desde la perspectiva de nuestros conocimientos actuales, limitándome para ello a unos pocos puntos. Pero de entrada quisiera señalar que muchas de las cosas que para los hopi son hechos definitivos, posiblemente nos hagan sonreír. Sin embargo, rechazar globalmente unos conocimientos extraños a nosotros sería tan erróneo como la fe ciega en ellos. Deberíamos contemplar estas tradiciones indias de forma crítica, pero con respeto, sin abandonar en ningún momento este mínimo de modestia que nos dice que también nuestros conocimientos son limitados. 

 Según la tradición, la historia de la humanidad está dividida en periodos, que los hopi denominan “mundos”. Y estos mundos están separados entre sí por terribles catástrofes naturales. Con anterioridad a todos los periodos existía Dayowa, el Creador, quien dispuso la creación del primer mundo. Al final del primer mundo ya existían plantas, animales y seres humanos.

  El primer mundo sucumbió por el fuego, el segundo por el hielo, el tercero por el agua. Actualmente vivimos en el cuarto mundo. En total, la humanidad deberá recorrer siete mundos. 

 Los dos primeros mundos no pueden comprobarse históricamente, tal como sucede también con el Génesis. Debido a ello comienzo mi relato y mis comentarios en el tercer mundo, en el cual pueden apreciarse ya rasgos de acontecimientos históricos. El nombre del tercer mundo era Kasskara, en realidad el nombre de un enorme continente situado en el actual Océano Pacífico. Al principio la vida era allí muy agradable y armónica, pues los hombres acataban las leyes del Creador. La letra de las leyes era simple: “si queréis ser mis hijos, no deberéis emplear vuestros conocimientos para conquistar, importunar o matar. Tampoco debéis emplear nada de lo que os he entregado para fines malos. Si no acatáis estas leyes, dejaréis de ser mis hijos. ” 

 Ahora bien, Kasskara no era el único país del mundo. En aquella época todavía no existía América del Sur, por encontrarse bajo las aguas oceánicas, pero más al Este existía una tierra más pequeña, que los hopi denominaban sencillamente "país del Este”. Y los habitantes de esa tierra tenían el mismo origen que los de Kasskara. Muy pronto los habitantes del “país del Este” comenzaron a violar las leyes del Creador, conquistando y combatiendo a otras zonas todavía más al Este; hoy diríamos Africa o Europa. Y, al final, también quisieron ocupar Kasskara, y ante la oposición de ésta fue atacada por el “país del Este”.

  Llegados a este punto, debo intercalar una explicación. Desde el primer mundo, los humanos estaban en relación con los katchinas, palabra que podría traducirse por “altos, respetados sabios”. Se trataba de seres visibles, de figura humana, procedentes de un sistema de doce planetas tan alejado de la Tierra, que nadie sabe dónde se encuentra. Los katchinas eran capaces de trasladarse a velocidades gigantescas entre su planeta de origen y la Tierra, de circunvolar nuestro planeta y de aterrizar en cualquier lugar. Dado que se trataba de seres corpóreos, para los viajes precisaban de artefactos voladores. Y estos “escudos voladores” tenían diversos nombres.

  Acerca del aspecto de estos artefactos voladores, White Bear me dijo lo siguiente: “Si de una calabaza cortas la parte inferior, obtendrás una corteza; lo mismo debe hacerse con la parte superior. Si luego se superponen las dos partes, se obtiene un cuerpo en forma de lenteja. Este es, en el fondo, el aspecto de un escudo volador.” 

 En la reserva de los hopi también encontramos petroglifos en los que aparecen representados estos artefactos voladores. Por otra parte, los katchinas disponían de otro artefacto volador, cuyo aspecto se asemejaba bastante a un reactor de nuestros días. Sorprendentemente, estos aparatos no precisaban de carburante como el que conocemos nosotros, sino que volaban con algo que los indios denominaban “fuerza magnética”. 

 Hoy en día los katchinas ya no existen en la Tierra. Las danzas katchinas, tan conocidas hoy en Norteamérica, son representadas por hombres y mujeres en calidad de sustitutos de unos seres realmente existentes antaño. Los katchinas tenían a menudo un aspecto que causaba horror, por lo menos un aspecto extraño, así que originariamente se acostumbraba confeccionar muñecas katchina para que los niños se acostumbraran a su aspecto. En la actualidad, estas muñecas son fabricadas preferentemente para los turistas y coleccionistas. Así, por ejemplo, una de las mayores colecciones de muñecas katchin es la del senador Goldwater. 



 Pero prosigamos con los acontecimientos históricos: Kasskara fue atacada por el "país del Este” con armas potentísimas, imposibles de describir; sólo se sabe que estaban movidas por energía magnética o eléctrica. Así sucumbieron las ciudades y los habitantes de Kasskara. Tan sólo los “elegidos”, los seleccionados para ser salvados y sobrevivir en el mundo siguiente, fueron reunidos bajo el “escudo”. También es conocida la naturaleza de este “escudo”, y podemos compararlo a un cuenco invertido. Los proyectiles procedentes del “país del Este” explotaban en las alturas, de modo que los “elegidos” colocados bajo el “escudo” quedaban indemnes. 

 Pero en el curso del citado ataque algo salió mal, y el “país del Este” desapareció rápidamente bajo las aguas del océano, y también Kasskara comenzó a hundirse paulatinamente. Mucho antes de dichos acontecimientos los katchinas habían descubierto, en el curso de sus vuelos, nuevas tierras que emergían del mar al Este de Kasskara. Así que ayudaron a los “elegidos” a trasladarse a estas tierras de nueva creación. 

 Fue el fin del tercer mundo y el comienzo del cuarto. 

 La población llegó a esta nueva tierra por tres caminos diferentes. Los “importantes”, es decir, aquellos hombres seleccionados para recorrer, inspeccionar y preparar la nueva tierra, fueron llevados allí a bordo de los “escudos” de los katchinas. El gran resto de la población tuvo que salvar la enorme distancia a bordo de barcas. Y cuenta la tradición que este viaje se efectuó a lo largo de un rosario de islas que, en dirección noreste, se extendía hasta la naciente América del Sur.

  La nueva tierra recibió el nombre de Tautoma, que puede traducirse por "“La tocada por el brazo del Sol”. El “brazo del Sol” eran naturalmente los rayos solares, y esta tierra tocada eran las primeras elevaciones de Suramérica que emergían del mar. 

 Los primeros emigrantes que los katchinas llevaron a Tautoma llegaron allí hace unos 80.000 años. Y los últimos navegantes llegaron a este país unos cuatro mil años más tarde. Los primeros en llegar investigaron el país y eligieron una ciudad a orillas de un enorme lago, denominado hoy Titicaca. Esta ciudad fue creciendo cada vez más, y era llamada Tautoma, hoy conocida por Tiahuanaco. 

 Al cabo de unos siglos, parte de esta población comenzó a pasar por alto las leyes del Creador, quien al final se vio obligado a intervenir personalmente para castigar a los habitantes de la ciudad. El castigo es descrito de la siguiente manera: “Levantó la ciudad, la colocó de cabeza, y la sumergió bajo tierra”. Debido a la destrucción de la ciudad, la población quedó desperdigada por todo el continente, que en aquel tiempo ya había adquirido sus actuales contornos. Siguió entonces un largo período en el curso del cual los hombres se fueron repartiendo en grupos y clanes por los dos subcontinentes. Algunos de estos clanes iban en compañía de los katchinas, quienes a menudo intervinieron para ayudarles. La tradición cuenta igualmente que los katchinas eran capaces de mantener comunicación a través de largas distancias. Para ello hacían huso de la telepatía, según lo denomina White Bear. 

 Los hopi pertenecían a aquellas tribus que emigraron en dirección Norte, y recuerdan un período en el que atravesaron una calurosa selva y un periodo en el que se toparon con una “pared de hielo” que les impidió el avance hacia el Norte y les obligó a volver atrás. 

 Debido a lo sorprendentes que pueden parecer algunas de estas tradiciones, quisiera recordar que todavía hoy en día siguen vivas a través de diversas ceremonias.

  Mucho tiempo después todavía había clanes que seguían conservando las antiquísimas doctrinas. Estos clanes se reunieron y construyeron una ciudad de ”importancia trascendental”, que recibió el nombre de "La Ciudad Roja”, a la que se identifica con el actual Palenque. 

 Palenque, es decir, “La Ciudad Roja”, se convirtió en un importante factor para la historia de aquella zona. Pero para los hopi, su importancia reside en el campo espiritual; más que en los acontecimientos reales, están interesados en el trasfondo. Porque resulta que en dicha ciudad fue establecida la alta escuela del aprendizaje, cuya influencia todavía puede descubrirse en algunos hopi. Los maestros de dicha escuela eran los katchinas, y la “materia de enseñanza” estaba formada en esencia por cuatro partes: 

 1. Historia de los clanes. 

 2. La naturaleza, plantas y animales.

 3. El hombre, su estructura y función física y psíquica. 

 4. El cosmos y su relación con el Creador.

  Durante siglos la vida en “La Ciudad Roja” discurría de forma pacífica y armónica. La población fue aumentando, algunos clanes comenzaron a emigrar y fundaron nuevas ciudades en el Oeste, en la zona conocida hoy como Yukatán. Hasta aquel momento, “La Ciudad Roja” era el centro espiritual, pero entonces surgieron tensiones entre Palenque y las ciudades de nueva creación, siguiendo un período de numerosas guerras. La vida espiritual sufrió bastante a consecuencia de tales guerras, hasta que al final la zona quedó tan contaminada espiritualmente, que la gente ya no quería seguir viviendo en ella. Se vieron precisados a abandonar las ciudades y reemprender la gran migración. Esta es la verdadera razón por la cual los arqueólogos han encontrado estas ciudades vacías y abandonadas. 

 White Bear me dijo en cierta ocasión: "Vosotros no os lo podéis imaginar (el que las ciudades fueran encontradas vacías), porque siempre lo contempláis todo desde la perspectiva del hombre blanco. Pensáis mal; es preciso que comencéis a comprender antes de que podáis entender nuestra historia”

 Sin embargo, se nos plantea todavía una pregunta muy interesante: si los katchinas estaban tan preocupados por los hombres, ¿por qué no evitaron sus guerras? La explicación que los propios katchinas nos dieron en su día, todavía nos resulta comprensible hoy en toda su importancia terrible. Dijeron: “Esta es la Tierra de los humanos. El hombre es responsable de este planeta. Puede seguir haciendo su propia voluntad, pero lo hace bajo su responsabilidad exclusiva”

 Durante aquella turbulenta época abandonaron los katchinas la Tierra. Desde entonces vuelven de vez en cuando y nos observan, pero ya no nos ayudan ni nos enseñan. Ahora son invisibles, excepto cuando se muestran a determinadas personas en forma de apariciones. 




 Las grandes migraciones prosiguieron. Algunos grupos lograron ser grandes, ricos y famosos, pero hace tiempo que desaparecieron de la historia por haber hecho caso omiso de las leyes del Creador. Los pocos clanes que han seguido manteniendo vivo el viejo saber se juntaron más tarde en Oreibi. Esta es la razón de la especial importancia de este lugar. 

 La entrada de los indios hopi en nuestra historia coincidió naturalmente con la arribada de los españoles a Oreibi. Hace ya muchísimo tiempo que los katchinas habían profetizado a los hopi la llegada de hombres blancos a través del océano; incluso predijeron la época. Y cuando llegaron los españoles, los hopi les dieron la bienvenida de forma ceremoniosa. El jefe se adelantó, extendió los brazos y mostró la mano en signo de naquatch, es decir, de fraternidad espiritual. Los españoles malinterpretaron la señal y creyeron que el jefe indio sólo quería pedir limosna, por lo que les echaron unos cuantos objetos sin valor.

  Como es natural, los hopi se sintieron profundamente aterrados: ¡el nuevo hombre no conocía el importante símbolo de la fraternidad! ¡No se trataba de Bahana, el esperado hermano blanco! En aquel mismo momento los hopi supieron que tenían que vérselas con invasores y no con amigos. Y eso es lo que debió suceder.

  Y ahora llegamos a la segunda parte: el análisis de las tradiciones. Aparte de las cintas grabadas ya citadas más arriba, estudié también todas las crónicas españolas del siglo XVI sobre este tema, la historia de los aztecas, el Popol Vuh de los quiché-maya. Y en lo referente a nuestros conocimientos me he atenido naturalmente sólo a la literatura científica. 

 He aquí los tres resultados principales de este análisis:

  1. Las tradiciones de los indios hopi no sólo hacen referencia a su propia tribu, sino que describen la protohistoria de todos los indios americanos. 

 2. La colonización del continente americano se inició por el subcontinente austral. 

 3. Durante largo tiempo vivió en nuestra Tierra una colonia de extraterrestres.

  Saltémonos ahora el largo periodo de las migraciones, y concretémonos en los acontecimientos de la ciudad de Palenque, en el Yucatán. Aquí encontramos una dramática coincidencia entre la arqueología y la tradición de los indios. “Dramática” por el hecho de que cada uno de estos dos grupos —indios y arqueólogos — describen con sus propias particularidades estos mismos acontecimientos, estas mismas ciudades y estas mismas situaciones. Nos encontramos en la poco frecuente situación de poder fechar una tradición india por medio de los datos arqueológicos. Gracias a ello nos percatamos de que aquello que los indios hopi narran de Palenque y las guerras subsiguientes debió ocurrir aproximadamente entre los años 200 y 1200 d. N. E. 

 Hasta ahora no he hecho ninguna referencia a los katchinas, con el fin de poder establecer primero una serie de hechos:

  1. La secuencia de los acontecimientos relatados por los hopi es conexa y no ofrece contradicciones.

  2. En varios casos estos acontecimientos quedan confirmados por tradiciones independientes de otros pueblos.

  3. Determinados acontecimientos y lugares geográficos coinciden con nuestros conocimientos geológicos y arqueológicos 0, para expresarlo con mayor precaución: no se contradicen. 

 Ahora bien, a los katchinas no los he citado hasta ahora por una razón muy distinta. Porque si la descripción de los acontecimientos históricos por parte de los hopi nos han parecido reales, tampoco podemos ponerles en duda la credibilidad en relación con los katchinas, a los que describen de forma igualmente realista. 

 Lo primero que habría que decir acerca de los katchinas, es que tenían cuerpo físico, que tenían aspecto de hombres, que en muchos aspectos se comportaban como hombres, pero que disponían de unos conocimientos muy superiores a los de los hombres. No se les consideraba como dioses, ni hoy ni antiguamente. Esto mismo lo encontramos en cualquier parte del mundo en que se habla de tales seres. Tengo que subrayar que en este caso nos encontramos con un problema semántico. La palabra “Dios” o “dioses” para tales seres no es la palabra original en los diversos puntos originales, sino que ha sido introducido por nosotros, extraños al medio, que hemos llegado a él con posterioridad. 

 Casi todo lo que oímos acerca de las habilidades de los katchinas nos suena inverosímil: los artefactos voladores y su propulsión por fuerza magnética, el escudo que rechaza los proyectiles, la transmisión de noticias mediante telepatía. Algo que hasta ahora todavía no he mencionado: los katchinas eran capaces de engendrar niños en las mujeres sin mediar contacto sexual. Y a todo ello hay que añadir las habilidades que los humanos aprendieron de los katchinas. La más importante sea quizás el corte y transporte de enormes bloques de roca, y, en relación con ello, la construcción de túneles y de instalaciones subterráneas. 

 Cuando se rechazan tales relatos, ello se hace debido a su imposibilidad técnica. Mejor dicho: debido a lo que nosotros consideramos técnicamente imposible. Pero si contemplamos todos este asunto desde más cerca, veremos que quizás disponemos de unos puntos de referencia y posibilidades concretas.

  La “fuerza magnética”: ni los hopis ni nosotros sabemos de qué se trataba concretamente. Así, por ejemplo, todavía no sabemos qué es realmente la gravitación. El día que logremos descifrar este enigma, existirá la posibilidad de que incluso nosotros podamos volar sin limitación alguna. 

 Y en segundo lugar el escudo, capaz de hacer explosionar los proyectiles en los aires.

 ¿Se trata simplemente de un producto de la fantasía? Los soviéticos están desarrollando en la actualidad unos haces de protones capaces de destruir los cohetes en pleno vuelo. También en los Estados Unidos se habla de unos rayos de electrones parecidos, que tienen esta misma capacidad. Ambas armas defensivas poseen, en definitiva, el mismo efecto que las armas descritas por los hopi. La telepatía. Sabemos que existe, pero todavía no somos capaces de emplearla de forma planificada. Pero sabemos igualmente que se está trabajando intensamente en desentrañar su secreto.

  En cuanto al proceso de engendración mencionado antes, no podemos emitir ninguna opinión definitiva. 

 Pero afortunadamente existen las construcciones megalíticas, y por lo menos algunos de los túneles que se nos aparecen en todas las tradiciones entre el lago Titicaca hasta México han sido localizados. Si no se hubiera llegado a descubrir tales túneles, habrían sido desterrados al reino de la fábula. 

 Así, pues, disponemos de unos puntos de arranque y de unos testigos concretos. Lo que nos falta, concretamente, es una complementación de nuestros conocimientos técnicos y científicos. Pero nuestra propia falta de conocimientos no nos faculta a rechazar por las buenas la idea de que otros supieran mucho antes más que nosotros mismos.

  De todas partes de la Tierra nos enteramos que unos seres como los katchinas fueron a ver a los hombres. Pero siempre aparecen en acontecimientos más o menos aislados. Nadie, a excepción de los hopi, sabe mayores detalles acerca de la duración de su estancia, de lo que les aconteció y de cuándo volvieron a abandonar la Tierra. En otras palabras: nadie, a excepción de los hopi, sabe algo acerca de la historia y el destino de esos seres. 

 Por medio de las tradiciones podemos deslindar tres fases en la historia de los katchinas. La primera fase se inicia en tiempos muy remotos. Lo cierto es que los katchinas están firmemente establecidos en Kasskara. Dicho país tiene unos límites bien definidos y sus habitantes parecen ser agricultores. La situación era estacionaria. Los katchinas eran los señores, benevolentes pero indiscutibles. Era la época de su colonizaje terrenal propiamente dicho. Este equilibrio se vio truncado por acontecimientos geológicos que obligaron a los hombres, y también a los katchinas, a emprender la huida. La reconstrucción de la sociedad y del orden social en Tauroma llegó a su fin por otro acontecimiento geológico, al ser destruida Tiahuanaco.

  Ahora comienza la segunda fase en la historia de los katchinas. El país crece, debido a que el continente suramericano va emergiendo cada vez más de las aguas. La gente va emigrando hacia todos los lados: todo está comprendido en un constante cambio. Así resulta un estado no estacionario, que no puede tener centro alguno, por lo que arrebata a los katchinas su posición central y dirigente. Los katchinas acompañan entonces a determinados clanes en las migraciones, y sus continuados esfuerzos culminan una vez más en la “alta escuela” implantada en "La Ciudad Roja”. Esta segunda fase se cerró al abandonar los katchinas nuestra Tierra, en época de los turbulentos tiempos del Yukatán, aproximadamente en el siglo I d.N.E. Con ello desaparecen de nuestra vista, aunque se dice que los katchinas todavía nos siguen observando ahora, en la cuarta fase de nuestro mundo.

  ¿Qué podemos decir como colofón de esta exposición? No sabemos qué impulsó a los katchinas a venir a la Tierra. Pero lo que es completamente seguro, es que no ejercieron absolutamente ninguna influencia sobre los grandes acontecimientos: ni sobre las grandes catástrofes naturales ni sobre la dinámica de los pueblos migradores después del nacimiento de América del Sur. Esta necesidad completamente no divina muestra una clara delimitación de su poder y constituye, en último término, la mejor confirmación de su naturaleza física.

  Con ello volvemos a la sentencia de la época del Yukatán: “Esta es la Tierra, hombres, pueden seguir su propia voluntad. * Estas no son palabras de dominadores. Los katchinas reconocen que los cambios se encuentran más allá de su poder y por ello dicen ahora: “es la responsabilidad del hombre.

  Se trata de una responsabilidad que nos atañe a nosotros. No sólo la responsabilidad para nosotros mismos, sino también para esta maravillosa y pequeña bola, nuestra Tierra, nuestra patria y nuestra heredad. Y la patria y heredad de todas las generaciones venideras.

  ¿Haremos justicia a esta responsabilidad nuestra?


JOSEF BLUMRICH Nació en 1913. En 1959 emigró a los Estados Unidos para dedicarse a la construcción de cohetes. Al ingresar en la NASA, estuvo al principio al frente de un grupo de investigadores dedicados a la construcción de cohetes. Hasta julio de 1974 era director de la Sección para proyectos de construcción que la NASA posee en Huntsville. Blumrich está en posesión de diversas patentes para la construcción de cohetes de gran tamaño. En 1972 la NASA le concedió la Medalla por Servicios Excepcionales. 

 Publicaciones:

 1973 Da tat sich der Himmel auf (Ezequiel vio una nave extraterrestre) 

 1979 Kasskara und die Sieben Welten (Kasskara y los siete mundos) 

*Transcripción de la conferencia realizada por Josef Blumrich en el congreso de la Ancient Astronaut Society en Munich, Alemania, en el año 1979, y publicado en la revista española Mundo Desconocido Extra n° 1


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